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Un escritor policial en su propia aventura vital

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Puso al relato policial nórdico en el mapa literario mundial.

Nueve años tenía Henning Mankell (Estocolmo, 1948) cuando el futuro puso en él la semilla de la cara y la cruz de lo que sería su vida. Al menos una parte esencial. La primera lo haría consciente de su existencia en el mundo y delinearía su identidad y destino, cuando una mañana de invierno, camino del colegio, lo sorprendió "una certeza inesperada.

Como una carga eléctrica: ‘Yo soy yo y ningún otro. Yo soy yo". La otra mitad de la semilla guardaba el primer atisbo de la enfermedad que hoy está en su horizonte, cuando estaba en un hospital con unas molestias en el apéndice y el compañero de habitación era un hombre con cáncer terminal.

Esa fue la primera vez que el escritor sueco, que puso la novela policíaca de su país en el mapa mundial y la convirtió en uno de los clásicos contemporáneos, escuchó esa palabra que 57 años después lo tocaría a él de manera contundente. Una pesadilla. En 2013 sufrió un accidente en su coche, el día de Navidad se despertó con lo que pensó era una tortícolis, en los días sucesivos el dolor se extendió de manera extraña, el 8 de enero de 2014, de una mañana fría y nevada, fue al hospital y tras unas radiografías le diagnosticaron un tumor cancerígeno en el pulmón izquierdo con metástasis en la nuca. Los siguientes diez días fueron devastadores para su ánimo. Conoció el pavor. Creyó hundirse. Hasta que emergió con la idea de afrontar la enfermedad, de no dejarse vencer y de contar ese duelo con la muerte desde la perspectiva de la vida.

Arenas movedizas es el título que le puso Mankell a ese libro que reúne sus vivencias y que edita Tusquets. Allí enfrenta el horizonte de la muerte creando el arco de algunos de los primeros hallazgos que han marcado su existencia personal y colectiva. No es un libro filosófico ni de autoayuda, aunque esté esparcido de las preguntas esenciales de siempre, sino que a partir de ellas recuerda que la vida de cada uno está llena de historias luminosas o sombrías.

Al estilo de Mankell hay una denuncia política y social sobre el legado que deje esta civilación a la humanidad y que no será precisamente Rubens, o Shakespeare o Beethoven, sino residuos nucleares enterrados.

Entre las obras de Mankell destaca la serie policíaca del inspector Kurt Wallander, traducida a 40 idiomas, que inició en 1990 con Asesino sin rostro. En sus novelas, narra dramas humanos en los que advierte problemáticas sociales o políticas de su país o de Europa.

Con todo eso ha creado este libro-testimonio. Una procesión de episodios de primeras veces y sus sombras. Un espejo retrovisor, como él lo llama, en el que mira atrás para seguir avanzando.

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Puso al relato policial nórdico en el mapa literario mundial.

Henning Mankell y su nueva novela: “Arenas movedizas”

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