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Los blues de un predicador trae su ceremonia al Teatro de Verano

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Nick Cave

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El lunes se presenta en Montevideo, Nick Cave, uno de los grandes artistas de la música contemporánea

Por ponerse a buscar palabras que definan la carrera de Nick Cave, uno podría aventurar un tímido “disciplina”. Quizás esa sea la razón, por ejemplo, de que en cuestión de 40 años haya pasado de ser un enclenque punk de Melbourne, Australia, a un crooner elegante, considerado uno de los más prestigiosos y talentosos de la escena musical de este, su tiempo.

Con ese estatus intacto es que se presentará mañana en el Teatro de Verano Ramón Collazo, en su primera y demorada visita a Uruguay. Toca Nick Cave and the Bad Seeds y el cielo puede esperar.

Las entradas están en Abitab; las de platea baja están agotadas; con suerte quedan las de 2250 pesos.

El show de los Bad Seeds es parte del festival Primavero 0. Abren Buenos Muchachos, sus acólitos locales a quienes se los presume emocionados: Cave fue una figura clave en la formación musical de esta banda que ha llenado solita el Teatro de Verano. Llegan con un disco elogiado y de oro (#8) y van a cumplir un sueño de siempre.

La disciplina, por ejemplo, puede ser tomada como una ética que ha llevado a la literatura y al cine al que suele visitar como compositor, guionista, director o actor. Además, con sus trajes de alta gama, su renegrido pelo largo engominado hacia atrás, se ha vuelto un ¿involuntario? icono de la moda, una categoría que suele desplegar junto a su esposa, la diseñadora de modas Susie, en selectas alfombras rojas. Y empezó como un enclenque punk de Melbourne.

En todos esos rubros ha sido recibido con elogios profesionales que consolidó una masa crítica a favor de su obra, importante en todo el mundo. Eso lo ha mantenido ocupado, creativo y vigente: la salida de un nuevo disco de Cave es un acontecimiento. Él ha complacido esa expectativa con canciones de letra inspirada y densidad. Es un cultor del oficio de compositor, una tarea que realiza, ha dicho, en jornadas oficinescas de ocho horas.

También se precisa disciplina, dicen, para mantener a raya a los demonios interiores, los excesos y las tragedias personales que han marcado su vida y su obra. Eso incluye la muerte accidental de su hijo, Arthur , de 15 años, en 2015. Uno de los tantos documentales sobre su vida, One More Time with Feeling, registró esos momentos que desembocan en uno de sus discos más personales, Slekeleton Tree.

Y seguro sea esa disciplina, ya que estamos, la que lo llevó a ser el músico que es hoy. Del blues refinado y rockero que practica con estos Bad Seeds que vienen mañana, hay bastante poco de los vericuetos modernos en los que se metía con su primera banda, The Boys Next Door.

La música de Cave transcurre entre esos dos extremos en un resumen de influencias entre las que están el rock, el punk, el blues, el country, el gospel, la literatura gótica americana, el dadaísmo, Frank Sinatra, Johnny Cash y Johnny Rotten. Todo con un porte intimidante y seductor. Mucha de esa magia se despliega en vivo, en shows que tienen algo de ceremonia con un Cave en plan predicador inspirado en el Robert Mitchum de La noche del cazador.

Nació el 22 de setiembre de 1957 en Warracknabeal, un pueblo pequeño del estado de Victoria, en Australia. Un paraje rural remoto, en ninguna parte, pero que lo expuso, ha dicho, a una infancia feliz.

Mudados a Melbourne, Cave la fue de infanto juvenil y quizás mal estudiante, pero con una debilidad importante por la música. Su padre murió en un accidente de tránsito cuando Cave tenía 19 años, tres años después de juntarse con unos amigos (entre ellos los duraderos Mick Harvey y Phill Calvert, quienes lo acompañaron en algunos de los proyectos siguientes) a tocar, dejar la educación formal y formar una banda, The Boys Next Door.

Así consiguieron su primer contrato, su primera actuación, su primer disco y su primer éxito. Se convirtieron. se dice, en la sensación de la escena afterpunk australiana, algo que puede sonar poco, pero fue mucho. Su música era tristona, con cierta vocación pop arruinada por la poesía y el porte de un Cave ganados por introspección y espasmos, respectivamente.

The Boys Next Door
Vea el video de "Shivers", uno de los primeros éxitos de Nick Cave con The Boys Next Door

Una de sus canciones más pop, “Shivers”, por ejemplo, comienza con el alentador primer verso de “he estado contemplando el suicidio”. Si no fuera por eso, sería una balada propia de fines de la década de 1970.

Ese tono lobrego se acentuaría con The Birthday Party, la banda con la que Cave y sus amigos se mudaron a Londres y Berlín como para empezar tranquilos la década de 1980. De paso: se necesitaba disciplina para sobrevivir a esa suerte de oscura República de Weimar que vivía la ciudad dividida. Los Birthday Party deconstruían sus canciones en un paisaje de rock industrial, free jazz, distorsión experimental y alaridos poéticos, que aportaron banda de sonido de la ciudad. La presencia de Cave en esa movida berlinesa la certificó Wim Wenders en Alas del deseo, en la que los Bad Seeds son el primer contacto con la contemporaneidad del ángel que interpreta Bruno Ganz.

The Birthday Party
Vea una versión para televisión de la psicótica "Junkyard" de Birthday Party

Los Bad Seeds han sido su formación más estable: existen, aunque con cambios significativos de sus integrantes, desde 1984. Siempre bien asociado (Mick Harvey, Blixa Bargeld), esta última etapa (que abarca enterito lo que lleva el siglo) de la banda parece copiloteada por el violinista y multiinstrumentista Warren Ellis, barbado compinche de esta y otras aventuras. Los dos han hechos elogiadas bandas de sonido de películas importantes (War Machine, The Road, Hell or High Water), grupos (Grinderman, donde también está Martyn P. Casey y algún otro Bad Seed) y proyectos varios.

Nick Cave
Vea el video de "Fifteen Feet Of Pure White Snow", una canción de los Bad Seed

Fue ahí donde Cave desarrolló su universo propio de cantor de bar tirando a maldito, pero elegante y seductor. Esa música se ha ido depurando pero sin perder fiereza y tono blusero, conjugado en el magnetismo de la presencia de Cave con su voz y su escena. Su rango musical, su nivel de producción, se ha ampliado en sutilezas y presupuesto pero. al final del camino, sigue siendo el más bello de los páramos, uno que pide complicidades y da recompensas. En lo suyo también hay las baladas y hasta un costado pop pero siempre anda rondando su espíritu más salvaje.

Además de Cave, Casey y Ellis, la formación de los Bad Seeds para el Teatro de Verano, la completan el histórico baterista Thomas Wydler (que está en la banda desde 1985), el percusionista Jim Sclavunos (un Bad Seed desde 1994, también en Grinderman), el guitarrista George Vjestica (socio en lo de las bandas de sonido) y el tecladista Larry Mullins (un productor de grandes números del indie). Son una pandilla que ha vivido, junta o en otros batallones, más de mil batallas. En la de mañana, seguro ganan ellos.

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