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Luis Machín: "El porteño se debate entre Uruguay y Rosario, como un anhelo de vida"

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Luis Machín

ENTREVISTA

El actor argentino destaca en Así habló el cambista y se prepara para actuar en Montevideo con un unipersonal

"Nunca había visto una película como Así habló el cambista, que tenga como tema la actividad misma del cambista, que en general uno la conoce por cosas que le han contado. Y esta película se mete en un mundo que es muy atractivo. El mundo delictivo siempre tiene algo de atractivo. El mal tiene algo atractivo. Lógicamente que uno después elige el camino a tomar. Y hasta elabora un juicio crítico contra eso. A mí, obviamente, no me interesa especular con la necesidad de la gente. Pero sin embargo, contar estas historias, internarnos en estos personajes, es atractivo para nosotros. Y como actor uno se tiene que inmiscuir en los procederes de esta gente, que dentro de lo delictivo, tienen sus códigos, su moral”, explica Luis Machín, quien junto a Daniel Hendler, Dolores Fonzi, Benjamín Vicuña y un gran reparto, dan vida a esta historia oscura, ambientada en un Uruguay del pasado, fácilmente reconocible.

Dirigida por Federico Veiroj, la película ofrece una aventura atrapante, con notables desempeños actorales, y un cuadro de época bien convincente. “Cuando se trabaja en algo de época, el vestuario, los peinados, las locaciones, las escenografías, van hablándote de cómo era moverse en esa época. Así habló el cambista atraviesa desde los años 50 a los 70, y ya, por ejemplo, el vestuario te lleva a que el personaje tenga determinada prestancia. No actuás igual con una corbata bien al cuello que de remera. El modo de hablar, de moverse, es distinto, más en un personaje como el que yo hago, que es alemán, que viene de una cultura tan distinta a la uruguaya”, señala el actor.

-Tu viniste como actor de teatro a Montevideo con La pesca, de Ricardo Bartis, en 2009, en Museo del Carnaval, un espectáculo de referencia.

-Sí, vine a actuar en teatro con esa obra, y también con Jugadores. Y vine a filmar, la segunda temporada de El hipnotizador, con Daniel Hendler y Leo Sbaraglia. Y siempre vuelvo a Uruguay, un país que me gusta venir. Ahora, en noviembre, voy a traer un unipersonal, El mar de noche, a Magnolio Sala.

-¿Cómo es esa obra con la que vas a volver como actor de teatro?

-Es un unipersonal de Santiago Loza, quien ha escrito muchos unipersonales, la mayoría para mujeres. Y escribió dos para hombres, y uno de ellos es este que estoy haciendo desde hace tiempo. Es sobre un hombre que está abandonado por su amor, una obra en la que el estado del personaje es casi lo más importante. Es meter al espectador en la cabeza de este hombre. Desde que la estrené, pensé que esta obra se tenía que ver en Uruguay. Es un trabajo que me llevó a mover ejes interpretativos que en otras obras no había tocado.

Daniel Hendler
Daniel Hendler y Luis Machín en Así habló el cambista. Foto: Difusión

-¿Alguna vez sentiste que corrías riesgo de ser encasillado como eso que llaman actor serio?

-Existe una especie de tufillo a prestigio de actor serio, o de actor dramático. En un tiempo lo sentí de manera más clara: ahora me despreocupé un poco. En un momento sentí que había algo que me llevaba como a ese terreno. Pero cuando pasó, también tuve oportunidad de hacer comedia en televisión, en la que me sentí muy a gusto. La comedia es un registro desde el que se pueden decir un montón de cosas. Y la televisión también: en Viudas e hijas del rock and roll pude componer un personaje de la aristocracia argentina, donde también había burla y crítica. A veces se toma la comedia como algo puramente pasatista.

-Vos hiciste mucha televisión pero quizá Montecristo, de 2006, fue una telenovela que marcó fuerte tu carrera. ¿Vos lo ves así?

-Sí, creo que Montecristo tuvo un aporte social importante, porque habló de los desaparecidos. Nunca había habido una tira diaria en Argentina que tocara el tema, aunque no fuera el tema central de la novela. Incluso, algunos nietos que se recuperaron fue por haber visto Montecristo, y haberse reconocido en las fotos que se mostraban de los chicos que se mostraban, que habían sido apropiados en la época de la dictadura.

-Con todos los cambios tecnológicos, ¿qué pide hoy el público en materia de ficción?

-Desde hace algunos años, y cada vez de manera más contundente, el público va teniendo una manera distinta de mirar. Esa cosa vertiginosa en que vivimos, ha modificado la forma de mirar ficción. La ficción no puede escapar a esa inmediatez de hoy. Pero todavía hay un público que se sienta a mirar un programa a determinada hora. Mi madre falleció hace muy poco. Y ella era una espectadora de televisión, de cine, de teatro, que valoraba muchísimo a los actores. Ella perteneció a una generación que le gustaba sentarse a mirar televisión a determinada hora y determinados días. Y todavía hay un montón de gente que hace eso. Y me parece que nosotros, como actores, también tenemos que responder a esa gente, que por tantos años fue nuestro público.

-Vos sos un rosarino que vive en Buenos Aires desde 1993. ¿Cuánto conservás de rosarino?

-Es contradictoria la relación que tengo con Rosario. Tengo la sensación que no volvería a trabajar a Rosario. Encontré en Buenos Aires una ciudad que me recibió, y aunque al principio fue dura, me ha dado proyección nacional e internacional. No sé si soy un rosarino que vive en Buenos Aires: trato de no pensar en eso. Trato de no formularme muchas preguntas en relación a eso. El año pasado hizo 25 años que viví en Buenos Aires, y 25 que viví en Rosario. Pero es cierto que no me siento porteño. Puedo decir que soy rosarino de nacimiento y porteño por adopción. Yo me fui de Rosario, y creo que el porteño mucha veces dice ‘qué lindo Rosario, o qué lindo Montevideo, o qué lindo tener una chacrita en Uruguay’. El porteño se debate entre Uruguay y Rosario, como una especie de anhelo de vida, como lugares con la escala justa. Pero cuando eso sucede, a los tres, cuatro años, huyen, al menos de Rosario.

-¿Y a los uruguayos cómo nos ves?

-Creo que los uruguayos es como que se cuidan entre ustedes, y reciben muy buen al que viene de afuera. Es por eso que los argentinos tenemos esa fascinación por Uruguay, por Montevideo. Como soy rosarino, Montevideo, en algunas cuestiones arquitectónicas, y en la escala que tiene, con similitudes con Rosario. Yo hace muchos años que vivo en Buenos Aires, y venir a Montevideo me retrotrae a lo que fue mi infancia y mi adolescencia. Pero Rosario tiene esa cosa que, a la gente que está vinculada a lo artístico, en un momento te puede expulsar. Yo, para hacer cine, televisión, cosas que me fascinan, en Rosario llega un momento en que no podés. Tiene un techo que no es tan alto. Lo digo con todo el amor.

-¿Cuál es la clave de la permanencia en la televisión?

-Creo que el único secreto es amar de verdad lo que uno hace. La permanencia te la da eso de hacer lo que a uno le gusta.

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