Monfic

Empezó el Festival Internacional de Cine de Montevideo con estrenos muy importantes

Ha sido una buena semana para celebrar al cine. Por un lado, está andando Plano americano, un ciclo de películas y charlas que este año tuvo a Fernando Trueba como invitado especial y que se despide mañana con una exhibición en el Parque Rodó de su ganadora del Oscar Belle Epoque. 

El otro motivo de regocijo cinematográfico es el comienzo, ayer jueves y va hasta el domingo 5, del Festival Internacional de Cine de Montevideo, el evento que desde el año pasado lleva el más chic apelativo de Monfic. Ya lleva 16 ediciones y empezó como un festival organizado por los críticos locales, pero en sus últimas ediciones es programado por la empresa Movie.

El encuentro, justamente, se realiza en sus salas de Montevideo Shopping en funciones que abarcan todo el día y con un par de exhibiciones por película. El programa, dividido en cinco ciclos, incluye 16 estrenos europeos, una muestra internacional, una decena de películas argentinas recientes (incluyendo Zama de Lucrecia Martel, Yo soy así, Tita de Buenos Aires de Teresa Contantini y Alanís, la premiada en San Sebastián con Sofía Gala) y nueve películas uruguayas de los últimos años, todas ópera prima y todas con cierta repercusión popular.

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A eso hay que sumar, un ciclo de películas de terror que incluye los nuevos capítulos de El juego del miedo y Amityville, dos sagas cruciales para el nuevo de susto.

Eso deja abierto un amplio espectro de posibilidades para un amplio espectro de público. Las entradas individuales salen 190 pesos, hay cuponeras de cinco entradas a 690 y descuentos y promociones con tarjetas.

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Algo para ver. Parecería una buena idea, tratar de elegir algunas películas que, quizás no vayan a tener tanta difusión, y por lo que esta puede ser la única oportunidad de verlas.

En esa categoría parecería entrar Después de la tormenta del japonés Hirokazu Koreeda, el mismo de De tal padre, tal hijo que se exhibió en Monfic de 2014. Esta nueva recupera el interés en la familia que estaba en aquella y que es una marca del director junto con cierta parsimonia en la narración.

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También habrá que prestarle atención a Graduación, la última y la que le dio el premio (compartido con Oliver Assayas) a mejor director en Cannes al rumano Cristian Mungiu, un director siempre personal, siempre interesante. Y es llamativa la nueva de Jaco Van Doarmel (el de Toto, el héroe), El nuevísimo testamento sobre un Dios humano, mezquino y que vive en Bruselas.

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Y para los seguidores de estrellas europeas hay dos de Isabelle Huppert (El valle del amor con Gérard Depardieu y Volver a empezar), una de Judi Dench haciendo de la reina Victoria (Victoria y Abdul de Stephen Frears, un viejo punk que mostró talento para la biografía con La reina y Florence), un Pierre Richard (Amor.com) y la nueva de uno de los últimos directores históricos italianos, Marco Bellocchio (Dulces sueños).

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En un combo europeo-estadounidense hay dos ejemplos recientes destacados. Por un lado Borg McEnroe, la película, una película nórdica con estrella estadounidense (Shia LaBeouf) y centrado, está claro, en la rivalidad entre dos grandes tenistas. Más interesante, de antemano, es Llámame por tu nombre del italiano Luca Guadagnino con guión de James Ivory (el director de Lo que queda del día, por ejemplo) sobre romance juvenil y homosexual entre universitario y adolescente en el escenario de la Toscana. Se la menciona como posible candidata a un Oscar.

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Además de un ciclo de estrenos y una retrospectiva la presencia uruguaya se extiende a un documental español sobre el expresidente José Mujica (Frágil equilibrio).

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El bloque uruguayo incluye Detrás del traje, documental de Inés Pereyra, sobre su abuelo, Carlos Julio Pereyra; El pampero, una coproducción con Argentina y Francia con Julio Chávez, Perú, el tesoro escondido de Luis Ara y Rehenes de Federico Lemos sobre un tema peruano: el secuestro masivo en la embajada de Japón durante el gobierno de Fujimori. La retrospectiva nacional incluye El Chevrolé, El dirigible, El viaje hacia el mar, El viñedo y Reus.

O sea, hay cine a patadas y tiene que haber un público que lo respalde. El buen cine se convirtió en una militancia.