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Cantar historias de dos mundos

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Lea Ben Sasson. Foto: Francisco Flores
Nota a Lea Ben Sasson, cantante uruguaya, ND 20160722 foto Francisco Flores
Archivo El Pais

La cantante, mánager y productora se presenta el miércoles a las 21:00 en Teatro Agadu.

"Yo soy productora por accidente: era cantante de covers desde los 15 años, cantaba tres veces por semana en un boliche y un día estaba cantando en Rivera y Pablo de María y entró Rada, y yo estaba cantando “Negro”, un tema de él. Rada vivía en México y cuando recalaba en Uruguay le armaban unos toques en un lugar que quedaba al lado, y yo siempre decía: un día voy a conocer a Rada”.

Lea Ben Sasson cuenta esta anécdota sentada en el sillón de su academia La Escuela de la Voz, al día siguiente de acompañar a Ruben Rada, la figura más destacada de las que representa, al ensayo general de los Premios Platino que se realizaron ayer en Punta del Este.

Aunque ahora delega mucho en el equipo que trabaja en su agencia, Glamity, cuando hay contactos internacionales en el medio trata de estar presente porque se cosechan vínculos útiles para el futuro. "En octubre me voy con Fernando Cabrera a España porque quiero, no porque él me haya pedido. Es la primera gira de Fernando por España, son siete shows por ahora", cuenta, y casi sin querer empieza a vender a uno de los grandes de su catálogo.

Dice, sin embargo, que cuando tiene que promocionarse a sí misma no es tan sencillo ir al frente.

Como mánager y productora, Ben Sasson trata de acompañar a los artistas al menos al principio de su recorrido. Ahora ya no puede acompañarlos todo el tiempo a cada uno, aunque esta semana fue un tanto excepcional: el lunes arrancó acompañando a Cabrera al show de Soledad Pastorutti, en el que estuvo como invitado, y el jueves, a la vuelta del tour exprés con Rada, pasó a saludar a Francis Andreu luego de su show en Bluzz Live.

Después de años de priorizar su carrera de mánager y productora, ahora está tratando de repartirse otra vez entre ese trabajo más empresarial y el de artista, ese que arrastra desde los 15 años y que por más temporadas de inactividad que tenga, no logra hacer a un lado.

Este miércoles a las 21:00 se presentará en la Sala Blanca Podestá del Teatro Agadu con un espectáculo particular: un sing-up en el que combina sus canciones con historias, por cierto muy graciosas. Las entradas están en venta en Tickantel y boleterías a 250 pesos.

Ben Sasson ya estuvo haciendo este show durante tres meses en Cafetto Prado e incluso en Asunción del Paraguay, pero llegar a un teatro donde el público no esté "con la copita de vino" le agrega nervios al asunto. Se respalda en el guitarrista Gusmán Catjak, "un descubrimiento" que se adjudica.

"Fui a editar Autores en Vivo y vi a un rubiecito que cantaba los arreglos de guitarra de mis temas mientras editaba. Le pregunté si era guitarrista y me dijo: cuando precises a uno que se sepa tus temas, llamame. En esa época yo estaba tocando con Diego Rolón, el productor de mi disco No son rosas, pero como es argentino me costaba traerlo. Y me acordé de Gusmán dos años después", relata.

¿Qué le gustó a Ben Sasson de este muchacho al que nadie conocía? Además de que es un músico integral y muy bueno, le entusiasmó que tuviera un trabajo (el de editar videos) para estar cerca de la música. La hizo pensar en su propia situación, en cuando se convirtió en mánager por accidente a pesar de que ella era cantante.

Si no puede ver el video, haga click aquí.

Decidida.

"Cuando apareció la posibilidad de laburar con Rada, de quien soy absoluta fan, puse todo el foco en eso y fueron 10 años. Seguía siendo artista porque cantaba, pero cantaba para él: hacía coros, él armó La Otra... Cuando me fui a Buenos Aires dejé de cantar del todo, y ahí me di cuenta de lo que lo necesitaba", cuenta.

"Me dio una tristeza horrible porque sentía el fueguito interno, eso que dicen, y me pasó algo regroso: fui a una agencia de publicidad y uno de los creativos era trompetista y me dijo que tenía unos primos que hacían jazz y buscaban cantante".

