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Pequeña crónica de un matrimonio para armar

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Impecable: el elenco viene de la comedia, pero se despega. Foto: Difusión

Creo que no vamos a tener otra opción que acompañarnos", le dice Ernesto (genial Marcelo Subiotto) a Luisa, entrajado, sonriente, luego de hacer una broma a la distancia para llamar su atención.

Luisa (formidable Érica Rivas) lo observa con una mueca simpática: camina demasiado cerca del borde de una piscina, vestida de fiesta, aburrida en un casamiento donde todos son felices menos ella.

Luisa es joven y viuda, y perdió un hermano el mismo día en que murió su marido; tiene dos bebés mellizas, una casa que mantener, deudas con el seguro del auto y una madre que la ayuda pero que, como su suegra, le recuerdan que una mujer en la Argentina de los años 60 debe rehacer su vida junto a otro hombre si quiere mantener el bienestar. ¿O si no cómo?

Ariel Rotter (Solo por hoy, El otro) trabajó durante ocho años en una película que no quería hacer. Se rodeó de muebles, olores y fotos de su madre, su padre y de un fantasma que había protagonizado un pasado del que no se podía hablar: el primer marido, el padre fallecido de sus hermanas, ese que su madre debió olvidar para recibir a este candidato inoportuno. El tabú familiar lo atrapó al punto de dudar si la historia del comienzo de un amor atolondrado debería entusiasmarlo tanto, si acaso el espectador también lo viviría con la misma pasión que él. Y resultó que sí. La luz incidente —la crónica de cómo su padre conoció a su madre—, llega a salas luego de ganar premios por doquier y confirmar su enorme talento.

Esta película es una pequeña, precisa, estética y delicada joya que por su trama recuerda a La delicadeza (David Foenkinos, Stéphane Foenkinos, 2011). Y a Ida (Pawel Pawlikowski, 2013) por su concentración, por su belleza fotográfica en blanco y negro, con planos cuya composición, encuadre y dirección de actores parecen imitar a una foto fija. Rotter contiene la acción en planos y contraplanos que suelen ser estáticos (no siempre), limpios, lustrosos, como la casa en la que Luisa camina, cocina, juega con sus hijas, plancha las camisas del marido muerto, llora y duerme.

Todo aquí sucede en interiores y en las horas del sueño: siestas y noches. Las escenas son como islas: son situaciones que se suceden. Algunas incluyen música jazz y un tono de comedia —que aporta el personaje de Ernesto— aliviando el sopor del intenso y retraído duelo que va tomando cada vez más a Luisa.

Como una cuerda que se tensa y se afloja, la pérdida se va volviendo insoportable a causa de la presión que le agrega Ernesto, un personaje fascinante que busca, él también, una foto perfecta: la de una familia feliz.

Es un tipo ansioso, egoísta, avasallante, impositivo pero también alegre, tierno, dedicado, bienintencionado y enamorado. Probablemente más enamorado de esa familia que Luisa trae consigo y que él toma como un ofrecimiento, aunque ella no esté pronta para rearmarla y enterrar el recuerdo de una vida que se truncó y en la que era feliz. Érica Rivas expone con maestría la inmovilidad que le genera a su personaje esta extraña violencia del candidato, que se justifica así: "¿Qué mayor felicidad puede tener un hombre que sentirse necesario?".

Son dos las escenas que mejor ilustran lo que Ernesto viene a ser para Luisa. En la primera la cámara gira alrededor de ellos en un auditorio en el que él le cuenta, alzando los brazos en señal de victoria, que allí compitió en lucha grecorromana. Ella lo escucha sonriendo, tal vez pensando que tuvo suerte de haberlo conocido. En la segunda, un sofisticado travelling retrocede atravesando puertas y puertas y puertas, dejándole al espectador una imagen que se va difuminando y se carga de significado a medida que la cámara se aleja de Luisa y sus hijas. Está la realidad y está ese fantasma sentado a su lado, respirándole en la nuca, como una luz tenue que nunca se apaga.

La luz incidente (****)

Elenco: Érica Rivas, Marcelo Subiotto, Susana Pampín, Elvira Onetto. Duración: 95 minutos. Guión y dirección: Ariel Rotter. Fotografía: Guillermo Nieto. Sonido: Martín Litmenovich. Música: Mariano Loaicono. Montaje: Eliane Katz. Dirección de arte: Aili Chen.

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