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No es un día más: a 30 años del debut oficial de Buitres, la historia de un éxito que no para

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Buitres en vivo, con el público. Foto: Archivo

ANIVERSARIO

Hace 30 años, Buitres Después de la Una debutaba en Laskina y comenzaba su larga historia. La banda está por lanzar nuevo disco, "Mecánica popular"

Para cuando Los Estómagos se separaron, en el invierno de 1989, ya no había alternativa posible. Las diferencias artísticas entre sus integrantes eran irremediables y no había forma de que los objetivos personales conciliaran en pos del desarrollo artístico de una misma entidad. Y menos, si la entidad tenía el peso que tenían entonces Los Estómagos. Habían debutado en 1983 y le habían dado esperanza a una nueva generación; habían aportado rebeldía, rupturismo e instinto a una escena que no tenía entonces nada de eso, y además habían musicalizado una década complicadísima.

Menos de cinco meses después de haber dado su último recital, la gran mayoría de Los Estómagos volvió al ruedo con otro nombre, otra impronta y otra intención. “Gritar”, “Fuera de control”, “En la noche” y “La canción” quedaban atrás para darle paso al rock and roll clásico en clave de versiones, a las ráfagas punk y al amor, la pasión, al cuerpo ya no como arma de lucha. Un 16 de diciembre de 1989 en Laskina, el mismo bar donde una semana antes habían tocado Los Redondos, Gabriel Peluffo, su eterno cómplice Gustavo Parodi, Pepe Rambao y Marcelo Lasso hicieron debutar oficialmente a Buitres Después de La Una.

Andrés Sanabria, hoy director del sello Bizarro, dice que aquella noche el show sonó “raro”, pero al estar acostumbrado al sonido Estómagos, no quedaba claro si eso estaba mal o era, simplemente, diferente. Lo que sí estaba claro, dice, es que era extraño ver a tres que habían escrito, con su encare post punk, una parte importante del rock uruguayo, tocar versiones de rocanrol cincuentero.

Por eso, por el peso de la historia anterior, porque apenas había salido un simple de Buitres, aquellas noches en Laskina no hubo más de 150 personas. El lugar no estaba lleno, el movimiento era escaso y la actitud del público era, más bien, de desafiante expectativa: ¿qué iban a hacer Peluffo, Parodi y Lasso ahora, con todo lo que ya habían hecho?

La respuesta la daría el tiempo, está claro. Para 1990 editaron su primer disco homónimo con una cantidad de hits que no solo sobrevivieron sino que crecieron enormemente en 30 años. “Azul”, “La virgen”, “Afuera la lluvia”, “Setenta puñales”, “No te puedo matar” y “La plegaria del cuchillo”, entre otros, ya estaban ahí.

Para Liber Aicardi, que había visto a Los Estómagos algunas veces y que siguió bastante a Buitres en sus primeros años, el cambio de público sobre todo respecto a la banda anterior —la generación de un público ya propiamente buitrero, digamos— se empezó a dar a partir de Maraviya, tercer disco (en el medio estuvo La bruja) que sería un éxito de ventas, y los llevaría a llenar el Teatro de Verano. “El fenómeno que se daba con Buitres y con las pocas bandas que funcionaban en aquellos años era que la popularidad se basaba en el boca a boca, de pasarse los cassettes pirateados y eso”, señala Aicardi, músico y responsable del sitio de música Metrónomo, “y un cambio que se empezó a dar más en esa época era que comenzaron a ir más mujeres a los toques”.

Buitres es la primera banda de la que Paula Santellán tiene un recuerdo claro: tenía cuatro, cinco años, escuchó “No te puedo matar” en la radio y se le pegó. No entendía mucho de la letra, claro, pero la armónica le llamaba la atención. Hoy, con 23, esta es sin discusión, la banda de su vida. El primer disco que tuvo fue Buena suerte... hasta siempre; su primer recital fue el festejo por los 25 años en el Velódromo, en 2014. Su primera remera de banda, su primer DVD y hasta su primer novio, todo tiene que ver con Buitres. En sus amigos de hoy, en la relación más cercana que antes que tiene con su hermana, en tal o cual canción que la emocionan: “Cada primera cosa que tuve de música fue de ellos”, dice y resume con claridad: “Siempre estuvieron ahí”.

En 30 años, Buitres se ha convertido en una de las bandas claves del rock uruguayo, quizás la más popular dentro de los límites del país, mucho más abocada a seguir visitando el interior que a trascender fronteras. En el año de sus 30, hubo varios shows fuera de Montevideo (algunos en el marco del Pre Cosquín Rock); hubo dos presentaciones con entradas agotadas en el Antel Arena, hubo Trastiendas, Bluzz Live y más. Y hubo música.

Porque en medio de tanto festejo, Buitres grabó un disco que se llamará Mecánica popular y saldrá antes de fin de año, según lo previsto, y del que el viernes se estrenó un nuevo tema, “Diciembre”. Punk buitrero que ofrece la voz de Peluffo de manera distinta, su intensidad contrasta con la de “La primera vez”, estreno anterior que era más melancólico. De cualquier manera, los dos sirven para ver que la banda sigue, a su manera, buscando cosas nuevas, aunque su ADN es clarísimo, incambiable y posiblemente la clave de semejante éxito.

“No pretendemos agradar a la gente”, decía Parodi en una entrevista en 1993, antes de la salida de Maraviya. “No vamos a tratar de ser populares porque sabemos que no lo vamos a ser”. Lo que han hecho desde entonces es historia conocida, una historia que arrancó en una esquina, a ritmo de rock and roll, sobre las cenizas de una historia grande.

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