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Dani Umpi expuso en China, fue traducido al mandarín y este sábado canta en Montevideo

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Dani Umpi en La Trastienda. Foto: Carlos Iglesias

ENTREVISTA

Dani Umpi habló con El País sobre la traducción de su cuento “No me puedo quejar” al chino mandarín, su proyecto con Coghlan y el show que ofrecerá mañana en La Cretina

Esta semana, Dani Umpi llegó de China, donde hizo varias muestras y formó parte de la presentación del libro Tándem, una antología latinoamericana que incluye una traducción en chino mandarín de su cuento “No me puedo quejar”. Además, Umpi se presentará mañana en La Cretina junto al argentino Coghlan. a Patricia Turnes y Amigovio. A través de audios de WhatsApp, habló con El País sobre sus nuevos proyectos.

—A finales de diciembre estuviste en China para presentar la exposición Pequeñas duendadas de noviembre. ¿Cómo surgió la invitación?

—Llegué hace dos días y mi valija quedó estacionada y perdida en San Pablo, así que todavía es como si no hubiese vuelto. La ida a China fue muy rápida. Yo no tenía ni planes de ir y quedé muy encandilado por todo lo que es la tradición y el futurismo. Se juntaron un par de cosas importantes para mí. Primero, se tradujo al chino mandarín un cuento mío que se llama “No me puedo quejar”, para un libro de antología latinoamericana que se llama Tándem. No es muy frecuente la traducción de autores uruguayos al chino mandarín, así que tuve ayuda de la editorial, la Embajada de Uruguay y el Consulado. También participé de un par de muestras junto a Juan Perazzo.

—¿Sentís que cambia la recepción de tu obra al presentarla en un país que tiene códigos culturales tan diferentes?

—Me sorprendió que salieron muchas reseñas, pero eran en chino, así que no sé qué onda... Supongo que bien. Pero en mi caso, como en el de muchos artistas, siempre cambia la recepción dependiendo de dónde lo muestres. No me gusta mucho pensar por países, sino más bien por regiones. En mi caso es muy interesante cuando muestro en Brasil, porque tengo una gran influencia de muchos artistas brasileños, sobre todos los artistas neoconcretos de los sesenta, especialmente de Hélio Oiticica. Entonces cuando muestro algo en Brasil, inmediatamente sale la asociación; en otros lados, eso pasa totalmente desapercibido. Eso es interesante. Como todos los artistas, tengo influencias de cosas que a veces no parecen compatibles, pero están ahí, porque a todos nos influyen cosas que son antagónica.

—¿Recordás cómo fue la recepción de tus primeras muestras en Uruguay? ¿Sentís que se comprendieron, o al principio fue más difícil?

—Las primeras muestras y cosas que hice dentro del arte uruguayo fueron una experiencia bastante estándar. Muy parecida a la experiencia de cualquier artista uruguayo que quiere mostrar lo suyo en el ambiente de acá. No es que tuvo mucha recepción, al contrario; para la gente que le interesa el arte contemporáneo, que es casi nada, cuando les preguntan qué artista contemporáneo conocen, generalmente me nombran. A la gente básicamente no le interesa el arte contemporáneo, así que en ese sentido, todo lo que podía hacer acá lo hice, y mas o menos se conoció.

—A finales de marzo hiciste la presentación tardía de tu disco Lechiguanas en La Trastienda. ¿Cómo recordás el show?

—Fue una presentación que a mí y a la banda nos encantó. La gente estaba muy eufórica, cantaba las canciones y fue una fiesta muy arriba. Habitualmente en otros lados tengo esa experiencia, pero acá en Montevideo no. Tampoco canto muy seguido acá. Fue una fiesta relinda. Ese disco me dio un montón de satisfacciones, primero porque canté un montón en Buenos Aires y en el interior argentino. Con la banda nos afianzamos más y decidí ahora subir a Spotify las canciones que no habían quedado en el disco, más demos, covers y cosas que hice paralelamente al disco. Se llama Lechiguanxs Box y ya subí la primera de tres entregas a Spotify.

—Varios medios uruguayos eligieron a Lechiguanas como uno de los mejores discos del 2017. ¿Cómo te tomaste la recepción?

—El disco tuvo rebuena recepción. Estuvo nominado a los Premios Gardel de Argentina, como mejor artista masculino. Obviamente no gané porque era contra Axel y Luciano Pereyra (se ríe)... Era muy difícil ganar eso, pero ya estar nominado era buenísimo. Ahora voy a estar cantando en Montevideo, con Amigovio y Patricia Turnes, y voy a venir con otro proyecto paralelo que tengo. Comencé este año junto a un músico argentino que se llama Coghlan. Es algo diferente a Lechiguanas y es como un debut que estamos haciendo. Ya subimos una canción a Spotify, (“Mi bebu”) pero estamos preparando un disco y ya hemos cantando montones de veces.

—¿Cómo va a ser el show de La Cretina?

—Es un espectáculo un poco diferente porque con Lechiguanas trato de que sea muy fiel al disco cuando hacemos el vivo, pero acá lo primero es que no tenemos el disco terminado. A la vez es algo que no es una improvisación, pero sí tiene mucho que se va decidiendo en el momento. En el escenario estamos Coghlan y yo, y está Joaquín Taba, que es el productor y toca sintetizadores Es un show electro, con influencia del house y del eurodance. Aunque sea electrónico tiene mucha cosa de improvisación; yo no estaba muy acostumbrado a eso, así que me parece una muy buena experiencia. A veces soy muy estructurado con las canciones, aunque no parezca, y este es un show más libre. Tiene el espíritu de discoteca, que a mí me gusta, pero es una cosa más de after porque tiene un espíritu un poco más de fiesta, y en un momento pico que está terminando.

—En una entrevista con “Creadores” hablaste sobre el proceso que un artista recorre para encontrar su voz. ¿Cómo fue el proceso para encontrar tu personalidad en el escenario y en qué momento la consolidaste?

—No creo que termine de encontrar ni consolidar mi voz ni mi obra. Trato siempre de estar activo, como de encontrar nuevos motivadores o viéndome desde otro lado. Puedo mirar un camino si miro para atrás, pero generalmente estoy viendo a los costados. Mi personalidad es bastante cambiante porque justamente juego con eso de estar siempre en un personaje. Pero en los últimos años eso no es tan prioritario; a veces cuando canto estoy re-tranca no me pongo peluca ni nada, y a veces sí. Pero creo que eso es más como encontrar una libertad que una voz. Voy como cambiando. Antes tenía otra manera de verme y estaba como mucho más confrontativo o a la defensiva, y creo que ahora ya no tanto. No sé si tiene que ver con una consolidación o una cuestión de edad.

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