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Sonia Braga, la eterna Doña Flor

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Doña Flor y sus dos maridos. Foto: Difusión

A 40 años del estreno de la películas más importante de Brasil.

Hace 40 años nacía el mito de Sonia Braga, la eterna, cuando con solo 25 años la actriz brasileña fascinó con su papel en Doña Flor y sus dos Maridos, el film que marcó época en el cine de ese país. Uruguay la conoció en 1978, dos años después de su estreno en Brasil.

Más de 10 millones de personas pagaron la entrada, un record histórico de público en salas cinematográficas de Brasil, para ver a Sonia Braga y José Wilker en la película ambientada en la Bahia de los años 40 del siglo pasado, narrada por el escritor Jorge Amado.

Pero el número espectadores puede ascender a unos 30 millones si se computan sus más de diez exhibiciones televisivas. En Uruguay también fue un éxito de audiencia. Más de 311.000 personas fueron a ver esta comedia picaresca, un record que se mantiene invicto hasta nuestros días.

Con su sensualidad espontánea, intrínseca, la actriz compuso el personaje escrito por Jorge Amado en el que una ama de casa viuda de Salvador de Bahia, se reencuentra entre sueños con su primer marido, el libertino Vadinho, interpretado por Wilker.

Mientras delira con las fantasías sexuales con las que evoca a su antiguo marido-amante Doña Flor finge compostura ante su nuevo esposo, el pacato odontólogo Teodoro Madureira.

El erotismo secreto de la profesora de cocina Doña Flor fue leído por algunos críticos como una trasgresión que remitía a la sed de libertad de un Brasil oprimido por la dictadura militar de aquellos años.

Con el éxito de taquilla y crítica de la película Sonia Braga comenzó a subir peldaños en el mercado mundial hasta que años más tarde se convertiría en la actriz brasileña más famosa en Hollywood y los festivales europeos, como lo confirmó meses atrás con su paso por el Festival de Cannes, donde fue aplaudida por su papel en la película Aquarius, la producción brasileña más premiada de los últimos años y al mismo tiempo la más polémica.

A mediados de los 80 Sonia ya era considerada por algunos como la Sofia Loren brasileña. Había conquistado definitivamente Hollywood con su paso por El Beso de la Mujer Araña, dirigida por el argentino Héctor Babenco, y protagonizada por William Hurt, en el papel de un homosexual preso bajo el régimen militar, actuación que le valió el Oscar de mejor actor secundario en 1985.

Dos años antes, en 1983, Sonia Braga había co-protagonizado Gabriela, junto a Marcello Mastroianni, otra película basada en un libro de Jorge Amado. La historia ambientada en el Brasil de los terratenientes y caciques nordestinos, los "coroneles", tuvo menos éxito de taquilla que Doña Flor y la crítica no la trató muy bien.

Eso sí, las historias en el set de filmación fueron muy comentadas. Y no faltó alguna cronista que escribió sobre el nunca confirmado romance entre la diva brasileña y el mítico "Marcello".

El caso es que por entonces Sonia ya era una celebridad impar en Brasil, donde como si fuera una Doña Flor verdadera, ella había tenido un romance real con el cantante Caetano Veloso. Caetano quedó marcado para siempre por el vínculo con esa mujer a la que le dedicó el tema "Tigresa".

Años más tarde, radicada en Nueva York, donde vive hasta hoy, la actriz mantuvo una larga relación con Robert Redford. "Sonia es eterna" resumió el actor brasileño Nuno Leal tras verla actuar en Aquarius.

A los 65 años Sonia encarna, en la vida real, el papel de símbolo de los actores politizados inconformes con el gobierno del presidente Michel Temer, al que acusó de "golpista", nada menos que durante su paso por la alfombra roja de Cannes.

Se dice que a Temer no le calló en gracia el desplante de la actriz y movió influencias para que Aquarius no fuera la película brasileña para el Oscar a la mejor extranjera.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Doña Flor y sus dos maridos. Foto: Difusión

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