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“Confío en el trabajo y el ensayo”

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Gabriel Peluffo. Foto: Darwin Borrelli

GABRIEL PELUFFO

El cantante de Buitres presenta De barro y asfalto, mañana a las 21:00 en la Hugo Balzo

Gabriel Peluffo. Foto: Darwin Borrelli
Gabriel Peluffo. Foto: Darwin Borrelli

En un escenario lejano en el tiempo y espacio, en un rincón del interior allá por 2007, la gente cantaba a coro el himno de Buitres, la banda que desde 1989 tiene a Gabriel Peluffo al frente. Ahí estaba él cantando, por ese entonces con 42 años, sin si quiera imaginar que 10 años más tarde estaría por subir a un escenario montevideano con algo completamente distinto a lo que era en ese momento. “Hay nervios”, admite en entrevista con El País.

Algunos dirán que el gusto por el tango se madura o que se aprende con la edad, pero para Peluffo, ahora con 52, fue siempre su entorno sonoro. Viene de Ana y Leopoldo, unos padres tangueros que llenaban la casa de casetes, discos de pasta y después de cds de “buen tango”. Lo que sí pudo resultar en una sorpresa para muchos, fue que de grande quisiera dejar de solo escucharlo para además cantarlo. Y aunque con Tango & Rock & Roll dio los primeros pasos junto a Julio Cobelli y Christian Cary, el desafío ahora es otro: estará solo.

Así, el médico y músico se parará mañana a las 21.00, en la sala Hugo Balzo del Auditorio Nacional, pero sin rock, sin punk, sin banda y con tres guitarras, en una impronta que le gusta y disfruta: la de cantor de tango, para presentar su primer disco solista, De barro y asfalto.

Como todo tiempo previo a la presentación de un disco, la vida de Peluffo se reparte entre entrevistas y ensayos que incluyen viajes a Buenos Aires; es que el disco lo grabó con el acompañamiento de los argentinos Jorge Omar Cordone y Carlos Cordone, guitarristas de Edmundo Rivero, y para el devenido en tanguero “es crucial” que estén por lo menos en los primeros espectáculos. A ellos se sumará de Cobelli.

–¿Estuviste por Buenos Aires en la previa de la Balzo?

–Que todo empezara con los Cordone me parecía que era algo justo para ser fiel al disco. Para eso había que ensayar, por lo que me fui todos los fines de semana por un mes a la ciudad de Rodríguez, que está a 60 kilómetros de Buenos Aires. Ahí surgió la posibilidad de tocar en el Torquato Tasso, emblemático para el tango porteño. Me ofrecieron un par de fechas y elegí ir ahora para así foguearnos en vivo antes de tocar en la Balzo.

–¿Cómo les fue en la primera presentación del disco?

–Nos fue muy bien, estuvo muy bueno. Como habíamos hecho prensa en radios, llevamos gente, un número acotado de personas. Pero el espectáculo salió como queríamos y nos sentimos muy bien tocando juntos. Era como la prueba, porque los ensayos siempre son bárbaros, pero hasta que no tocás en vivo no sabés.

–Tenés años arriba del escenario, pero esta es una experiencia nueva, ¿cómo te sentís?

–Te enfrentás con un montón de fantasmas que empiezan a aparecer. Primero porque por un lado tenés algo que te dice que podés con todo, pero cuando después las cosas se empiezan a plasmar, te viene un poco la incertidumbre de algo que va a cambiar. Incertidumbre por presentarte de una manera diferente, por no querer decepcionar y estar a la altura de los acontecimientos. Pero pienso que todo eso aparece porque soy un ser humano y es normal. Además también confío mucho en el trabajo y en el ensayo, y creo que por ese lado estoy en el lugar de la ribera de la paz. También sé que lo que estoy ofreciendo es para un grupo reducido que le guste y probablemente no es para el universo de personas que me sigue por Buitres. Yo me imagino un ambiente más íntimo, en el que algunas personas se van a sentir identificadas.

–Pero algún grupo de seguidores de Buitres te va a ir a ver...

–Sí, a mí me parece que por una fidelidad afectiva se van a acercar y van a ver. A la mayoría probablemente no le guste, pero a alguno sí.

–¿Qué le decís a esos que seguro van?

–Si les gusta, que sigan. Que es un producto muy distinto. No soy yo haciendo rock y no soy yo ni siquiera de la forma que canto rock. Es una interpretación realmente diferente.

–Ya diste una primera muestra con “Romance de barrio”, ¿qué respuestas obtuviste?

