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Espectáculos integrales que se mueven al compás del tamboril

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Fábrica de cultura: ese es el espectáculo que propone la comparsa C1080. Foto: archivo El País

Las comparsas de negros y lubolos se lucen en el concurso de Carnaval.

El arraigo barrial, la pertenencia a un estilo de hacer vibrar las lonjas, las puestas en escena y la necesidad de elaborar un relato musical con cierta sofisticación técnica en áreas como el vestuario o la danza, son algunas de las señales de identidad de la categoría de comparsas de negros y lubolos, que año tras año redobla su apuesta artística.

Históricamente, el género narró la historia de la negritud en el Uruguay, con un tono sufriente y melancólico que daba cuenta de un devenir plagado de postergaciones e injusticias. Sin embargo, desde hace más de dos décadas un grupo de comparsas logró actualizar las temáticas, apostar por espectáculos integrales y ajustar una mirada histórica en sintonía con las motivaciones de los tiempos que corren.

Un grupo de cuatro comparsas integrado por C 1080, Tronar de Tambores, Yambo Kenia y Sarabanda ha el sido responsable de los cambios y se ha posicionado en la cumbre, según la coincidente mirada del público y el jurado, aunque han aparecido grupos jóvenes que intentan dar el batacazo.

Entre las de mayor nivel, C 1080 fue la última en pisar el Ramón Collazo. Lo hizo con Fábrica de cultura, basado en un proyecto de recuperación de la memoria del Barrio Sur. Su propuesta fue ambiciosa en lo escénico y logró transmitir postales bellísimas, a través de una creación literaria que apostó por lo metafórico. Los dirigidos por Waldemar "Cachila" Silva reivindicaron el valor del grupo como una principal materia prima de su fábrica.

También hablaron sobre el valor de la creatividad y el estímulo del aprendizaje, en tiempos donde la cultura de la inmediatez copa la cabeza de los jóvenes, que son protagonistas y destinatarios del mensaje.

El show tuvo una deliciosa musicalización a cargo de Hugo Fattorusso y Albana Barrocas.

Historia.

La historia también estuvo presente en otros espectáculos como en los de Yambo Kenia y Sarabanda, que celebraron 25 y 30 años, respectivamente, y Tronar de Tambores.

La primera realizó un espectáculo sobre los 100 años del estreno de "La Cumparsita" con buenos solistas, un texto atrapante y una puesta en escena de alto nivel, aunque con la posibilidad de mejoría en el uso de las escenografías.

El punto fuerte de es la narración de los sucesos acerca de venta de derechos de autor y su posterior recuperación, en un amplio homenaje a la música nacional. Como algo novedoso, la representación de Matos Rodríguez fue realizada a través de actuación, danza y canto.

Sarabanda abordó su tránsito en el carnaval, entremezclando elementos de fantasía. La narración contrapone dos personajes: "El Negativo" y "El alma de la comparsa", que entran y salen mientras sus integrantes preparan el festejo.

La propuesta tiene un mensaje optimista y en defensa de la identidad del candombe, al tiempo que reconoce el valor del trabajo, la historia y los personajes que fueron íconos del Cordón. Las áreas técnicas fueron su principal fortaleza.

Por último, Tronar de Tambores, la comparsa de Kanela, llegó con Crónicas de Equilibrista, homenaje a su máximo exponente. También tuvo un buen pasaje, aunque afectado por problemas de sonido durante la primera mitad.

La narración propone una serie de paralelismos entre un equilibrista imaginario y la historia de Kanela Sosa, abarcando sus orígenes, posturas políticas, opciones de vida y creencias religiosas. La vida como aventura y la libertad como atributo esencial para el ser humano son sus cuadros más logrados.

Nuevas.

Entre las comparsas que apuestan por desbancar a las anteriores sobresalió La Carpintera Roh, con el debut de Alberto Wolf y el regreso de Heber Píriz. Su trabajo se llama Eternidad y promete competir de igual a igual con las restantes.

Integración realizó el espectáculo Sala de Naciones, con una menor inversión, pero con momentos creativos.

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Fábrica de cultura: ese es el espectáculo que propone la comparsa C1080. Foto: archivo El País

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