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En "El sacrificio de un ciervo sagrado", una estrella y un director se reúnen

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Imagen promocional de "El asesinato de un ciervo sagrado"

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Hoy llega la nueva película del griego Yorgos de Lanthimos junto Colin Farrell

Imagen promocional de "El asesinato de un ciervo sagrado"
Tráiler de "El sacrificio de un ciervo sagrado"

Parecía de antemano un amor imposible: una estrella de Hollywood y un director griego con ambiciones autorales. Pero lo cierto es que la unión de Colin Farrell y Yorgos Lanthimos ya tiene dos películas que pueden ser vistas como un díptico sobre la angustia del hombre moderno. Hoy se estrena la segunda de esa asociación artística, El sacrificio del ciervo sagrado.

Las películas de Lanthimos son raras. En Uruguay solo se conoció (y fugazmente en un festival) Canino que fue el descubrimiento de su obra y le dio una nominación al Oscar como Mejor película extranjera (perdió con En un mundo mejor de Susanne Bier). Era la historia de tres hermanos obligados por sus padres a permanecer en su casa. Siguió con Alps (Mejor guión en Venecia en 2011), la historia de un grupo de actores que personifican a los recientes fallecidos para ayudar el proceso de duelo de sus familiares.

Se cruzó con Farrell en The Lobster, en la que el actor de Vicio en Miami era un hombre apocado en un mundo en el que hay una sola oportunidad de encontrar pareja antes de convertise en un animal salvaje o en una langosta, que es la opción que elige el personaje de Farrell.

"Yorgos es alguien que está interesado en el tire y afloje de lo que es ser humano, en la soledad, en cómo aprendemos a través del ejemplo y la observación, en cómo seguimos o rompemos las reglas, y en si las reglas son una ayuda o un perjuicio para nosotros”, dijo Farrell.

Aunque mucho más realista que sus antecedentes, muchos de esos aspectos están presentes en El sacrificio del ciervo sagrado, una inquietante fábula moderna. Por momentos es como una versión estilizada de Cabo de miedo dirigida por Michael Haneke.

Steven Murphy (el personaje de Farrell) es un respetado cardiocirujano, casado con Anna (Nicole Kidman, en su clásico papel en el que combina Ojos bien cerrados con Reencarnación), quien aquí es una exitosa oftalmóloga. Tienen dos hijos -Kim (Raffey Cassidy), una adolescente, y el hermano chico Bob (Sunny Suljic)- y viven en una mansión en lo que parece ser una ciudad estadounidense (la película fue filmada en Irlanda y Cincinnati). El doctor tiene una rara amistad con un chiquilín de buenos modales aunque algo extraño, Martin (Barry Keoghan).

Los dos almuerzan y pasean juntos generando una idea extraña de su relación.De repente, Martin se vuelve una figura amenazante que irrumpe en la vida de la familia.Años atrás el doctor operó a su padre quien murió.

En lugar de presentar una demanda por mala praxis, el muchacho tiene una idea más sofisticada: le explica que si no mata a su esposa o a algunos de sus hijos, todos se enfermarán y morirán irremediablemente. Para demostrar que va en serio, el más chico, Bob, empieza a sentirse inexplicablemente mal. La maldición es verdaderamente escalofriante e irreversible.

El sacrificio del ciervo sagrado es inquietante y el espectador puede sacar dos conclusiones: que Lanthimos -quien acaba de terminar una película de época, The Favourite, en la que está Emma Stone- es un narrador único y que su asociación con Farrell será inusual pero funciona muy bien.

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