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Un genio pianista en la familia de presidentes

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Batlle Ibañez tuvo una carrera internacional de prestigio. Foto: archivo El País
pianista - Hiriart, Luis Batlle Ibañez , pianista, Archivo El Pais, 20020612
ARCHIVO EL PAIS

La notable carrera de Luis Batlle Ibáñez, fallecido el miércoles.

La muerte el miércoles del pianista Luis Batlle Ibáñez, a los 85 años, es una sentida pérdida para la cultura uruguaya. Hijo de Luis Batlle Berres y hermano de otro expresidente, Jorge Batlle, fue además una de las personalidades más relevantes de la música culta nacional.

Había nacido en Montevideo, el 19 de octubre de 1930. Sus primeros estudios de piano los realizó con la profesora Victoria Schenini, quien viendo las notables condiciones del joven pianista, decidió enviarlo a perfeccionarse con quien fuera su maestro: Wilhelm Kolischer.

Al mismo tiempo realizó estudios de armonía, contrapunto y composición con el maestro Enrique Casal Chapí. En 1949 se le otorga el título de profesor de piano. En 1951 obtiene el premio otorgado por la "Fundación Chopin" que consistía en estudios de perfeccionamiento en París por tres años con el maestro Ives Nat. En 1956 se traslada a Estados Unidos. Será por ese entonces que actuando con la Orquesta Sinfónica de Chicago, conducida por Fritz Reiner, lo escucha el reconocido pianista Rudolf Serkin. De este encuentro surge la invitación para participar en los cursos del Festival de Música de Marlboro. En 1958 Serkin es invitado por Batlle para actuar en Montevideo con la Ossodre y al mismo tiempo para que oficie de padrino en su boda.

En 1964 el maestro Kolischer, debido a problemas de salud, deja la dirección de su conservatorio. Su hijo Guillermo decide que sea Batlle quien asuma dicho cargo por considerarlo la persona más preparada e idónea. En 1974 es invitado a participar como jurado en el "Concurso Tchaikovsky" en Moscú. Dos años más tarde viajará a Washington para integrar el jurado en el "Concurso Bach". En 1978 vuelve a Estados Unidos, invitado por el maestro Rudolf Serkin para ejercer la codirección del "Institute for Young Perfoming Musicians". En 1999 recibe del Consejo para las Artes y del gobernador de Vermont "The Walter Cerf Award for Lifetime Achievement in the Arts". En 2002 el Marlboro College designa una cátedra con su nombre. Impartió master classes en las universidades de Boston, Longy, Akron , Houston y en la Escuela Eastman de Nueva York. Realizó innumerables conciertos en los siguientes países: Francia, Alemania, Italia, Rusia, Suiza, República Checa, Israel, Grecia, Austria, Holanda, Inglaterra, Venezuela, Brasil, Argentina y Bolivia. En Estados Unidos se presentó, entre otros lugares, en el Carnegie Hall de Nueva York y en el Kennedy Center de Washington.

A lo largo de su extensa carrera la obra de Beethoven ha predominado en su repertorio, habiendo ejecutado el ciclo completo de las 32 sonatas para piano como también las sonatas para violín y piano, violoncello y piano y los tríos. También no faltaron en sus programas los Cinco Conciertos y la "Fantasía Coral" para piano y orquesta del genio de Bonn. Igualmente merecieron su atención Haydn y Mozart, interpretando todas sus sonatas, entre ellas la hermosa grabación con Renée Pietrafesa de las sonatas a cuatro manos. Su gran versatilidad lo llevó a tocar en concierto el "Álbum de la Juventud" de Schumann, obra inusitada para nuestras salas de concierto, y demostró que podía pasar de las obras más enjundiosas de Beethoven a las preciosas miniaturas de Schumann, donde la dificultad interpretativa supera a la técnica. En sus últimos años el mal de Parkinson lo fue alejando de las salas de concierto y poco a poco de la enseñanza.

El día de su muerte, casualmente la Orquesta Filarmónica de Montevideo y el Coro Nacional del Sodre, bajo la conducción del maestro ruso Yuri Sobolev, interpretaba el "Requiem" de Mozart en el santuario de la Medalla Milagrosa con motivo de los 167 años del barrio de La Unión. Los músicos al enterarse del triste acontecimiento decidieron dedicarlo a su memoria. Un gesto que Batlle Ibáñez, quien amaba tanto la música de Mozart, hubiera sabido apreciar.

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Batlle Ibañez tuvo una carrera internacional de prestigio. Foto: archivo El País

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