El cine llegó muy pronto a Uruguay: la primera exhibición se realizó el 18 de julio de 1896, menos de siete meses después de la primera función pública de los Lumière en París, el 28 de diciembre de 1895. Y muy poco después, Félix Oliver filmó los primeros cortos nacionales.

El largometraje demoró mucho más. En 1923, el estudiante de Medicina (luego doctor) Juan Antonio Borges logró terminar Almas de la costa, mezcla de melodrama, comentario social y pintura costumbrista en un ambientes de pescadores montevideanos, que algunos han visto como una suerte de bisabuelo del neorrealismo.

Con el paso del tiempo, el film sufrió numerosos deterioros, y las copias disponibles en Cinemateca Uruguaya y en el Archivo Nacional de la Imagen fueron siempre un pegoteo algo incoherente de fragmentos que seguramente no respetaban la idea ni el orden originales.

En 1974, el crítico e investigador uruguayo Nelson Carro, director de Difusión y Programación de la Cineteca Nacional de México quien entonces trabajaba en Cinemateca Uruguaya, comenzó el proceso de reconstrucción del film. Pudo retomarlo casi cuatro décadas después, con el apoyo de la Cineteca Nacional de México, reuniendo todos los materiales existentes, procediendo a su digitalización y armándolo en base a una lista de intertítulos mecanografiados, la breve sinopsis argumental conocida y otros elementos del Centro de Documentación de Cinemateca Uruguaya.

Hoy a las 18:30 en la Escuela de Cine del Uruguay (Chucarro 1036) Carro ofrecerá una charla abierta a propósito del proceso de restauración de Almas de la costa (1923), primer largometraje uruguayo, cuya versión restaurada y digitalizada se exhibirá mañana en Cinemateca 18, en el cierre del 33º Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay. Hay una historia detrás de esa película y de su restauración.

Y así, una película inaugural del cine uruguayo llega finalmente del pasado, para conocimiento de las nuevas generaciones.

El especialista Nelson dará hoy en la ECU una charla sobre ello