Publicidad

Entre aplausos, selfies y los espacios vacíos de unos Graffiti integradores

Compartir esta noticia
El Gucci: una de las figuras que resaltaron en la noche de los Premios Graffiti. Foto: Pata Torres

La dupla de conductores integrada por Florencia Infante y Rufo Martínez, anuncia que Dunamis se lleva el premio a Mejor Álbum de Inspiración Cristiana en los Graffiti 2016 y en la tertulia un grupo se enloquece gritando.

Esto no pasará muchas veces en la ceremonia: se repetirá cada vez que nombren a Alucinaciones en Familia, que llegó como la gran revelación indie de la noche y abrió la gala tocando para que después su cantante y figura, Pau O’ Bianchi, se fuera. O cuando se nombre a Márama, la banda de cumbia pop del momento que llegó hace horas desde Buenos Aires, pero estará con su mejor cara en la primera fila, desde el primero hasta el último minuto.

Serán esos, y los aplausos que se escucharán tras cada actuación en vivo, los momentos más cálidos de una noche que en cuanto a respuesta del público fue tibia. Y eso sorprende, teniendo en cuenta que la mayoría de los presentes eran músicos y personas vinculadas a la industria musical nacional. Una industria de la que todos suelen hablar con esas frases que ya son archiconocidas: no hay espacios donde tocar, los discos no se venden, no hay integración, faltan mujeres, no hay apoyo, no hay impulso.

En los Graffiti nada de eso tiene cabida. Es una ceremonia en el Auditorio del Sodre, que tiene la sala más linda de la ciudad con los mejores recursos. El despliegue del lunes fue bien moderno, con pantallas a lo largo y ancho del escenario, pausas cortas atendiendo la televisación y un sonido que fue bastante prolijo durante cuatro horas. O sea que hay inversión y un espacio para tocar mientras los miran en vivo o por televisión.

Y hay integración, más allá de algún criterio cuestionable como el de la categoría Pop Latino donde convivieron para esta edición Ruben Rada, La Trenza, Sirilo, Pantrar en calor y Márama, que al final ganó. Los Graffiti premian desde la música de inspiración religiosa hasta el tango y la música instrumental, desde la tropical hasta el rock en sus distintos encares. Incluso hay lugar para que el público elija a sus favoritos.

Dunamis le agradece a Dios. El artista electrónico Jack Doorman habla de Uber. Malena Muyala se saca una selfie con Samantha Navarro, Mónica Navarro y Maia Castro. Lucas Meyer se tira agua sobre la cabeza. Boomerang canta "Nancy y Sid" aunque los presentadores anunciaron "Candombe de la Aduana" en el homenaje a Jorge Nasser, que va de acá para allá en el escenario sin saber muy bien dónde ubicarse. Los AFC llegan tarde y para ese entonces ya ganaron el premio a Mejor Álbum de Hip Hop por A.N.T.R.O. Gustavo Montemurro dice que admira al Maestro Tabárez y Trotsky Vengarán presenta dos canciones nuevas: todo eso es integración.

Y con todo eso, sorprendió que la mayoría de los músicos se fueran después de ganar o no ganar el premio al que aspiraban, dejando una sala que al principio estaba repleta, vacía para el tramo final de la ceremonia que siempre es el más importante. Una pena.

En ese tramo final fue donde Federico Lima se pasó bajando y subiendo del escenario para recibir una seguidilla de galardones con Socio, su proyecto musical. Mini glorias no será el disco más complejo ni ambicioso de los editados el año pasado en Uruguay, pero enaltece el valor de la canción y a eso nadie le ganó. "Hay una canción en algún disco, esperando a sonar para salvarte", canta Lima en "El sonido": eso dice todo.

También subió Julieta Rada, preciosa, a buscar el reconocimiento como Solista Femenino del Año. Hasta ahora no faltan los que en las redes creen que todo tiene que ver con su apellido, pero Corazón diamante, el disco que hizo con Nicolás Ibarburu y que le valió este premio, es un buen trabajo que habría que escuchar más y prejuzgar menos.

Y Agustín Casanova se plantó a dar un discurso serio sobre la música, los sueños y que no todo es plata, ante un Auditorio que, salvo sus fanáticos, se le resistió bastante. Los Márama se llevaron tres premios, se sacaron fotos con niños y adultos, se saludaron con El Gucci o la propia Rada, bailaron con Hablan por la Espalda y escucharon abucheos y críticas por lo bajo sin motivo.

Al Gucci, aunque también es de la movida tropical, eso no le pasa: por algo que trasciende el carisma (de eso, Casanova tiene de sobra), a él todos lo siguieron con las palmas y lo aplaudieron cuando insistió en que la música es música más allá del género. Se repartió el protagonismo con Fermín Solana, quien se paseó con un cuadro de San Jorge e hizo una presentación bastante salvaje con Hablan por la Espalda, que descolocó a los que nunca lo habían visto en vivo. Mientras, el Colorado de Omar Gutiérrez lo aplaudía con entusiasmo.

Para vivir in situ, los Graffiti fueron una fiesta bastante entretenida e integrada. Sus protagonistas, eso sí, deberían ponerle un poco más de onda.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
El Gucci: una de las figuras que resaltaron en la noche de los Premios Graffiti. Foto: Pata Torres

AHÍ ESTUVE

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad