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La clásica película de 1982 está disponible en el servicio de Netflix
La muerte de Rutger Hauer le recordó a muchos su escena final en Blade Runner: debe haber sido el video más compartido en las redes sociales. Y a muchos les recordó, también, lo buena que es esa película que Ridley Scott estrenó en 1982.
Una mezcla de policial negro con ciencia ficción, transcurre en una Los Angeles de 2019 que hoy es el presente pero entonces era un futuro lejísimo. Allí está Rick Deckard (un joven Harrison Ford), una suerte de Philip Marlowe de una ciudad oscura, con enormes carteles y un opresivo aire cosmopolita. Está intentando encontrar a unos replicantes (eso es una suerte de robots con aspecto humano que son usados como esclavos) que están en la Tierra para poder conseguir una vida extra. Los lidera Roy Batty (Hauer) que es rubio tirando a albino y, por un rato largo, no parece tener ningún sentimiento. Como siempre en los film noir, hay una femme fatale (Sean Young) que lleva al propio Deckard a su propia perdición.
Vista hoy (en Netflix está la versión internacional de 117 minutos, que no es la que se estrenó en Uruguay en 1983, pero es casi igual) sigue funcionando como una historia atrapante, con un diseño futurista destacadísimo, una música soberbia (de Vangelis) y un discurso final de Hauer que hoy suena más contundente que nunca.
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