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Una película que maravilla como pintada por Van Gogh

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Loving Vincent

Loving Vincent

Charla con Hugh Welchman , codirector de una de los estrenos más sorprendentes del año

la idea que tuvieron Dorota Kobiela y Hugh Welchman tenía toda la pinta de ser imposible: hacer un largometraje pintado a mano en el estilo de Vincent Van Gogh. Y a pesar de que Welchman es un inspirado animador (ganó el Oscar por su corto, Pedro y el lobo) y ella un artista formada, la idea no dejaba ser descabellada.

Sin embargo lo hicieron. Siete años después que se le ocurriera a Kobiela, Loving Vincent viene sorprendiendo en todo el mundo. Hoy se estrena en Uruguay y es una de las películas más llamativas del año.

Para conseguir lo que se habían propuesto y conseguir representar el arte de Van Gogh, los directores contrataron a más de 100 ilustradores que fueron pintando cada uno de los fotogramas para dar esa sensación de movimiento y pinceladas que tiene la película. Es una experiencia única.

Sobre cómo se le pudo ocurrir a alguien hacer una película así y otros temas, Welchman charló con El País.

Loving vincent
Trailer de la película "Loving Vincent"

—¿Por qué Loving Vincent?

—Mi esposa vino con la idea hace 10 años porque ella se educó como pintora pero lo dejó por la industria del cine por cuatro o cinco años. Ahí fue cuando empezó a extrañar la pintura. Y quiso combinala con el cine. Primero se le ocurrió hacer un corto que iba a pintar ella sola con sus propias obras. Pero estaba releyendo Las cartas de Vincent Van Gogh que fue un libro que la impactó mucho cuando tenía 15 años y volvió a impactarla a los 29 su sufrimiento y su historia. Ahí decidió que iban a ser sus pinturas de Vincent a las que iba a darle vida. Y entonces me conoció, nos enamoramos y empezamos a trabajar en una película mía. Cuando la terminamos, volvimos a Loving Vincent, y decidimos que, dada la pasión con que la gente lo percibe y tan intrigante su vida que teníamos que hacer un largometraje.

—Y lo pintaron a mano...

—Primero tuvimos que ver si era técnicamente posible. Y después de unas pruebas nos dimos cuenta que sí, se podía hacer, pero íbamos a necesitar suficientes artistas a los que debíamos entrenar en animación. Y eso nos obligaba a persuadir a un montón de gente de que era posible hacerlo.

—Pero esa factura casi de monasterio, ¿era en sí misma una declaración artística?

—Es imposible separar a Vincent de sus pinturas: la historia de sus obras interactúa con los últimos nueve años de su vida que es cuando transcurre la pellícula. Pensamos que la única manera de contar esa historia era hacerlo a través de su arte. Vincent lo dijo en su última carta, la que encontraron en su lecho de muerte “no podemos hablar si no es través de la pintura” y decidimos honrar eso en la película.

Loving Vincent
Escena de Loving Vincent. Foto: Difusión

—Pero eso exigía un equipo acorde. ¿Cómo fue ese trabajo?

—Llegamos a tener 125 pintores de 20 países. Tuvimos mucha suerte porque la exposición en redes sociales, y terminamos con 5.000 aspirantes al trabajo y con muchos experimentados pintores de óleo. De ahí seleccionamos los mejores 500 a los que les hicimos una audición y a los que la pasaron les dimos 100 horas de entrenamiento en el estilo de Van Gogh y 100 en animación.

—Al verla pensaba en los experimentos de animación que hizo Richard Linklater en A Scanner Darkly. Pero son distintos...

—Sí, lo nuestro es diferente porque lo hicimos a la manera de Vincent. El tenía una persona en frente suyo y la intentaba reflejar en sus colores y en sus pinceladas para sacar su alma. Y nuestros animadores tenían en una pantalla donde veían al actor y tenían que reimaginarlo como lo hubiera hecho Van Gogh.

—Las reacciones han sido positivas y asombradas. ¿Cómo ha recibido ese resultado?

—Ha sido un placer. Mi esposa y yo le dedicamos siete años a esto y cuando se hace una película es para la gente y esperamos que sea apreciada por aquellos a los que les gusta ver algo diferente en el cine. Hemos tenido reacciones increíbles en todo el mundo. Y muchos se sienten conmovidos.

—¿Como le cambió la vida el Oscar por Pedro y el lobo?

—Es un gran honor recibir un premio así de parte de gente del cine. Y quizás me haya facilitado un poco conseguir reuniones para presentar proyectos. Hacer una película es un largo camino pero no creo que haya sido el Oscar lo que me permitió hacer esta película, sino mi trabajo como director. Me decían “¿podrías mostrarme una película así que haya sido exitosa?” Y no podía porque nunca se había hecho una película así. Esto es nuevo. Y por eso le gusta a la gente. Vivimos en un mundo exageradamente mediático y todos estamos deseando ver algo nuevo que nos conmueva.

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