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Uruguay sueña una vez más con llegar al Oscar

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Melingo, uno de los tres protagonistas de la película de Tejería.

Ya se sabe que Una noche sin luna será la película que represente a Uruguay en las precandidaturas al Oscar. Conviene aclarar de entrada que ello no significa que esa realización de Germán Tejeira acerca de tres hombres (Marcelo Keoroglian, Roberto Suárez, Daniel Melingo) cuyas vidas se entrecruzan durante una noche de Año Nuevo vaya a figurar efectivamente entre las cinco nominadas al premio de la Academia de Hollywood a mejor producción en lengua no inglesa.

Solo que integra el listado inicial, de varias decenas de títulos, que los distintos países han puesto a consideración de los honorables académicos.

Faltan, todavía, tres etapas antes de llegar a un eventual Oscar. A comienzos de enero o un poco antes, la Academia dará a conocer un primer listado de "preseleccionados" (suelen ser alrededor de una decena), que se reducirán a cinco a mediados de mes, cuando se anuncien los candidatos al premio. El ganador se sabrá, por supuesto, en la propia ceremonia del Oscar, a fines de febrero.

De hecho, nunca una película uruguaya ha figurado entre las cinco candidaturas, aunque algo parecido estuvo a punto de ocurrir cuando la Academia aceptó, en principio, Un lugar en el mundo (1992) del argentino Adolfo Aristarain, que figuró fugazmente como "película uruguaya" basándose en un vacío legal en el reglamento de la Academia, que admitía como "producción de un país" aquella que contuviera un indeterminado porcentaje de talento creativo o aporte financiero de ese país. Aristarain, razonablemente fastidiado porque Argentina había elegido la colosal tontería de El lado oscuro del corazón de Eliseo Subiela como candidata oficial, logró colarse entre las candidaturas esgrimiendo la uruguayez de su esposa y guionista Kathy Saavedra y la doble nacionalidad de uno de sus actores, y técnicamente tenía razón: la Academia había aceptado como película argelina Z de Costa-Gavras porque uno de sus productores era argelino, aunque el film fuera más bien francés con pinceladas griegas. Un lugar en el mundo fue finalmente descalificada por poco uruguaya, especialmente debido a las presiones del "lobby" mexicano empeñado en meter en su lugar a una de sus películas (cosa que no logró: la lista de ese año se redujo simplemente a cuatro), y el episodio sirvió para que la Academia redactara un reglamento más exigente que en el caso concreto, sin embargo, no aplicaba.

Pero todo eso ocurrió en el siglo XX, cuando en el mundo se hacía cine, pero en el Uruguay más bien no. Hubo películas antes, pero si hay que marcar una fecha de nacimiento (o para la definitiva madurez) del cine nacional hay que saltar hasta el 2001, el año de En la puta vida de Beatriz Flores Silva y 25 watts de Stoll y Rebella. Para entonces se terminaron las historias de "esta es la primera película del cine uruguayo" (hay más de 20 de las que se dijo eso) y el "bueno, para ser uruguaya no está tan mal". Hoy el cine uruguayo, mejor y peor, existe, y hay varios estrenos al año. Por eso el Icau puede enviar año tras año una película al Oscar y otra —o la misma— al Goya, aunque terminen no aceptándola (al Goya han entrado varias, sin embargo).

En medio de tantas cosas que hay que criticarle a las autoridades culturales locales, la elección de películas al Oscar no ha sido, por lo general, lo peor que han hecho. Más allá de la aceptación obtenida (y en ello hay otros culpables: los errores de juicio de la Academia son famosos, y el más reciente en el rubro se llama La gran belleza), el criterio de selección ha sido por lo general acertado.

Naturalmente, no todos los años se produce en el Uruguay una obra maestra (de hecho ha habido una sola y fue Whisky, el envío del 2004), pero con un par de excepciones a discutir (la correcta pero convencional Matar a todos, 2008; la muy "formulaica" aunque no del todo desdeñable La casa mu-da, 2011), los envíos uruguayos a la Academia han ido desde la competencia de El baño del Papa (2007) a la frecuente inspiración de Álvaro Brechner (Mal día para pescar, 2009; Mr. Kaplan, 2014), la sensibilidad de La vida útil (2010), el espléndido nivel de calidad de La demora (2012), la frescura y la calidez de la animación de Anina (2013). Tal vez sin proponérselo, y con la ausencia de otra media docena de títulos que acaso también pudieron estar en la lista, esa es acaso una selección de lo mejor del cine uruguayo en lo que va del siglo XXI.

"El clan" de Trapero va para el Oscar y el Goya.

La película El clan de Pablo Trapero fue seleccionada ayer por Argentina como precandidata al Oscar a mejor producción de habla no inglesa en la próxima edición de los premios de la Academia de Hollywood. El film representará también a Argentina en los Premios Goya españoles, en la categoría de mejor película iberoamericana.

"Ya estar seleccionados es un honor, un orgullo enor-me. Hay directores y películas muy talentosas y veremos qué sucede", dijo el actor Peter Lanzani, uno de los protagonistas del film, tras ser anunciada la decisión de los miembros de la Academia de Cine de la Argentina (Aacca).

"La película gusta, está dando de qué hablar. Tuvimos muy lindas repercusiones en los festivales de Venecia, Toronto y San Sebas- tián", destacó Lanzani en diálogo con los periodistas, al finalizar el acto en el que se anunció la película seleccionada para los Oscar y los Goya. El clan, actualmente en carteleras locales, muestra el contraste entre la aparente normalidad del matrimonio Puccio y sus hijos, y su trasfondo criminal.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Melingo, uno de los tres protagonistas de la película de Tejería.

El film “Una noche sin luna” es la propuesta de este año

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