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El amor siempre le gana a la lluvia

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Phil Collins demostró el poder de sus canciones y lo intacto que está el cariño de los uruguayos. Foto: Darwin Borrelli

Crónica

El exitoso artista británico enfrentó a la tormenta con un show repleto de sus éxitos

Phil Collins consiguió muchas cosas en su presentación del sábado en la tribuna Olímpica del Estadio Centenario, pero no pudo contener la lluvia. De hecho, como si estuviera pactado, las primeras gotas aparecieron poco antes del solo de batería de “In the Air Tonight”, el primer trueno de una tormenta que acompañó todo el tramo final del show.

Fue una contrariedad mínima para los uruguayos que llenaron la tribuna y que a esa altura estaban comprados por el despliegue musical y el cariño hacia las canciones que convirtieron a Collins en uno de los artistas más exitosos de la historia de la música popular. Él se limitó a cantar su repertorio desde una silla de oficina ya que, como quedó claro en su titubeante ingreso al escenario apoyado en un bastón, el estado físico de Collins no pasa precisamente por su mejor momento.

La información oficial habla de que el músico sufre “caída de pie”, un desorden neuromuscular que le afecta la habilidad para levantar un pie desde el tobillo. Fue provocado por una caída el año pasado y una vieja operación en su espalda. Esa condición le obligó a suspender conciertos y a limitar su participación a cantar sentado en esa silla giratoria.

En los últimos tiempos también se ha hablado de problemas de audición y una complicación cervical que le impide tocar la batería. Ese puesto, en esta gira, fue tomado por su hijo, Nicholas Collins de 16 años, quien no desentonó para nada en una banda cargada de veteranos y prestigiosos músicos de sesión.

Después que la banda uruguaya Reversa recibiera a los tempraneros con un pop rock que a pesar de las circunstancias sonó interesante, la velada la abrieron los británicos Pretenders que acompaña a Collins en este tramo de la gira como banda invitada.

Siempre liderados por Chrissie Hynde (el otro miembro original fue el baterista Martin Chambers), la banda demostró una fiereza rockera que calentó a la tribuna. Entregó un show breve pero intenso en el que Hynde (que tiene 66 años y no los aparenta) repasó algunos de sus grandes éxitos: el más celebrado fue “Don’t Get Me Wrong” pero también estuvieron “Back in the Chain Gang”, “Middle of the Road”, “Stop Your Sobbing” y “Message of Love”.

Aunque estaba claro que ahí todos estaban por Collins, lo de Pretenders emocionó a aquellos que disfrutamos de su música y de Hynde, una de las más grandes mujeres del rock de la historia. Su encanto y su capacidad para rockear están intactos. Lo comprobó una tribuna ya repleta para las 19.30 cuando estaba anunciado su show.

Una hora y media después y precedido por enormes fotos de su historial, Collins entró en escena vestido de un azul oscuro y no demasiado elegancia. Fue saludado con una merecida ovación: es uno de los artistas más populares del mundo con canciones con un encanto al que los uruguayos nunca fueron indiferentes. Saludó tirando besos y desde entonces se limitó a cantar y a algunos breves interludios con los lugares comunes que se dicen en circunstancias como esas.

The Legendary Phil Collins Live
InvitadoPretenders
DóndeEstadio Centenario
Cuándo17 de marzo

Banda: Phil Collins (voz), Nicholas Collins (batería), Daryl Stuermer (primera guitarra), Leland Sklar (bajo), Brad Cole (teclados), Luis Conte (percusión), Ronnie Caryl (guitarra rítmica), Arnold McCuller, Amy Keys, Bridgette Bryant, Lamont van Hook, Harry Kim (trompeta), Dan Fornero (trompeta), George Shelby (saxo), Luis Bonilla (trombón). Repertorio: “Against All Odds (Take a Look at Me Now)”, “Another Day in Paradise”, “I Missed Again”, “Hang in Long Enough”, “Throwing It All Away”, “Follow You Follow Me”, “Who Said I Would”, “Separate Lives”, “Something Happened on the Way to Heaven”, “In the Air Tonight”, “You Can’t Hurry Love”, “Dance Into the Light”, “Invisible Touch”, “Easy Lover”, “Sussudio”, “Take Me Home”. Telonero local: Reversa.

Limitado por sus evidentes complicaciones físicas, Collins mantiene su voz intacta, lo que permitió un reconocimiento afectivo con su repertorio. Su entonación es la misma que en los discos y eso ayudó a establecer la magia con un público que, desde la primera canción, no paró de corear, bailar y emocionarse ante alguno de los grandes momentos de un repertorio que, si quisiera, podría convertir en un show interminable.

Lo del sábado, en realidad, fueron 90 minutos bien disfrutables (en el hemisferio norte esta gira incluyó 21 canciones, acá fueron 15 y un bis), principalmente gracias a la banda y al despliegue visual de unas enormes pantallas que llenaban de colores el escenario. En algún momento, mostraron imágenes de Genesis, su primera banda de la que aportó tres canciones, “Throwing It All Again”, “Follow You, Follow Me” y una larga versión de “Invisible Touch” que fue coreada por toda la parcialidad.

Los 15 músicos en escena fueron una parte importantísima del show. Son instrumentistas y vocalistas de primera línea y veteranos de giras con los principales artistas del mundo, además de tener carreras propias.

Algunos de ellos acompañan a Collins desde la década de 1970 (el guitarrista Daryl Stuermer tocó en Genesis, por ejemplo) y otros son sesionistas clásicos como el barbudo Leland Sklar que tiene 70 años y desde 1962 ha tocado con todo el mundo. La banda es formidable e incluye cuatro coristas (todos reconocidos en el ambiente) y una línea de cuatro vientos que animaron la fiesta, mientras el anfitrión los miraba, y parecía disfrutar, desde su acotada presencia escénica.

El show —presentado como “The Legendary Phil Collins Live” que destaca un título (“legendario”) que le corresponde con creces— fue una combinación de dos de las tres vertientes de su música. Por un lado estuvieron las baladas. El show se inició con dos de sus más exitosas (“Against All Odds” y “Another Day in Paradise”) y después de algunos midtempos, llegó a “In the Air Tonight”, una de sus canciones más populares y uno de los más peculiares hits del pop. La versión fue impecable y precedió el tramo final (bajo lluvia) donde desplegó todo su arsenal más funk y soul. Allí estuvieron “Can’t Hurry Love” de las Supremes, “Dance into the Light” y un cierre a todo ritmo con “Invisible Touch”, “Easy Lover” y “Sussudio”. Después de poner a bailar a toda una tribuna, Collins se despidió y volvió al ratito con “Take Me Home”. cuatro minutos después, en una caravana a la que le abría el paso una moto policial abandonó el Estadio Centenario.

Así, Collins dejó al público encendido y contagiado por la vitalidad de una música con la que creció, bailó y se emocionó toda una generación (el público era de 40 para arriba). Ayer esa magia volvió a ocurrir concentrada en una hora y media de un show que a su público le va a ser difícil olvidar. Fue una fiesta.

Y, vamos, la lluvia que pudo parecer tan molesta, también aportó lo suyo para el hechizo.

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