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Una visita nostálgica a las viejas salas de cine

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Cines palaciegos que se fueron perdiendo en el recuerdo de Sanjurjo. Foto: Archivo
Fachada del cine Radio City durante la reinauguración el 1 de abril de 1977, sobre la calle Ibicuy, barrio Centro, ciudad de Montevideo, sobre 24581 colección Caruso - Archivo El País D:\Users\dborrelli\Desktop\554156.JPG
Archivo El País

Es el tipo de libro liviano, nostálgico, entretenido, fácil de leer y que remueve inevitables memorias cinéfilas.

Lo que Álvaro Sanjurjo Toucón ha reunido en las 160 páginas de su libro Los programas hablan, flamante publicación de la habitual Ediciones del Cuartito que ha puesto ya en circulación libros previos del autor como La vida proyectada o Cine, política sociedad, es una colección de varias décadas de programas de cines montevideanos, acompañados de una serie de informaciones, reflexiones y comentarios sugeridos por cada uno de ellos.

El formato apaisado de esos programas se traslada al propio libro, que dedica sus páginas impares a la reproducción de cada uno de ellos, y la enfrentada página par correspondiente al texto que el contenido del programa ha sugerido a Sanjurjo.

La cabalgata abarca más de cuatro décadas (desde los años veinte a los sesenta), y recupera programas correspondientes no solamente a salas céntricas o de estreno sino a los numerosos cines de barrio que hicieron toda una época de la exhibición cinematográfica montevideana. Si se es lo suficientemente viejo (como el autor de estas líneas), es casi imposible no dejar caer una pequeña lagrimita de emoción cuando uno repasa programas de, por ejemplo, el Grand Splendid Theatre (18 entre Yi y Cuareim), el Colonial (18 y Andes), el Rex (18 y Julio Herrera, hoy Sala Zitarrosa), el Opera (hoy Pit-Cnt), el Biarritz (en 21 de Setiembre, casi frente a los actuales Casablanca), el Apolo (Maldonado y Salto; cuando este cronista lo conoció ya había pasado a llamarse Atenas), el Artigas (Canelones 2310), el Bahía (antes Doli, a la vuelta de Sala Cinemateca, donde hay hoy un supermercado), el Grand Palace (hoy teatro El Galpón) o el Eliseo (hoy Auditorio Nelly Goitiño). Hay otras salas de barrio en el repaso, acaso fuera de la zona de actividades de un aficionado al cine de quince años en 1960, y también unos cuantos programas rescatados de las salas de estreno (Ambassador, Ariel, California, Censa, Central, 18 de julio, Metro, Plaza, Trocadero, alguno más). En algunos casos la lectura reserva alguna sorpresa: ¿alguien recuerda la sala Adelina Guzmán, en Agraciada 1888? Quizás el autor es un poco menos viejo de lo que creía.

El libro sería ya moderadamente divertido si se limitara a recopilar programas, incluyendo sus faltas de ortografía para los nombres propios y la tendencia de la época a omitir los nombres de los directores de las películas (aparte del nombre de los actores se hace saber, por ejemplo, que Lo mejor de nuestra vida, 1946, es una película producida por Samuel Goldwyn, pero por ningún lado figura el nombre de su realizador, un tal William Wyler). Pero los textos de Sanjurjo añaden un "plus" considerable.

A veces aportan información más detallada sobre la sala en sí, sus características más notorias o algunos aspectos llamativos o exóticos de su programación. A veces, el autor aprovecha la oportunidad para extender el cuadro hasta abarcar información sobre determinadas películas, o la diversidad de versiones con que se conoció una misma película en los tiempos en que no existían el doblaje ni el subtitulaje y se hacían películas en varios idiomas con elencos alternativos.

Hay una suerte de epílogo que le otorga al libro un interés especial. Sanjurjo lo tenía prácticamente armado cuando llegó a sus manos material de la colección del fallecido crítico José Carlos Álvarez, y no pudo resistir (comprensiblemente) la tentación de ocuparse de una parte de él. De ahí que aproveche la oportunidad para usar ese material como disparador para una indagación sobre algunos primordios del cine uruguayo, y sobre las películas de Carlos Gardel. Allí hay también una insinuación intrigante: casi todas las fuentes disponibles sostienen que El pequeño héroe del Arroyo del Oro de Carlos Alonso fue filmada en 1929, pero algunas pistas obligarían (habrá que ver) a correrla hasta 1932.

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Cines palaciegos que se fueron perdiendo en el recuerdo de Sanjurjo. Foto: Archivo

Está a la venta “Los programas hablan” de Álvaro Sanjurjo

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