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Los planes de Robert Redford para cuando abandone la actuación

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Robert Redford

Cine

Pintar, dirigir y organizar su predilecto festival: esas son las cosas que el actor quiere para su futuro

Una última vuelta. Esa es la consigna que Robert Redford se impuso para despedirse oficialmente de la actuación, el arte que lo ha tenido como el transeúnte de un paseo de fama desde hace más de 50 años, cuando probó suerte en los teatros neoyorquinos como un joven carilindo nacido en Santa Monica, California.

“Llegué a la conclusión que esto habría sido el final para mí en términos de actuación, dijo el hoy renombrado actor de 81 años en una entrevista a la revista Entertainment Weekly.

La despedida a la que Redford se refirió es el drama The Old Man & The Gun, del director David Lowery. En la película, Redford personifica al delincuente Forrest Tucker, un ladrón que fue atrapado en 17 ocasiones por robar bancos y quien logró escapar cada vez que fue encarcelado.

El plan a futuro del intérprete, quien en su carrera también se ha dedicado a dirigir y a la creación y supervisión del Festival Internacional de Cine de Sundance, es uno sencillo. “Voy a jubilarme después de esto”, comentó Redford, quien otorgó una sencilla razón para anunciar su retiro oficial de la actuación: “Lo he estado haciendo desde que tenía 21 años”.

Aunque el actor parece atajarse en caso de un futuro regreso (durante la entrevista hizo su anuncio tras la frase “Nunca digas nunca”), no es la primera vez que comparte sus intenciones en abandonar la profesión que lo convirtió en quien es.

Robert Redford en "The Old Man & The Gun"
Robert Redford en "The Old Man & The Gun"

Sus primeros deseos los expresó hace dos años, en una conversación con su nieto, Dylan Redford. Como su abuelo, Dylan eligió una vida en las artes y conversó con él sobre el linaje artístico entre ambos en una entrevista publicada en un blog del instituto Walker Art Center de Minneapolis.

La confesión llegó por un lado inesperado. El nieto de Redford le preguntó si estaba interesado en volver a pintar a alguna vez. Y es que la pintura es otra de las artes predilectas que el protagonista de de Butch Cassidy y El golpe practica desde su juventud. De hecho, sus primeros viajes a Europa los hizo cuando había cumplido la mayoría de edad y se había decidido conocer el mundo mientras mejoraba su talento como pintor.

“Me estoy cansando de actuar”, le dijo a su nieto el intérprete en aquel diálogo. “Me daría más satisfacción (pintar) porque no dependería de nadie. Soy solo yo, como solía ser. Volver a dibujar es para donde mi cabeza está yendo ahora”, agregó.

Antes de centrar su mirada en lienzo, el actor decidió completar dos últimas películas en la que sería protagonista. La primera, titulada Nosotros en la noche, lo reencontró con su coprotagonizta de Descalzo en el parque, Jane Fonda. Se estrenó en Netflix en setiembre del año pasado.
La segunda, la de Lowery, tiene un estreno previsto para setiembre de 2018 en los cines de Estados Unidos.

Hay otros dos grandes oficios -además de la pintura- que también mantendrán ocupado al actor en su neuva etapa: su labor como cineasta y su trabajo al frente de Sundance.

En el campo de la dirección, Redford podría retirarse en lo alto. Ganó un premio Oscar a Mejor dirección en 1980 nada menos que por su primera película: Gente como uno, que también se llevó otros cinco galardones incluyendo Mejor película y guion.

Ponerse detrás de cámaras por primera vez no fue fácil para Redford, quien confesó que no comprendía completamente el lenguaje del cine. Para su fortuna, tenía a la pintura como herramienta. A la hora de filmar Gente como uno -un drama familiar encabezado por Donald Sutherland y Mary Tyler Moore-, le explicó a su equipo y técnicos sus intenciones través del storyboard, un guion gráfico en el que dibujo cada plano de la película.

Pero más sorprendente que su traslado hacia la silla del director -desde donde también se encargó de los largometrajes Nada es para siempre y El dilema-, es el trabajo que Redford empezó, a fines de la década de 1970, desde la fría ciudad de Park City en Utah, donde se alberga, hasta hoy, el Festival de Sundance.

Como una de las estrellas más grandes -y de mejor aspecto- de los setenta, Redford era una cara conocida entre los grandes estudios de Hollywood. Fue el rostro de grandes romances como El gran Gatsby pero también de thrillers políticos como Los tres días del cóndor y Todos los hombres del presidente, hoy considerados clásicos en su género.

Robert Redford y Sydney Pollack en Sundance en 1989
Robert Redford y Sydney Pollack en Sundance en 1989

Con la inquietud de buscar historias que no se amoldaran a los esquemas de una gran producción, Redford redirgió su carrera hacia un cine de menor pretensión comercial, como lo fueron sus papeles en El candidato, Monte abajo y La ley del Talión.

Motivado a encontrar un espacio mayor para las nuevas voces del cine estadounidense, fundó el Instituto Sundance y decidió alejarlo de Hollywood y Nueva York -las dos grandes locaciones del séptimo arte de ese país- para instalarlo en la nevada Utah.

Hoy, tanto el instituto como el festival son considerados dos piezas claves para el crecimiento del cine independiente de Estados Unidos. El Instituto Sundance, además, está abierto a la participaciones de proyectos extranjeros. El documental uruguayo La flor de la vida (actualmente en cartel) y la coproducción con Argentina, Mi amiga del parque, pasaron por la escuela de Redford, por ejemplo.

Será en Utah, a su vez, el lugar desde donde Redford le dirá adiós a una parte del arte que hizo de su rostro uno memorable .

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