Siempre se supo que Meryl Streep era una formidable actriz, pero se recuerda menos que es una estupenda cantante, pese a que ha dejado constancia de ello en más de una película (Noches mágicas de radio, 2006; Mamma mía!, 2008).

Esos dos talentos se combinan empero en Ricki and the Flash: Entre la Fama y la Familia, el más reciente trabajo de Streep dirigido por Jonathan Demme, que se estrena este jueves.

Streep encarna en Ricki and the flash al personaje titular, una guitarrista que lo abandonó todo para alcanzar su sueño de convertirse en una estrella de rock. Su exmarido (Kevin Kline) le pide que viaje hasta Chicago para visitar a Julie, la hija de ambos (interpretada por Mamie Gummer, hija de Streep en el mundo real), que se está divorciando y necesita apoyo. El encuentro generará algunas tensiones.

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La nueva película del realizador de El silencio de los inocentes (1990), Filadelfia (1993) y El embajador del miedo (2004) ha generado críticas divididas, pero casi todo el mundo parece estar de acuerdo con respecto a la calidad de sus intérpretes, en particular Gummer y, naturalmente, Streep. Alguien ha dicho ya que Meryl es interesante en pantalla aunque recite la guía telefónica. Y de hecho, algunas películas recientes suyas como La dama de hierro (2011), Agosto (2013) o En el bosque (2014) han sido, efectivamente, la guía telefónica.

Una formidable intuición y una técnica perfecta (a veces demasiado perfecta) han sido de todos modos los rasgos predominantes en la carrera de Streep, que es tal vez la actriz con más premios y nominaciones del Hollywood contemporáneo. Ha sido candidata al Oscar 19 veces y ganó tres (por Kramer vs. Kramer, La decisión de Sophie y La dama de hierro), 29 al Globo de Oro (ganó ocho), 14 a los Bafta (ganó dos) y 16 al premio del Sindicato de Actores (ganó dos), además de varias otras distinciones.

Nacida en Summit, Nueva Jersey, el 22 de junio de 1949, Streep se interesó por la interpretación desde muy joven pero no empezó a actuar en serio hasta su etapa universitaria en Vassar. Más tarde se inscribió en la escuela de arte dramático de Yale, con cuya compañía participó en más de una treintena de producciones. Comenzó su carrera como actriz profesional en los circuitos de teatro alternativo de Nueva York y luego pasó a Broadway, donde participó en varios espectáculos y hasta fue nominada a un Tony. En 1977 debutó en televisión (estuvo en la miniserie Holocausto) y ese mismo año saltó al cine con un pequeño papel en el drama Julia, de Fred Zinnemann, junto a Vanessa Redgrave y Jane Fonda. El resto es historia conocida.

Acusada a veces sin injusticia de ser "pura técnica", puede ser mucho más que eso cuando tiene un director inteligente que la sostiene y sabe sostenerse en ella. Ver, por ejemplo, lo que Clint Eastwood hizo con Streep en Los puentes de Madison (1995): el viejo Clint se sabe un actor limitado (no se discute aquí su formidable carisma), y en varias escenas culminantes la deja a ella en el centro del escenario, mientras él se reduce a dar la contrafigura, a menudo en un costado del cuadro o a contraluz. Eso le da espacio a Streep para exhibir sus mejores cualidades.

Ya había hecho otras cosas en cine y televisión, pero su papel de esposa que abandonaba a Dustin Hoffman en este film le valió su primer Oscar secundario.

La terrible decisión del título implica elegir a cuál de sus hijos salvar del Holocausto, según novela de William Styron. Primer Oscar protagónico para Streep.

Drama de denuncia dirigido por Mike Nichols (de El graduado) sobre obrera que sacó a relucir trapos sucios de sus irresponsables patrones y le fue mal.

Melodrama romántico a la vieja usanza, sobre memorias de Karen Blixen ("Isak Dinesen"). Buena química con Robert Redford.

Meryl Streep encarna a una estrella de rock en Ricki and the Flash