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El difícil legado multicultural de los héroes de Marvel

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Spiderman: Foto: Marvel company

Cambiar para tener mayor diversidad.

Todo cambia para que todo siga igual". Ese ha sido siempre uno de los pilares del comic de superhéroes. Cada año, las editoriales lanzan eventos que mutan sus universos para siempre, aunque, en lo fundamental, la lectura y los personajes principales mantuviera su espíritu impertérrito.

El comic cumple cierta labor de compañía, de volver a unos amigos que conoces desde hace décadas. De ahí que los personajes trágicamente fallecidos (mediante un golpe de efecto que sube las ventas), por ejemplo, vuelvan de su muerte una y otra vez. El status quo cambiaba, pero los fundamentos se mantenían. Al menos hasta hace unos años, cuando la multiculturalidad se convirtió en el centro del universo Marvel.

Hoy Iron Man ha cedido la armadura a una joven afroamericana, Thor es una mujer y el Capitán América no es el único que habla desde su icónico púlpito.

Marvel ha comenzado a elaborar un concepto que DC venía practicando desde hace décadas: el legado. La competencia siempre mimó a los héroes jóvenes para que heredaran el manto de sus mayores; ha habido diversos Flash, Linterna Verde o Robin; Bruce Wayne ya fue sustituido como Batman en los noventa y Geoff Johns dedicó su magnífica etapa en JSA (héroes de la Segunda Guerra Mundial) a este concepto de legado. Pero para la empresa responsable del Hombre Araña la temática era ajena. Hoy es su centro. Los héroes más famosos no solo han mutado, sino que sus transformaciones han aportado una diversidad inédita en la página. Una que, entre una creciente polémica, se convertirá en motor de su próximo evento: Generations (Generaciones).

La pregunta que se hace el lector es: ¿cuánto durará este estado? Las dudas del mercado están ahí: "Hemos visto que los personajes que no fueran clásicos, no vendían. Y es complicado, porque tenemos muchas ideas frescas y emocionantes", reconocía el vicepresidente de ventas de Marvel, David Gabriel en una convención de historietas.

"En la cultura pop ha habido un gran debate sobre la diversidad y la inclusión. Marvel no es sobre política. Solo queremos contar historias de nuestro mundo, como hacía Stan Lee", apuntaba el editor en jefe Axel Alonso. La conclusión de este cruce será la que determine si todo vuelve a la casilla de salida o si, por el contrario, algunos de estos nuevos héroes acabarán siendo los principales arquetipos. Pero bajo este complicado debate (sin respuesta sencilla) subyacen otros factores, imposibles de reducir a la diversidad.

Las ventas del comic mensual están a niveles muy bajos. A cualquier novedad le cuesta despegar. Y resulta que la mayoría de esos lanzamientos tenían personajes "de minorías". Aunque el problema engloba a toda la industria estadounidense, con una caída de ventas generalizada, y toca de lleno a una Marvel necesitada de golpes de efectos y un modelo (quizás caduco) de "Número Uno" continuos, que abren temporadas cerradas: "Las editoriales independientes tampoco conseguían lanzar sus comics, sus nuevos Número Uno. Quizás hemos llegado al límite de ventas", explicaba.

Al otro lado, un distribuidor le corregía: "Quizás los nuevos libros no vendan, pero han traído un nuevo público a mi tienda, que se gasta el dinero", respondió un vendedor posiblemente muy acostumbrado a ver solo a hombres de 30 y 40 años comprando comics, y no al lector de literatura de jóvenes adultos. De paso, estas historias con otro tipo de protagonistas diseñan personajes que podrán ser explotados en el cine, cuando a Los Vengadores "mayores" se les acaben sus contratos. Ese es el caso, por ejemplo, de Runaways o la Chica Ardilla, que pronto saltarán a la televisión con nuevas franquicias en carne y hueso.

"Quizás cambiamos demasiados personajes de golpe. Quizás había demasiado producto", infirió Gabriel, responsable de la editorial que, en este complicado mercado, sigue liderando en ventas. Para tratar de sanar este problema nace el cruce de Generaciones, donde los héroes clásicos se cruzarán con los multiculturales. Si esto prospera, dependerá de las ventas. De momento la serie quiere reunir tanto a los lectores de los personajes clásicos como a los nuevos.

El problema va más allá. Sí hay más personajes femeninos, pero en las editoriales la paridad es un espejismo. Los comics Marvel del pasado octubre tenían un 84% de responsables masculinos. En DC, eran un 80%. Hay honrosas excepciones como la de Natacha Bustos, dibujante de la fresca Moon Girl y Dinosaurio Diabólico, y la de Gabby Reyes, responsable de guionar América, heroína lesbiana y latina.

Cruce entre los Thor.

La conclusión que acabaron sacando algunos, sin embargo, era mucho más simple que el eterno debate sobre diversidad, género y corrección política: "Si el material que hay detrás del mensaje es bueno, funcionará. Pero también puedo poner otros ejemplos de productos que tratan de romper los límites, donde el contenido no era de calidad, y nunca despegó. La diversidad no es el problema, si el producto es bueno", discutía un dueño de una tienda. Series como SpiderGwen y Ms. Marvel, no en vano, pasaron de ser limitadas a marcas estrella de la Casa de las ideas, aplaudidas por público y la crítica internacional.

Al final, el poder de estos comics sigue residiendo en un espacio: el de compradores y lectores. Como en cualquier negocio, una marca pervivirá si tiene su apoyo. Si no, volverán a la casilla de salida.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Spiderman: Foto: Marvel company

COMICSEL PAÍS DE MADRID / NEKO RUIZ Y ÁNGEL LUIS SUCASAS

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