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Las audacias de un artista que todavía sigue brillando

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Ney Matogrosso. Foto: Ariel Colmegna

El brasileño pasó una vez más por Montevideo con "Atento aos sianis".

Ninguna estrella empieza en hora. Aunque los parlantes del Auditorio del Sodre habían llamado a sala y anunciado que "En cinco minutos empieza el espectáculo", Matogrosso arrancó su concierto una media hora después de las 20:00, el horario anunciado. Todo bien. Esperar un poco por un artista de la talla de este intérprete no le hace mal a nadie. Sobre todo porque él hace que la valga.

Mientras, el Auditorio se iba llenando y sonaba la música funcional de Zingabeat, el dúo (DJ y saxofonista) encargado de la previa. Entre el público había caras conocidas, tanto del ambiente cultural como de los medios. Es que Matogrosso goza de un merecido prestigio, uno que él fue construyendo durante décadas en Brasil y que acá no hemos podido ver sino hasta ahora, al final de su trayectoria artística. Incluso el músico carioca Lulú Santos estaba en la audiencia, con una sonrisa de oreja a oreja por la expectativa de ver a su colega.

Más allá de famosos y no tanto, no se ve muy a menudo una audiencia tan heterogénea como la que acudió al Auditorio el domingo.

Desde señoras mayores —algunas de las cuales se tiraron entusiastamente sobre Matogrosso cuando él se sentó sobre el borde del escenario— a parejas jóvenes del mismo sexo, con prácticamente todas las franjas etarias imaginables entre esos dos polos.

Cuando él salió, el público estaba a punto caramelo: expectante, entusiasmado y casi impaciente. Su aparición fue cualquier cosa menos bajo perfil. Como un pavo real que en vez de desplegar plumas se infundió en unos atuendos brillantes, Matogrosso se apoderó del escenario con pasos de baile, gestos y miradas que avisaban que esto, este concierto, iba a ser fuera de lo común.

Y no es que hubiese otra cosa que música, luces e imágenes proyectadas. Lo que pasó fue que Matogrosso y su equipo idearon un show caracterizado por el buen gusto (habría que hacer cursos de Diseño de Luces con este espectáculo) y con un repertorio que —aunque no fuera un Grandes Éxitos— era atractivo y capaz de mantener el interés durante todo el concierto.

Es casi desconcertante ver a alguien de 75 años moverse como se mueve Matogrosso. Más allá de la vitalidad y el brío que transmite cuando se pavonea, también es raro ver a alguien de esa edad presentar un vestuario tan estrafalario sin que eso resulte, en lo más mínimo, chocante o involuntariamente cómico.

Es cierto que esa manera de vestirse forma parte de su identidad, pero como se pudo apreciar en las imágenes proyectadas durante una parte del espectáculo, Matogrosso ha sido visualmente muy cambiante: desde los casi desnudos en blanco y negro de algunas fotos de su juventud, hasta apariencias que parecían cruzar al teatro kabuki japonés con David Bowie y Kiss.

Ha tenido mil aspectos pero nunca dejó de ser él mismo: audaz, talentoso y con una voz que consigue aunar todos esos impulsos y colores en un estilo musical propio.

Ney Matogrosso [*****]

Repertorio: "Rua Da Passagem", Incendio", "Vida Louca Vida", "Roendo As Unhas", "Noite Torta", "A Ilusão Da Casa", "Two Naira Fity Kobo", "Fregues Da Meia Noite", "Isso Não Vai Ficar Assim", "Pronomes", "Nao Consigo", "Tupi Fusão", "Samba Do Blackberry", "Todo Mundo o Tempo Todo", "Poema", "Amor", "Ex Amor", "Beijo De Ima". Sala: Auditorio del Sodre Adela Reta. Fecha: Domingo 7 de mayo 2017.

Atención a la señales de un rockero.

Más allá de que sea un emblema de la música popular brasileña, el estilo de Matogrosso es poco idiosincrático, si por eso se entiende una mescolanza de bossa nova, samba y algunos otros géneros musicales que a menudo esquemáticamente identificamos como "Made in Brazil". No es que no tenga esos elementos en su estilo (de hecho, uno de sus mejores discos es sobre canciones del sambista Cartola). Es que al menos en esta parte de su larga trayectoria (su primer disco es de 1975), Matogrosso acentúa dos de sus principales influencias: el rock y la variante brasileña del funk. En este espectáculo, basado en el disco Atento aos sinais, publicado en 2013, las guitarras eléctricas distorsionadas y los vientos (que a veces viran hacia el jazz), son protagonistas.

El repertorio del concierto se ajustó al del disco casi exactamente, con algunos desvíos hacia varias de las canciones que son hitos de su trayectoria, como "Amor", de Cazuza y Roberto Frejat, un tema tan poderoso como emotivo, y al que Matogrosso le hace total justicia.

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Ney Matogrosso. Foto: Ariel Colmegna

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