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50 años de "My Sweet Lord", la canción que llevó a George Harrison al número uno

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George Harrison en 1974. Foto: Getty Images.

HISTORIA DE UNA CANCIÓN

En noviembre de 1970, George Harrison lanzó "My Sweet Lord", la canción que se convertiría en el primer número uno de un exbeatle. Esta es su historia.

"Cada vez que prendo la radio está sonando ‘My Sweet Lord’”, le dijo John Lennon a un periodista unas semanas después del lanzamiento del mayor éxito solista de George Harrison. “Estoy empezando a pensar que seguramente hay un Dios”, agregó el exbeatle, en tono de admiración. Es que ese clásico tan pegadizo que la semana pasada cumplió 50 años está atravesado por tanta devoción y alegría que pone a cantar hasta al ateo más convencido.

A medida que la canción va creciendo, un coro de voces sobregrabadas por el propio Harrison —e inspirado en la música gospel— irrumpe en la mezcla para completar cada frase. Y, cuando uno se quiere dar cuenta, ya está cantado el mantra completo del Hare Krishna, nombrando a varios gurúes hindúes y coreando unos “Aleluyas” a todo volumen. Así funcionan las grandes canciones pop.

My Sweet Lord”, el sencillo debut de la carrera solista de Harrison, fue un éxito arrollador. Se convirtió en la primera canción de un exbeatle en llegar al número uno en Estados Unidos, se mantuvo en ese puesto durante cuatro semanas y vendió un millón de copias. Y, por si fuera poco, terminó de darle ese prestigio como compositor y protagonista que tanto anhelaba.

Así quedaba atrás el famoso mote de “El Beatle silencioso” que definió su paso por la banda más popular de la historia. “My Sweet Lord” fue la consolidación de un camino que había comenzado en 1968, cuando el guitarrista grabó “While My Guitar Gently Weeps” en el disco doble The White Album, y que continuaría el año siguiente con los éxitos “Something” y “Here Comes the Sun”, de Abbey Road.

Si bien quedaron en la memoria colectiva como tres de las mejores canciones de su última etapa juntos, Harrison tenía que seguir luchando para incluir sus letras en un repertorio dominado por John Lennon y Paul McCartney. Por eso, grabó dos álbumes solistas mientras seguía con ellos: la banda sonora de la película Wonderwall (1968) y Electronic Sounds (1969), un disco puramente electrónico y experimental.

Al año siguiente, cuando llegó su verdadero debut como solista, Harrison se sacó las ganas con All Things Must Pass, un disco triple donde todas esas canciones que habían quedado de lado finalmente pudieron ver la luz. El repertorio está cargado de grandes momentos, como “What Is Life?”, “Beware Of Darkness”, “Isn’t It a Pity”, “I’d Have You Anytime” y “My Sweet Lord”.

Esta última comenzó a gestarse en diciembre de 1969, mientras Harrison empezaba a imaginarse una vida sin The Beatles. Salió de gira por Dinamarca como invitado del dúo de rock y soul Delaney & Bonnie junto a Eric Clapton y al tecladista Billy Preston —que grabó el frenético solo de órgano de “Get Back”—, y empezó a interesarse en los secretos de las buenas canciones religiosas.

Para ese momento, Harrison estaba profundamente interesado en el movimiento religioso Hare Krishna e incluso había financiado el single “Hare Krishna Mantra”, grabado por el Radha Krishna Temple, que se terminó transformando en un éxito inesperado en el Reino Unido y alcanzaría el puesto 12 de las listas.

Con esa canción como antecedente y con el éxito gospel “Oh Happy Days” (1969), de los Edwin Hawkins Singers, empezó a componer. Durante un descanso de la gira ideó “My Sweet Lord” mientras cantaba varios “Aleluya” y “Hare Krishna” y los acompañaba con acordes mayores y menores de su guitarra. “Mi dulce señor, / Realmente quiero verte, / Realmente quiero estar contigo”, canta en un tono dulce pero decidido, donde termina de confirmar su compromiso con la religión hindú.

La primera versión fue grabada por Preston en su disco Encouraging Words y editada en setiembre de 1970 por Apple, el sello fundado por The Beatles. En esa grabación se escuchan todos los elementos gospel que inspiraron a Harrison: el canto de Preston se compromete con cada palabra, un coro femenino se encarga de exaltar cada frase, y un órgano Hammond toma el protagonismo.

Pero “My Sweet Lord” terminaría convirtiéndose en lo que fue cuando la grabó Harrison. De la mano del célebre productor Phil Spector, le sumaron arreglos orquestales, numerosas guitarras acústicas sobregrabadas y esas melancólicas notas de guitarra slide que, desde el solo de “Something”, se habían convertido en su sello musical.

El éxito fue inmediato y Harrison se ganó su tan ansiado reconocimiento, pero hubo un problema. Apenas unos meses después, se vio involucrado en un juicio en el que se lo acusó de robar tres notas de “He’s So Fine”, un éxito de 1963 grabado por The Chiffons. Basta con escuchar ese tema para comprobar que no estaban tan errados.

Fue un proceso que recién llegó al juzgado en 1976. Después de tres días de declaraciones, un juez dictaminó que Harrison había cometido “plagio inconsciente” y debió pagar casi 600 mil dólares por daños y perjuicios a los herederos del autor y a Bright Tunes, la editora del tema.

Para su próximo disco, Thirty -Three and 1/3 (1976), grabó “This Song”, que habla del tema con bastante ironía. “Esta melodía no tiene nada de Bright (brillante), / esta melodía no es ni buena ni mala, y pase lo que pase, / Mi experto dice que está bien”, canta.

A pesar de las cuestiones legales que marcarían un precedente en las acusaciones de plagio, a 50 años de su lanzamiento, “My Sweet Lord” sigue invitando a un alegre canto colectivo. Pero lo más importante es que demostró que, de una vez por todas, la idea del “Beatle silencioso” ya era cosa del pasado.

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