Crítica
Crítica de la película "Los ilusionistas", de Mario Jacob.
Los títeres ejercen para mucha gente una fascinación difícil de explicar. Esa sensación queda bien captada en este documental de Mario Jacob, que sigue los pasos de la compañía Cachiporra en sus giras por las escuelas rurales.
Desde un esquema bastante clásico, el director registra el taller de los artistas, el andar por las rutas, y las actuaciones con público escolar. Llegar a una escuela implica romper en hielo y ganarse cierta confianza de los niños, acción que estos titiriteros realizan con soltura y el cineasta plasma con exactitud.
Desde la sutileza de las sombras chinas, hasta los títeres de guante y sus aventuras de golpe y porrazo, esta familia de larga tradición en el teatro de animación explica con paciencia los distintos pasos de una representación, y en algunos aspectos, el espectador aprende con ellos. Porque Cachiporra no solo dio funciones en las escuelas: también enseñó a los chicos qué son los títeres, qué tipos hay, y cómo se manejan, entre otros entretelones del oficio. También realizaron talleres, en los que los niños aprendieron a trabajar con estos muñecos, y a hacer ellos mismos representaciones. Todo eso y más registró la cámara de Jacob, logrando una película que corre a buen ritmo, y que parece abarcar una parte importante del ejercicio de esa antigua tradición.
Los ilusionistas no es una película de grandes hallazgos formales, y más que hurgar en la belleza de las imágenes, privilegia contar la historia que quiere ofrecer. Las caras de los escolares extasiados, el histrionismo de los artistas, el ambiente de las escuelas, y la fraternidad de la compañía, son algunas de las situaciones que quedan en la memoria del espectador. Además de una película entretenida para los interesados por el tema, es un documento para ilustrar la historia de los títeres en Uruguay.
Los Ilusionistas [***]
Título original: Los Ilusionistas. Dirección: Mario Jacob. Fotografía: Diego Varela. Sonido y edición: Daniel Márquez. Uruguay, 70 minutos