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"Escribo lo que me gustaría leer"

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Helen Velando. Foto: Darwin Borrelli
07.02.2017 Helen Velando, Escritora, foto Darwin Borrelli - Archivo El Pais
Darwin Borrelli/Archivo El Pais

La autora editó una nueva novela, La trapecista solitaria.

Su ángel de la guarda le falló y entonces Noiré, una buena trapecista que se lesionó gravemente a causa de un malogrado salto mortal, decide dejar atrás su pasado y emprender nuevos rumbos. Tal es su suerte que volverá a quedar atrapada en el mundo del circo, donde otras historias tan entreveradas como la suya se le irán cruzando en el camino. A todo eso se le sumará una misteriosa búsqueda del tesoro marcada por las pistas que deja un anónimo, y que involucrará a todos los singulares personajes de ese pequeño universo mágico.

Por ahí se mueve La trapecista solitaria, la última novela de Helen Velando que planea presentarla formalmente tocando con su vieja banda que, por causa de un grafiti, también se llamaba La Trapecista. Es, bromea en charla con El País en su casa de Solymar, una especie de historia de autoayuda en cuanto al mensaje implícito que deja, uno de superación personal que es tan válido para jóvenes como adultos.

Y es que como la mayoría de sus colegas, Velando no cree en las categorías de "literatura infantil y juvenil", aunque se viene moviendo en ellas hace más de 20 años, cuando empezó a escribir y a editar sus historias.

Ahora que llegó a los 35 títulos publicados, se está tomando un tiempo para ahondar en un proyecto que comenzó hace dos años y al que no ha podido dedicarle más que sus ratos libres. Se trata de un policial —el género que más le gusta desde que en la adolescencia descubrió a Agatha Christie y Arthur Conan Doyle— que por la temática y la modalidad utilizada es para adultos, y que entre otros asuntos aborda la violencia de género. En este nuevo desafío está buscando su voz, una con la que ya se ha expresado en todos los géneros y sobre todas las temáticas que ha querido.

—El título de tu última novela, La trapecista solitaria, ¿tiene que ver con la banda que tuviste, La Trapecista?

—Nace de un grafiti que leía en el estadio Franzini hace como 20 años, que decía: "Trapecista solitaria busca ángel". Me parecía un aviso clasificado de alguien que estaba muy solo, y empecé a inventarme una historia de una trapecista que buscaba un ángel de la guarda que la protegiera para dar el mejor de los saltos mortales. Ahí empecé a escribir una historia para adultos, pero primero empezaron a salir canciones que tenían que ver con esos personajes, como una trapecista o un ángel de la guarda en seguro de paro. Cuando quise acordar nació la banda, y en este libro incluí canciones de la banda que encajaban perfectamente. La idea es hacer la presentación de la novela con La Trapecista, no con la original exactamente, pero sí con varios.

—¿Y esta historia en qué momento la retomaste?

—En realidad no la retomé. En un momento perdí un libro; hacía ocho meses que estaba trabajando en una novela que tenía fecha de entrega, y un día la computadora no prendió más. Se perdió el archivo, se perdieron los respaldos: se tenía que perder, había una razón. Y nació otra cosa, porque no podía volver a escribir lo mismo. Siempre había estado muy enamorada del realismo mágico, y me dije: tengo ganas de probar con eso. Así salió el primer libro de esta trilogía, de la cual La trapecista... es el último. Esas historias que había escrito se desdibujaron y transformaron en tres libros diferentes, que se pueden leer de manera independiente pero cuyos personajes se entrelazan.

—¿Cuál es el gran tema de la novela?

—Cómo levantarse en la vida, volver a creer y recuperar la confianza. Me quedó una novela de autoayuda (se ríe).

—Has escrito varios géneros, pero la aventura y el misterio están siempre.

—Porque forman parte de lo que me gusta leer y porque el tema de investigar, aunque sea con una excusa, es el hilo conductor en este caso.

—¿Crees en las categorías de literatura infantil o juvenil?

—Mirá, hay padres que me dicen que se compran los libros para ellos, porque cuando eran chicos no existían Los Cazaventura. O mujeres que tienen el club de Súper Pocha (por Las aventuras de Súper Pocha). Por suerte a mis libros los lee gente de cualquier edad; creo que hay temas más interesantes para un niño o un adulto. El niño lo que tiene es que es más directo: si no se enganchó con las primeras páginas, ya está, lo deja.

—¿Eso te hace concentrarte más en las primeras palabras, para generar el gancho necesario?

