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"Cuesta mucho ponerle pies de barro a los héroes”

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Josefina Licitra. Foto: Alejandro Guyot

Con Josefina Licitra

La periodista argentina charló con El País sobre su último libro, que convierte parte de la historia uruguaya en una crónica atrapante. 

Jugando con detalles, datos y relatos, la reconocida periodista narrativa reconstruye la fuga de mujeres de la cárcel de Cabildo, del 30 de julio de 1971. Pudo confirmar con sus investigaciones que fue, de hecho, la mayor fuga de una cárcel de mujeres de la historia. Sobre 38 Estrellas, su libro, las historias que encontró en el camino y las hipótesis que le surgieron, Licitra habló con El País.

—Es una época del Uruguay que se ha contado muchas veces y de muchas maneras, ¿por qué creés que no se había dado relevancia a este hecho en concreto?

—El libro parte de esa pregunta, por qué ese silencio. Se me ocurrieron unas hipótesis. Por un lado, esta fuga sucedió dos meses antes de la de Punta Carretas, que batió récords a niveles mundiales, y cualquier episodio que estuviera próximo a esa fuga iba a quedar opacado.

—En el libro hablás de un tema de género.

—Creo que tiene que ver con los modos en los que se construye la memoria, que responden a prioridades de época y era justamente un tiempo en el que las discusiones de género no estaban dadas, por lo menos no en el universo de la izquierda. Había otras prioridades sociales, y esas discusiones eran vistas como un debate burgués.

—Contás que Lucía Topolansky mencionó al pasar esta historia, da la impresión de que ellas no le daban pertinencia a la fuga.

—Está bastante naturalizado el rol subalterno que tenían las mujeres. Incluso fue un tema de charla en las entrevistas si ellas no notaban esa desigualdad o no tenían el impulso de obrar en consecuencia, de hacer pedidos, demandas, dentro del movimiento. Fueron muy honestas en eso. Tampoco estaba instalado eso como una carencia. Por lo que estuve viendo, en la versión de Amodio Pérez, la única que hizo un reclamo cercano fue Alicia Rey, cuando pidió que la subieran a un comando de columna y dijo que había machismo. Aunque es un relato hecho con discusiones de ahora y quizá sea una marca oportunista decirlo en estos términos.

—Hay muchos personajes en esta historia, pero supiste encontrar aquellos a partir de los cuales contar el relato, ¿cómo fue ese proceso?

—Era difícil. En el caso de Lucía y Maria Elia Topolansky, gemelas y con sus diferencias políticas que se habían transformado en algo casi personal. Eso me permitía hablar del modo en que lo político en esa época tomaba la familiar también. Cada una fue elegida porque tenía algún rasgo que para mí ponía en escena temas que eran centrales dentro de la historia. Tenían que ver con el uso libre o no libre del cuerpo, con las diferencias políticas y la profundidad de esas diferencias. Cada personaje elegido tuvo una función, me permitía contar un punto de esta historia.

—También está el comisario Otero, ese antagonista peculiar.

—Cuando vi que tenía peso de personaje me enteré que había muerto y me perdí de entrevistarlo. Pero Otero es un personaje antagónico encantador. Leí Llamen al comisario Otero, todos los recortes que encontré y lo que me iban contando también las entrevistadas. La verdad es que dentro de toda la construcción mítica que tenemos los argentinos de Uruguay, es como que uno piensa que Otero es un comisario a la uruguaya.

—Lo comparás con Sherlock Holmes.

—Era un detective. Además, parecía un comisario de un período democrático. Hacía su trabajo pero no entraba en apremios ilegales. Era inteligente. Muy pintoresco. Y era finalmente el mayor perseguidor que tuvieron los Tupamaros. Un rival limpio, entiendo que eso lo hacía respetable.

—Contás que Cristina Cabrera no quiso hablar, además dijo que le recomendaron no derribar mitos, ¿qué sentiste ante la falta de esta fuente?

—Me hubiera encantado hablar con ella. Creo que por eso cuesta mucho ponerle pies de barro a los héroes o una figura heroica como puede ser un movimiento. Aunque las críticas no tendrían por qué minar todos los cimientos del movimiento, sino ayudar a entender mejor una época, los que tienen para decir se sienten cohibidos. En mi caso, a pesar de que tengo mucha afinidad con el movimiento Tupamaro, no hizo falta entrevistar a mucha gente para darme cuenta de que cometieron errores, errores que ellos reconocen.

"Creo que el detalle tiene una fuerza narrativa y política importantísima"

Josefina LicitraPeriodista argentina

—En esto de que sea una historia real, hay un poco del comportamiento humano en general.

—Exactamente. Fueron errores graves. Aunque creo que tiene que ver con que era otra época y en esa época eso no era tan descabellado, más si tenés la sensación de que estás a nada de conseguir la revolución social, quizá hacés cosas que no harías en otras circunstancias. Pero esos errores están, aun cuando Cristina Cabrera no haya dado su testimonio.

—Las escenas descriptivas son esenciales en la crónica. ¿Hacés hincapié en las entrevistas?

—Pienso mucho cuando escribo en el documental. Las imágenes en general me aparecen de forma instintiva y bastante rápida, incluso cuando ya en la entrevista me están contando algo que sé que va a funcionar como escena, pregunto detalles para poder concluirla sin mentir. Después puede pasar, como me pasó, que haya mucha divergencia. Una vez que elijo el camino por el que voy a contar, trato de llenarlo de detalles, porque son los que hacen que el lector está ahí, que eso pasó, que no es un invento. Creo que el detalle tiene una fuerza narrativa y política importantísima.

ficha

38 estrellas
38 estrellas. La mayor fuga de una cárcel de mujeres de la historia
Autor: Josefina Licitra
EditorialSeix Barral (Planeta)
192 páginas560 pesos

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