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Banda que sigue girando

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The Beatles. Foto: Difusión
JOHN LENNON, RINGO STARR, PAUL MCCARTNEY, GEORGE HARRISON - THE BEATLES D:\Users\bfourment\Desktop\120001.JPG

Se exhibe en Life Cinemas la película de Ron Howard sobre el cuarteto.

Pasaron ya 50 años desde que la beatlemanía se ganó la atención de la prensa con una banda sonora a puro chillido femenino, y hasta hoy es difícil encontrar las causas que llevaban a miles y miles de adolescentes a gritar desaforadamente cada vez que los Beatles aparecían. Y en aquella época, aparecían bastante a menudo.

Pues los protagonistas tampoco se explicaban qué era lo que estaba pasando, solo trataban de atravesar esa locura, a veces entre risas y a veces con un poco más de molestia, cruzando fronteras sin parar.

"¿Por qué gritan?", le pregunta un periodista a la banda en un momento de The Beatles: Eight Days a Week - The Touring Years, el documental del oscarizado director Ron Howard que desde ayer y hasta el miércoles próximo se exhibe en Montevideo (ver recuadro). El hombre trata de tener una charla con los cuatro de Liverpool, y de fondo hay un zumbido agudo que es apenas representativo del alboroto que hay a metros.

"No lo sé, no te podría decir", dice un jovencísimo John Lennon y sus compañeros asienten. Nadie se lo explica y explicarlo no es, además, el objetivo de Ron Howard a la hora de hacer este documental. Eight Days a Week - The Touring Years busca retratar justamente los años en los que la banda estuvo de gira, con todas esas luces y sombras que al final fueron un factor clave en el desenlace de esta pequeña familia que terminó fragmentada.

Al principio no era así, y desde ahí arranca Howard su construcción. "Al final se había vuelto un poco complicado, pero al principio parecía muy simple", dice sobre el primer tramo Paul McCartney, quien junto con Ringo Starr y las viudas Yoko Ono y Olivia Harrison, oficiaron como productores de esta biografía parcial y autorizada.

Y en eso se resume (a grandísimos rasgos) lo que muestra este documental, que es otra porción del vasto universo beatle que parece en constante expansión. Cincuenta años después, Howard viene a probar la grandeza de esta banda con una película buena e imperdible para cualquier fanático.

No hay nada de revelador, no hay ninguna confesión que venga a cambiar la historia a esta altura, excepto que en épocas de radical segregación racial, el cuarteto se encargaba de precisar en sus contratos que no aceptaba ningún tipo de división en su público. "Tocábamos para la gente", dice Starr.

Lo que sí hay, a fuerza de imágenes inéditas y muchos tramos de entrecasa, un trabajo que abarca poco —sólo cuatro años— para apretar mucho.

Sin Parar.

Hay dos grandes elementos que pintan la esencia de Eight Days a Week: The Touring Years. Por un lado está el grito ensordecedor y la multitud arrancándose literalmente los pelos; y por el otro están los rostros de cuatro chicos famosos con una sonrisa que, a medida que avanza el documental, va desapareciendo.

En el medio de todo eso está una fiebre en aumento que encontró su máxima viralización cuando llegó a Estados Unidos, a la que le ponen voz McCartney y Starr, pero también Lennon y George Harrison desde el archivo. Está un humor muy irónico (a un periodista que le pregunta "¿y vos cuál sos?", Lennon le contesta "Eric" con total seguridad) que fue mutando hacia un lugar más agresivo que encontraría en la prensa a un ferviente oponente. Están Whoopi Goldberg y Sigourney Weaver contando de su propia experiencia como beatlemaníacas, y el compositor Howard Goodall comparando a los Beatles con autores como Schubert o Mozart por su cantidad de buenas obras.

Y hay abundancia de viajes en aviones y de público deseoso por correr detrás de estos muchachos que, hasta que pudieron, fueron adelante con su música. La burbuja creció tanto que se les fue de las manos: un concierto para 55.000 personas en el Shae Stadium en el que de tanto ruido no se escuchaban ni a sí mismos, y la famosa declaración de Lennon en la que decía que los Beatles eran más populares que Jesús (puesta en contexto tiene mucha lógica), fueron dos detonantes.

"La música no estaba siendo escuchada, era como un show raro", dice Harrison en un momento. "La única razón para ser los Beatles era para hacer música, no para estar en un circo", agrega en un documental en el que la sinrazón está clara.

Eight Days a Week es como girar un par de horas y a ritmo vertiginoso con los Beatles, para después tener una pausa y un final que no podría haber sido más poético: con la banda en las alturas, más cerca de Jesús que de sus fanáticos, en el último concierto de su historia.

Una semana en tres salas.

La película está en Life Cinemas de Punta Carretas y Punta Shopping hoy y mañana a las 19:50 y 22:30, y de domingo a miércoles inclusive a las 19:30 y 22:10; y el sábado en única función a las 19:50 en Costa Urbana. La entrada cuesta 300 pesos.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
The Beatles. Foto: Difusión

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