—No podría escribir así. Escribo lo que siento, lo que me gustaría leer a mí. Si eso no me pasa con un libro, ese libro no se publica. Cuando me siento a escribir quiero saber cómo sigue, ¡ni yo lo sé! Sí, hay un gancho, pero no es que se proponga.

—Ahora, trabajando de escritora y con más de 30 libros editados, tendrás tus zonas de comodidad. ¿Las evadís?

—Sí. Soy la persona más exigente con lo que escribo; si siento que el libro está cayendo en algo que es muy sencillo de hacer, me aburre y busco otra forma. Pero tiene que ver con la manera en la que me divierto escribiendo, porque yo me divierto. No lo veo como un trabajo, por más que viva de eso ahora. Durante muchos años tuve pluriempleo hasta que me convertí en una de las privilegiadas de poder vivir de escribir, aunque no se considere un trabajo. Porque no hay ni aporte al BPS ni jubilación, ni derechos sociales. Sí se pagan impuestos. Estoy totalmente de acuerdo en hacer un aporte, pero también en recibir un beneficio. El derecho de autor todos los meses paga IRPF, no importa lo que se cobre porque no se considera sueldo: es una regalía. Y el escritor no está contemplado en la ley del artista. Ojo, hago un mea culpa, hay que organizarse y pedir que reconozcan un trabajo que le aporta a la cultura. ¿Porque qué pasa con el señor que estudió, escribió un libro maravilloso, y después no ve un peso porque se puede fotocopiar libremente? Yo comprendo porque fui estudiante, pero hay que buscar un límite.

—¿Están implicados los escritores en esta lucha?

—Sí. El año pasado yo no estuve, pero hubo compañeros que se jugaron la camiseta y lograron la modificación a la ley de la fotocopia de textos, que era muy amplia. Sería genial que tanto la persona que saca la fotocopia como la que reproduce eso, pague un derecho de reproducción al autor, como se hace con los discos y otras cosas. Hay que estar más empapado en el tema.

—¿Terminás un libro y tenés que empezar con otro? ¿En qué estás ahora?

—Sí, porque viste cómo es la ansiedad. En este momento estoy escribiendo en lo que sería una modalidad para adultos. Es un policial porque tengo ganas, y porque es la primera vez que tengo tiempo de hacerlo. Y me meto con temas más fuertes como la violencia doméstica. Y con el campo, para darle algo nuestro y para que no sea el clásico policial que leo, con el detective que su vida es un bajón. Quería encontrar una voz, que fuera mi voz.

Una autora local que les llega a los bolivianos.

Es una de las autoras preferidas del público infantil y juvenil a nivel nacional, y por lo tanto una de las más prolíficas. Su impacto en la región, sin embargo, no ha sido tan fuerte como dentro de fronteras.

A Argentina fue alguna vez para actividades puntuales y se coló en el mercado salvadoreño gracias a una licitación. Pero donde sí dejó huella fue en Bolivia, gracias a Los Cazaventura, una saga que comenzó a principios de los 2000 y que le ha traído satisfacciones varias.

"Fue genial porque pude trabajar en los liceos y las escuelas. Hicimos conferencias, mesas redondas, todo. En cuatro días, a 4.000 metros de altura, no sabés lo que corrí", bromea.

Escritora y más.

En su casa de la infancia había muy pocos libros, pero recuerda las revistas de historietas que canjeaba cada verano. Después apareció —no sabe muy bien cómo— Viaje al centro de la Tierra de Julio Verne y Naricita, del brasileño Monteiro Lobato, con el que se sentía bastante identificada: contaba la historia de una niña que estaba sola (como ella, que es hija única), pasaba el tiempo en casa de sus abuelos y para mitigar esa soledad se inventaba mundos imaginarios con animales raros.

Más tarde se topó con Agatha Christie y Arthur Conan Doyle, y ese gusto por el misterio quedó y atraviesa todas sus obras. Además de escribir, Velando integró murgas universitarias y espectáculos teatrales, se ganó la vida cantando boleros, tuvo su propia banda de blues con la que espera reencontrarse este año y durante una década fue maestra de teatro en grupos preescolares. Hizo eso, y mucho más.

Perfil

Nombre: Helen Velando. Nació en: Montevideo. Edad: 55 años. Otros datos: Además de escribir, actúa y canta.

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Helen Velando. Foto: Darwin Borrelli

HELEN VELANDOBELÉN FOURMENT

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