–“Romance” despista un poco. Primero porque es un valsecito, no te da demasiada pista de qué es lo que pasa adentro con el resto de la cajita. Me parece que el video desorienta. La realidad está cuando uno se enfrenta al disco y lo transcurre escuchándolo, tranquilo, en un momento de paz en su casa o en el auto o a través de los aparatitos caminando. Es una obra. Es un recorrido que te ofrece el disco que es cortito, pero tiene un paisaje bastante definido.

Romance de barrio, Gabriel Peluffo
Mirá el videoclip oficial de "Romance de barrio", de Gabriel Peluffo

–Ya tuviste tu momento de escucharlo a solas, ¿cómo te sentiste?

–Bien. En general lo vuelvo a escuchar cada tanto y cada vez que lo escucho estoy convencido de que hice bien en sacarlo. Eso es lo más importante. Y estéticamente me gusta mucho.

–¿Cuánto tiempo estuvo en tu cabeza la idea de hacer algo solista?

–No tenía necesidad de hacer una banda de rock porque en realidad he tenido la oportunidad de volcar todo en Buitres. Pero como cantor algún día quería hacer tango, y grabar un disco con guitarras era mi sueño. Tuve la suerte de que cuando estábamos grabando Canciones de una noche de verano, en 2014, Álvaro Villagra me mostró un disco de tango que había grabado, me preguntó si me gustaban las guitarras, le dije que sí y me contó que eran los hermanos Cordone, que tocaron con Don Edmundo Rivero, mi cantante favorito. Un año y medio después, me ofreció grabar un disco con ellos en Buenos Aires. Y en febrero de 2016 me decidí a hacerlo. Cuando compré los pasajes, salió lo de Tango & Rock y lo sentí como una señal de “llegó el momento, muchacho. Amenazaste mucho con que ibas a cantar tango, es el momento de que lo hagas”.

–¿Tus compañeros se sorprendieron?

–Les puse el disco después de la primera grabación de prueba. Les causó gracia, pero me dijeron que le diera para adelante. Mi hermano lo mismo.

–Cuando pasaste de Los Estómagos a Buitres hubo gente que dijo que había un cambio de discurso en vos, ¿te pasó lo mismo ahora?

–Esto creo que es un cambio de foco absoluto, no tiene nada que ver con aquel cambio que sí entiendo que haya sido desgarrador para mucha gente. También lo fue para nosotros.

–¿Y cómo pasás de Tango que me hiciste mal a cantar tango?

–Fue un título provocativo. Los Estómagos se caracterizaban por provocar en el escenario, con las letras, con la actitud, con el sonido. Y era una provocación generacional, pero a nosotros nos gustaba el tango, no estábamos en contra del tango.

–Este disco, ¿queda en “algo casual” o es el comienzo de algo más?

–Si puedo cumplir mi anhelo de presentarlo en todo el país no va a ser algo casual. La continuidad es incierta. Podría pasar a tocar con otra instrumentación, podría componer, pero es un condicional, todavía no lo tengo claro.

“Lo veo como algo que forma parte de mi vida”

El tango está en la vida de Gabriel Peluffo desde que es chico. Y aunque en lo técnico tuvo que prepararse mucho, aunque sabe que es una experiencia diferente, donde “hay más silencios y un contacto más personal”, reconoce que en él todo se dio de forma muy natural. Al “tango lo veo como algo que es parte de mi vida”, enfatiza y cuenta como además de traerlo de la casa, también lo escuchaba y charlaba con sus compañeros de Buitres.

Por eso creé que le resultó más fácil: “No tuve que aprender la mayoría de las letras. Se ponían a tocar y me salían de escucharlas nada más”.

Para él es importante remarcar que De barro y asfalto no está enfocado hacia un cantante de tango clásico, no es un homenaje ni una parodia ni es por hacerse “el malevo”. “Es mi visión como intérprete de temas que realmente me son entrañables y que significan mucho en mi vida”.

“Lo diferente”, reconoce, “es que esto depende de mí, es un deseo personal y todas las responsabilidades inherentes a esto son mías.

Capricho en forma de canción en el escenario

Peluffo está a la conquista del que imagina será un nuevo público. Con canciones elegidas “por capricho”, el cantor se presenta en un espectáculo que cree “hace un abuso histórico del tango”. Sin señirse por épocas ni por autores, hace un recorrido por lo que lo identifica. También, por sugerencia de los hermanos Cordone, incorpora temas clásicos como “Última curda” o “Sur”; por la poesía de Homero Manzi agrega “Ninguna”, y después está “Tabaco”, un tango antiguo pero que él descubrió en 2016 y le gustó: “Y ese soy yo y podría haber cantado esto hace 10 años o 20 años”.

Así se presenta Gabriel Peluffo mañana, en un espectáculo que sabe será más íntimo y a la espera de que guste como a él.

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