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"No hablo desde mí: no tengo esa sabiduría"

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Pilar  Sordo

Entrevista a Pilar Sordo

La carismática escritora chilena se presenta desde el miércoles en El Galpón

Desde este miércoles la sexóloga y escritora chilena estará en El Galpón, para dar la charla Educar para sentir, sentir para educar, en la que aborda todo el mundo que gira en torno a las emociones y cómo trabajarlas desde la educación. La primera función, del miércoles, ya está agotada, y para la segunda función, del jueves 2 a las 20.00, quedan pocas localidades a la venta. Fue ante esa demanda de entradas que se agregaron dos funciones más, el sábado 11 a las 21.00 y el domingo 12 a las 18.30. Están en Tickantel, desde $ 1.000 a $ 1.500.

-¿En qué consiste esta charla que vas a dar en El Galpón?

-Está basada en una investigación que duró unos cinco años, centrada en las contradicciones del mundo laboral: a la gente se la contrata por habilidades técnicas, y se la despedía por no tener lo que yo llamo competencias personales. Y llegamos a la conclusión que eso pasa porque esas competencias personales, no se educan en ninguna parte, ni en la casa, ni en los colegios. Como que todo el mundo quiere excelencia académica, pero no humana. Y esa contradicción me llevó a revisar qué pasaba, desde la formación de la familia, hasta el mundo laboral, con el papel de las emociones en la educación. Hay un temazo pendiente con respecto a la educación de las emociones.

-Vos a veces fuiste bastante crítica con los chilenos. ¿En qué punto sos más crítica con tus compatriotas?

-En lo quejumbroso, en la falta de alegría. Somos un país que nos cuesta mucho agradecer todas las cosas buenas que tenemos, y lo bien que estamos en relación a otros países de América Latina. Tendríamos que desarrollar un mundo más interno, y no tanto tratar de demostrarle al otro lo que uno tiene.

-Los temas que vos tratás chocan a veces con la Iglesia chilena...

-Sí, paulatinamente, a medida que me he ido poniendo más vieja, he ido chocando. Todo lo que está pasando en la iglesia chilena es un horror. Pero creo que esta limpieza que está ocurriendo, espero que termine por desatarse, y empiece a haber una Iglesia que esté al servicio del pueblo, de verdad. Creo que todas estas situaciones que están pasando con la iglesia católica la debilitan absolutamente, y generan un distanciamiento. Yo hace rato que no practico ritos religiosos, pero sí soy una mujer de mucha fe. Pero toda esa metodología, que nos ha hecho sentir culpables, que nos quita libertades, y que grafica la vida como entre buenos y malos, me parece que tiene que ir evolucionando. Y en Chile en eso estamos como en un punto crítico.

-¿Hay alguna relación entre los temas de tus libros y tu propia biografía?

-Sí, yo no elegí los temas de mis libros en relación a mi vida, salvo un libro, Oídos sordos, que se generó por una enfermedad mía. Pero igual se dio una sintonía, con relación a la edad, y a mi evolución humana. Mi primer libro, Viva la diferencia, surgió cuando me separé y quería entender qué me había sucedido. Y así un poco con cada libro. Cada libro me ha ido acompañando para vivir mis procesos. Por otro lado, creo que las investigaciones no se terminan nunca, y yo trato de ir actualizando mis libros. De hecho ahora estoy trabajando en la actualización de Viva la diferencia, libro que si uno lo lee ahora parece machista. Tiene contenidos que hay que cambiar.

-¿A qué distancia está tu trabajo de la autoayuda?

-No sé si está a tanta distancia. Técnicamente no corresponde llamar a mi trabajo como autoayuda, porque lo que yo hago son investigaciones. Yo no hablo desde mí. No tengo esa sabiduría. Pero sí es verdad que la gente cuando lee mis libros, se ve reflejada, o reconocida. La gente siente que se ayuda con mis libros. Y desde ese lugar podrían catalogarse como autoayuda. Y no me molesta que los califiquen así. La gente que critica el concepto de autoayuda, se coloca en el lugar de una soberbia que me parece que no está bien. Creo que todos necesitamos ayuda. Y como dice Jorge Luis Borges, un libro se salva por una línea. Si alguien lee un libro mío y una frase le ayuda, para mí ya valió la pena la investigación de años. En eso no hay que ser pretencioso.

-¿Y qué distancia hay de tus libros a tus charlas?

-Intento que si alguien leyó el libro, quiero que reconozca el libro en la conferencia, pero al mismo tiempo que tenga elementos nuevos. Generalmente toda la parte más divertida, o más histórica, o más casuística, esté más en la charla que en el libro. La idea es que con la charla la gente tenga una perspectiva distinta del libro, si lo leyó.

-¿Cómo ves a Uruguay?

-Es un país que me encanta. Lo encuentro tan equilibrado, tan calmo, tan reflexivo. Tan pionero en apertura de cabeza. Son pioneros en discutir temas que en otros países se están empezando a discutir recién, o que nunca se han discutido. En Montevideo yo viviría feliz.

-¿Cómo ves todo esto de las políticas de género?

-Es fantástico lo que está pasando, pero como todo movimiento que tiene un toque de revolucionario, se va a los extremos. Pero yo no le tengo miedo a esos extremos, que se irán graduando con el tiempo. El gran desafío de toda esta historia es que hay que dessexualizar la relación hombre-mujer, en los lugares en los que no hay consenso para sexualizarla. Y eso implica dessexualizarla en la calle, en el trabajo. Y sexualizarla cuando haya consenso.

-¿Te pesa tu perfil mediático?

-Yo no siento que lo tenga. Yo vivo concentrada en mi trabajo, y no me conecto a las redes sociales. La gente que trabaja conmigo me informa de lo que yo tengo que responder. Toda la maravilla que la gente dice de mí, y algunas cosas que no son tan maravillosas, las dos cosas me hacen mal saberlas.

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