Dice que estaba tan necesitada de cantar que no le importaba manejar dos veces por semana varios kilómetros hasta una sala de ensayo, para compartir con músicos "sub 20", como si empezara todo de nuevo. La banda se llamaba Black Motta, ella era Lady Motta y aunque duró poco en ese personaje, entendió que cantar era una parte suya fundamental.

"Soy las dos cosas, ¿qué le voy a hacer? Lo soy desde el primer día, desde que me subí a un avión con la guitarra para irme a Israel y un tipo me dijo: ¿a qué no sabés cantar en portugués? Me iba con 100 dólares y le dije: si me pagás... Le cobré 50 dólares, tenía 18 años y ese ya es el combo: productora y artista".

Hace poco, estando como jurado en Yo me llamo, la vida le volvió a dar otra señal de esas que cada tanto le recuerdan que esto siempre fue así: Valeria Lynch se encontró en Miami con una mujer que no sólo había sido compañera de liceo de Ben Sasson, sino que recordaba de memoria una canción que había compuesto por aquellos años para un festival.

"La semana pasada recibí dos mensajes de dos personas de aquella época con lo mismo", cuenta, y le parece surreal.

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Autobiográfica.

"Yo no soy del mundo del teatro ni del stand up, y temo aburrirme de la repetición", dice la cantante que por primera vez está acatando un guión. "También tengo miedo de aburrirme de mí misma porque lo que cuento me pasó todo, no es ficción".

En su sing-up, Ben Sasson cuenta sobre la colcha de crochet que le tejió su madre (que inspiró la canción "Crochet"), el concepto de belleza real, la relación con su cuerpo, sus relaciones personales —incluso de las menos felices—, aunque eso está aprendiendo a relativizarlo y, por supuesto, de su periplo artístico y empresarial, sobre todo de los varios años que vivió en Argentina. "Me gusta lo de contadora de historias, eso sí", dice. Pero lo que más le gusta es la autenticidad, y ahí le parece que está el diferencial de cualquier artista. Eso lo dice desde su lado de cantante, de mánager, de productora, de responsable de una escuela de formación vocal y de jurado de un reality show de talentos.

—Pero ese concepto, trabajando en un programa como "Yo me llamo", ¿cómo se lo inculcás a un participante cuyo objetivo es ser alguien más?

—No es parte de la meta. Yo me llamo fue el final de una carrerita que hice de jurado, antes hice dos más, y dudé porque era un programa de imitadores, y yo me preguntaba eso mismo: ¿qué ganan con estar imitando? Pero bueno, yo voy a evaluar una imitación, y lo que sucede de verdad es que pasa lo que ellos quieren que pase. Jenifer, la que ganó el primer año (imitaba a Whitney Houston), es una chica que cantaba en el ómnibus, no sabía una gota de inglés y nunca había tomado una clase de canto. Hoy tiene eventos, entonces dos por tres gana de un tirón lo que le cuesta mucho hacer en el ómnibus; aprendió algo de inglés, viene a la escuela y es la que nunca falta, se superó mucho y tiene una banda de soul porque le gusta esa música. Yo no sé si ella va a hacer carrera como Jenifer Suárez y viene de un reality, pero David Bisbal viene de un reality y nadie lo cuestiona. Entonces no tengo prejuicio ni los condeno por querer parecerse.

Una mezcla entretenida que llega a un teatro

El miércoles a las 21:00 Lea Ben Sasson se presentará, junto al guitarrista Gusmán Catjak, en la Sala Blanca Podestá del Teatro Agadu con este show de formato sing-up, en el que canta sus canciones pero contando las historias que hay detrás.

Es un espectáculo entretenido y dinámico que, aunque respeta un guión, no llega a ser stand up. La cantante mezcla los temas de su disco solista No son rosas con otros, que pueden ser de Ruben Rada o Larbanois-Carrero o incluso en otro idioma, pero las unifica con anécdotas y reflexiones que tienen que ver con su propia historia dividida entre dos tierras geográficas y profesionales.

Este show, llamado Lea te canta y te cuenta, ya estuvo rodando en algunos escenarios y llega por primera vez a una sala de teatro, lo que tiene otros riesgos.

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Lea Ben Sasson. Foto: Francisco Flores

LEA BEN SASSONBELÉN FOURMENT

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