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Diego Presa cierra un ciclo como solista, y habla del presente y el futuro

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Diego Presa. Foto: Darwin Borrelli

Entrevista

El cantante y compositor, uno de los más talentosos de su generación, toca mañana en la Zavala Muniz

Mañana a las 21.00 en la Sala Zavala Muniz del Teatro Solís, Diego Presa cierra el año con un concierto solista, en el que repasará temas de sus tres discos, hará versiones y presentará canciones nuevas. El espectáculo, llamado Incendios, es presentado como “la despedida de una etapa y el comienzo de otros viajes”, y también como un “cambio de viento”. Lo acompaña su banda —Santiago Peralta en guitarra eléctrica, Ariel Iglesias en batería, Guillermo Wood en guitarra acústica, Ignacio Guisande en bajo y Pablo Gómez en teclados—, y las entradas están en Tickantel.

Presa, uno de los cantantes y compositores más talentosos de la escena local, habla de “cambio de viento” porque pretende volver a grabar material en 2019, y una pulsión interna le indica que irá por nuevos caminos. Para saber cuáles serán, habrá que esperar el resultado: el horizonte todavía se ve un poco borroso.

De eso charló con El País, en una entrevista que pasó por sus otras dos aventuras musicales: el colectivo/la banda Buceo Invisible, que acaba de editar un precioso disco, La luz marginal; y El Astillero, el trío que conforma con Garo Arakelian y Gonzalo Deniz y que tiene uno de los grandes títulos de 2018, Cruzar la noche.

—Acaban de sacar un disco con Buceo Invisible, La luz marginal. ¿Qué tuvo de particular el proceso de composición y arreglo de estos temas?

—Creo que ha sido un proceso —y voy a usar una palabra muy cuestionable y cuestionada— de madurez. Hace muchos años que trabajamos juntos, entonces se van generando ciertas dinámicas y conocimiento del mundo sensible de los compañeros. Y además hubo cambios en la integración, se sumó Pablo Gómez que es tecladista, entonces eso, desde el punto de vista arreglístico y de timbre de las canciones, es algo notorio. Todo eso te da deseo de explorar otras cosas, y seguridad.

—¿Tus canciones para este disco de Buceo son más de personaje que las que has hecho hasta ahora?

—En este disco sí, aparecieron algunos personajes, sin buscarlos. Incluso se pueden trazar algunos enlaces entre esos personajes, que ocupan determinado espacio en nuestro territorio social. Están perdidos, fuera de foco.

—Arropados en esto de “luz marginal”.

—Claro, pasa que el concepto de “marginal” surgió después de tener el conjunto de canciones grabadas, cuando fuimos a ver qué vínculos había, a nivel conceptual. En el disco también hay letras de Marcos y Santiago (Barcellos), que son poetas, y de Guillermo (Wood), entonces eso amplía el abanico lírico. Pero de lo que hablamos fue de eso: de un disco de personajes, en el que hay una mirada de ciertas realidades que nos rodean.

—¿Y tiene que ver con la personalidad de Buceo Invisible también, que es en cierta forma marginal en la escena uruguaya?

—Exacto, también tenía que ver con el lugar que ocupamos en la escena montevideana, y con la actividad que llevamos adelante. Nosotros somos un grupo de nueve cuarentones, que seguimos juntándonos religiosamente dos o tres veces por semana, trabajando con palabras y sonidos en algo que no tiene una remuneración económica consistente. Eso implica cierta contracorriente, esa actitud de compromiso profesional con una actividad que tiene un costado amateur. Pero no tiene que ver con el discurso de la queja, que es muy cansador: esto es algo que necesitamos y nos da mucho placer. No hay una defensa a ultranza de lo outsider o lo under: hacemos lo que nos sale.

—¿Qué planes hay para La luz marginal?

—Tocarlo mucho: es la forma de defender lo que hacés, llevarlo a la calle.

—Como solista, mañana tocás en la Zavala Muniz, y hablás de un “cambio de viento”, de un cierre de etapa. ¿Por qué?

—Porque probablemente en 2019 grabe un disco, y no tengo ganas de repetir algunas cosas. Tengo ganas de hacer algo nuevo, todavía no sé bien qué. Los tres discos anteriores, además de los que tengo con los otros proyectos, ya definieron un cuerpo de trabajo con determinadas características, y capaz que quiero presionarme un poco más hacia otras direcciones. Eso empezó a estar en mi cabeza, entonces este concierto va a funcionar como resumen de lo que han sido estos últimos años como solista, con la cabeza puesta en lo que va a venir.

—¿Qué no querés repetir?

—Un tipo de sonoridad.

—Pero tu sonoridad fue cambiando, y Playa desierta es distinto a los anteriores.

—Es cierto, son discos muy distintos. Pero compositivamente quiero explorar otras cosas, pero no sé muy bien qué. Estoy componiendo, escribiendo, tengo un conjunto de poemas que quiero editar…

—¿Trabajás bien bajo presión propia?

—Cuando la presión es autoimpuesta, puede funcionar como un estímulo a lo creativo. Cuando son exteriores, ahí ya es otro cantar; yo nunca he tenido presiones fuertes del entorno. Ahora es una presión que tiene que ver con una necesidad, y es algo que me da muchas ganas, que tiene que ver hasta con un juego, de ver hasta dónde puedo investigar.

—¿Cómo ves que El Astillero amplificó a tus propias canciones?

—Lo que ha sucedido con El Astillero es una experiencia vital muy fuerte, sobre todo por el contacto tan profundo con dos personas que se dedican a lo mismo que yo. Y sin dudas eso habrá modificado cosas en mi manera de escribir. Después, lo que ha hecho es que se ha acercado gente que no conocía a Buceo Invisible o cosas que yo hago solo. Aunque El Astillero tiene un público propio y particular, que es distinto al mío, al de Garo o de Gonzalo.

"Cuando la presión es autoimpuesta, puede funcionar como un estímulo a lo creativo"

Diego PresaMúsico

—Es rarísimo el público de El Astillero.

—Es muy extraño, es un público que atraviesa cuestiones etarias, y está buenísimo.

—Pero sobre todo con Cruzar la noche, El Astillero se muestra como un grupo con una pata en algo muy tradicional, pero con una búsqueda experimental. Capaz eso tiene que ver con la gente que atrae.

—(Se ríe) Sí, yo creo que Cruzar la noche tiene una pata en cierta tradición de cantautor montevideano, uruguayo, de la música popular de acá, y otra pata puesta en algo que no se sabe muy bien qué es. Es así, estoy de acuerdo contigo en que tiene esa doble condición.

—¿Y qué es lo más placentero de defender tus propias canciones, solo, en contraste con lo otro?

—Ciertas libertades, una flexibilidad mayor, y una manera más sencilla para encontrarme con otros músicos. Y después, la búsqueda escénica es distinta, porque acá tengo mucha libertad escénica.

—Hablás de la libertad para vincularte con otros músicos, pero pensaba que si bien sos parte de grupos, colectivos, casi no has hecho cosas con artistas mujeres.

—Sí. Yo convivo con mujeres, trabajo con mujeres todo el tiempo, y mi primer grupo era casi paritario en la integración. Y agradezco ciertas luchas y conquistas, sobre todo porque soy padre de dos hijas adolescentes, y me parece superimportante que en un ámbito muy machista como el de la música popular uruguaya, se cuestione y se abran posibilidades. Eso abre el terreno a ciertos oportunismos que hablábamos antes de la entrevista; primero hay que escuchar, cuestionarse y agradecer. Y cuando surja la posibilidad de trabajar con mujeres, obvio que va a estar buenísimo.

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