Publicidad

Abdulrazak Gurnah: el último premio Nóbel de Literatura charló con El País

Compartir esta noticia
Abdulrazak Gurnah. Foto: Simone Padovani.

ENTREVISTA

El británico nacido en Tanzania habló sobre la reedición de "A orillas del mar", que en junio llegará a las librerías uruguayas y criticó a la Academia sueca por su "provincianismo"

La expectativa en torno a la rueda de prensa con Abdulrazak Gurnah se vuelve asfixiante. Y no es una exageración: que el ganador de un Premio Nobel de Literatura dedique una hora a dialogar a través de una videollamada por Zoom con un montón de periodistas de América Latina y de España no es algo que suceda todos los días. Es un verdadero acontecimiento y ni siquiera los organizadores de esta conferencia logran disimularlo; cada tanto se les escapa una sonrisa nerviosa.

La excusa del encuentro virtual del que participa El País es la reedición de su sexta novela, A orillas del mar, originalmente publicada en 2001, que en junio llegará a las librerías uruguayas a través de la editorial Salamandra. Al igual que en la mayor parte de su obra, el exilio, el desarraigo y el colonialismo europeo atraviesan esta historia que fue seleccionada para los prestigiosos premios Booker y Los Angeles Times Book Prize.

Y, para aquellos que aún no conocen la obra del autor que nació en Tanzania y se radicó en Inglaterra a los 18 años, A orillas del mar es una buena síntesis de su identidad artística, esa que la Academia Sueca definió como una “conmovedora descripción de los efectos del colonialismo y la historia de los refugiados en el abismo entre culturas y continentes”.

Apenas se conecta a la videollamada, las preguntas inundan el chat de Zoom. Su proceso creativo, su opinión sobre los refugiados de Ucrania y hasta su mirada de la literatura como acto salvador frente a los tiempos violentos son algunas de las cuestiones que más interesan a los periodistas.

Respecto a esta última, Gurnah ofrece una de las respuestas más lúcidas de la conferencia: “Uno no puede tirarle un libro a un tanque para pararlo; tampoco creo que un autoritario lea un libro y de pronto diga: ‘Estuve equivocado toda mi vida; ahora voy a tratar mejor a las personas’”. No, los libros no puede intervenir contra la tiranía de ese modo, pero sí pueden aclarar las cosas e informarnos para luchar cuando se precise”.

“Los libros —agregará más adelante— nos sirven para reconocernos, pero también nos acerca a todas las cosas que no conocemos; es una manera de descubrir cosas. Nos permite humanizar el lenguaje o los conocimientos académicos para darlos a entender a todas las personas que no sean historiadores o antropólogos”.

Por supuesto, también dedica un tiempo a hablar sobre lo que la mayoría quiere saber: el Premio Nobel. Y cuando le preguntan qué se siente ser el primer autor africano negro en ganar el galardón más importante de la literatura en 30 años, Gurnah es claro: “No lo sé, pero supongo que muestra que la historia de los premios se basan en las decisiones europeas”. Enseguida, agrega: “¿Cuántos indios, chinos o japoneses han ganado el Nobel? La pregunta aquí es por qué siempre ganan los autores europeos o de origen europeo. La respuesta es obvia: eso expresa la estrechez que se le otorga a las producciones literarias no europeas; se les da un valor minúsculo”.

Gurnah, que parece conocer de memoria el valor expresivo de una sonrisa irónica, hace una breve pausa para sonreír de costado frente a la cámara de su computadora. Luego, lanza: “Es así y no se puede volver atrás en la historia para obligar a la Academia Sueca a leer a otros autores. Quizás, mirando hacia adelante, las cosas empiecen a cambiar. En cierto modo ya está ocurriendo, pero debemos esperar. En cualquier caso, creo que lo que sucede es una expresión del provincianismo de la Academia Sueca... sobre la que no quiero decir nada crítico, desde luego”.

El País: Luego de haber ganado el Nobel de Literatura y de que su obra comenzara a ser traducida a tantos idiomas, ¿considera que ha cambiado su relación con la escritura? ¿Qué herramientas debió desarrollar para que el proceso se mantenga puro y no se vea afectado por la presión externa?

—No puedo hacer nada para abstraerme de las presiones externas (se ríe). Todo el mundo sabe que he ganado el Nobel porque es un evento global y, además, todos quieren saber cómo me siento. Desde luego, el premio me ha cambiado la vida y lo considero un gran honor porque me ha hecho muy feliz sumarme a esa lista de autores a los que tanto admiro y que vienen de tantos lugares del mundo. Es como que ahora me dicen: “Bueno, ahora puedes entrar a este club”. Por supuesto, también es maravilloso que haya tantas personas que quieran leer mi obra en sus idiomas, lo que permite que mis libros se se publiquen, se reediten y sean traducidos. Es excelente y es el sueño de cada autor... ¿quién no quiere que eso suceda con su producción? Pero, desde luego, el cambio también viene por otras vías: muchas personas te invitan a distintos proyectos o quieren hablar contigo. En estos momentos estoy muy alegre y trato de responderle a todos los que quieran comunicarse conmigo, pero en algún momento tendré que encontrar un tiempo para volver a escribir... Ahí veré qué sucede con las presiones (se ríe).

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad