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Cumplir años, la excusa perfecta

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"Las 'loser' somos ganadoras a full, porque tenemos el corazón grande". Foto: A. Martínez
Nota a Samantha Navarro, cantante, compositora y guitarrista uruguaya, en cantina del diario, foto Agustin Martinez, nd 20150528
Archivo El Pais

Samantha Navarro festeja 21 años de carrera y se la ve ansiosa. Es toda una responsabilidad hacer dos presentaciones en la Sala Hugo Balzo del Auditorio del Sodre, pero las enfrentará esta noche y mañana a las 21:00, con felicidad y rodeada de amigos. Hermanos de la vida o de la música, como les gusta decirles.

Sus rizos rubios y voluminosos se distribuyen en torno a una cara siempre sonriente; esos rizos que son una marca personal y que, de alguna manera, la impulsaron a cantar.

Dice no tener "la más remota idea" de por qué quiso mostrar sus canciones, lo que hizo por primera vez fuera de su entorno familiar en 1994, cuando ganó el Primer Festival de la Canción Inédita de Montevideo. Pero sus rulos, su talle, su cuerpo fuera de los estándares de belleza de la época, fueron causales de conflicto interno y obvia musa para componer.

"Yo era un ser un poco invisible, oscuro. Igual medía 1.72 y pesaba como 70 kilos, pero siempre me escondía y tenía mucha vergüenza de mi físico. ¡Y el pelo! No sabés lo que era mi pelo cuando era joven. Ahora soy pelada al lado de lo que era", le cuenta a El País en una extensa conversación. Aquellos temas que formaron parte de su primer disco reflejaban esa oscuridad y esas obsesiones, la crisis de una joven que se sentía un bicho raro.

"No soy la popular. Soy la que plancha, la gordita, la que tiene miedo a enamorarse, la que está metida dentro de un libro porque le tiene miedo a la vida. ¿Cuántas hay como yo? Debe haber más de una. Y yo hice canciones para todas nosotras, estaba colocada en ese lugar de rebeldía. ¿Qué me venís a hablar de te amo o te dejo si nadie nunca me besó? Somos las loser, que somos ganadoras a full porque tenemos un corazón gigante", analiza.

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En 1994 Navarro decidió presentarse en ese festival porque sabía que el jurado lo componían Eduardo Darnauchans y Fernando Cabrera, quien participa en su más reciente trabajo, Saltar al tiempo deseado (Perro Andaluz, 2015). No imaginaba que iba a ser seleccionada ni que iba a ganar; se conformaba con que sus ídolos escucharan "dos compases". Pero ganó y, recuerda, El País publicó una nota sobre ese evento e incluyó su foto.

Pasaron 21 años de aquel debut, de aquella nota, de enfrentar el desafío de romper el cascarón con una guitarra como arma para ganarle a los estándares. Revisando su obra para construir el repertorio que presentará en el Sodre, que consistirá en 21 canciones, se encontró con que ya ha editado más de 80 temas repartidos en 10 discos, cuyas portadas serán expuestas en estos recitales. Escoger un cuarto de esa porción de canciones requirió de ayuda.

"Había hecho una lista con temas que jamás toqué, pero la descarté porque por algo nunca los toqué. Entonces hice al revés. Me dije: vamos a ser inteligentes, Samantha, y hablé con unas amigas que son la razón de que yo insista y exista. Les consulté a ellas qué 10 temas no debían faltar, me mandaron una lista y armé el grueso. Después elegí muchas por cariño. Es un laburo lleno de amor y felicidad. Mirás para atrás y decís: qué salado. Te puede gustar o no te puede gustar, es como la comida: ¡pero que cocinaste, cocinaste!", resume.

En 21 años, además de cantar, componer y cocinar, Navarro hizo de todo: fue secretaria por muchos años y el último trabajo que recuerda a nivel extra musical es el de repartir vino por todo Montevideo, escuchando cumbia. "Alucinante", dice, y es una palabra frecuente en su vocabulario. Además es sommelier y estudió física, antropología e idiomas. Fue dejando todo por la mitad, porque nació con el don de la melodía y, aunque le costó, terminó aceptándolo y dejándolo fluir. "Soy como una mona sabia. Estudio y estudio y estudio todo el tiempo sin parar. Me dicen que soy un baúl de informaciones inútiles. A veces pienso que tengo como una educación de geisha, para entretener", bromea, siempre histriónica, cambiándole la tonalidad a ciertas palabras.

La cantante acaba de llegar de "terrible viaje": se presentó en Madrid, Barcelona, el País Vasco, visitó familia en Galicia y se fue a Estados Unidos a participar de un programa llamado "Promover el cambio social a través de las artes". Fue en Europa donde presentó el nuevo disco y donde se compró una campera multicolor que parece ir muy bien con su carácter.

Saltar al tiempo deseado es el segundo álbum de una trilogía sobre el tiempo que está en desarrollo, y en el que incluye "Tren fantasma", una canción "mágica". "Hay tres tipos básicos de canciones. La canción que hacés por ejercicio. Ah, voy a hacer una especie de bolero, lees las temáticas, te copás, hacés varios… Empezás a trabajar y del trabajo surge la magia. Segundo tipo de canción: por encargo. Te llaman de una obra y te piden lo que necesitan; lo hice para Otras Tres Gracias ahora. Y las terceras son las canciones mágicas. Señora Samantha, usted ha trabajado mucho —te dice el universo— en la música, le vamos a dar una melodía maravillosa", enuncia con una voz que se le ocurre, será parecida a la de la Madre Tierra.

Las canciones mágicas no faltarán en el Auditorio del Sodre, donde habrá muchos invitados y donde hará "un festejón imperdible. Es un laburo de la gran siete, no voy a hacer otro festejo de 21. Si sobrevivo, capaz que festejo los 42".

No le gusta pensar en lo que le queda por hacer, pero hace revisiones. Nota que tiene una trayectoria curvilínea, que nunca va recto desde A hacia B. Su vida y su carrera son, también, un rulo.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
"Las 'loser' somos ganadoras a full, porque tenemos el corazón grande". Foto: A. Martínez

Samantha Navarro festeja hoy y mañana sus 21 años de carrera en el Auditorio

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