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Helen Mirren: permanencia de una diva

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Una actriz de raza cuya carrera lleva ya medio siglo en el cine.

La mejor actriz británica contemporánea nació en Londres por error, o mejor dicho porque los comunistas perpetraron la Revolución Rusa. Ilyena Vasílievna Mirónova nació en 1945 en la capital del Reino Unido porque su abuelo, un coronel ruso destacado en la capital británica por el gobierno imperial, optó por el exilio cuando estalló el alzamiento contra el gobierno provisional de Kerensky.

Por el lado materno, su abuelo había sido carnicero de la reina Victoria, y según se afirma de sangre gitana.

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Ya con su nombre "anglicizado", Helen Mirren se interesó por el teatro desde muy joven, y en 1965 debutó con Cleopatra en el National Youth Theatre, a la que seguirían Troilo y Cresida y Macbeth. De ahí saltó al cine, con un breve pasaje intermedio por la televisión. En 1968 interpretó el papel de Hermia en una versión para la pantalla grande de Sueño de una noche de verano de Shakespeare, dirigida por Peter Hall, donde había otros famosos de entonces o después, desde David Warner a Diana Rigg, desde Michael Jayston hasta Bill Travers y Judi Dench.

Comienzos.

En los tempranos setenta hizo más televisión y algunas apariciones secundarias en cine, a veces en películas importantes (El Mesías salvaje de Ken Russell, 1972; Un hombre de suerte de Lindsay Anderson, 1973). En 1976 llamó particularmente la atención en una adaptación fílmica de bajo presupuesto de Hamlet dirigida por Celestino Coronado, donde encarnó al mismo tiempo a Ofelia y a la reina Gertrud. Siguió haciendo otras cosas en la pantalla chica, a menudo elogiadas, y en 1979 alcanzó una mayor celebridad por las razones equivocadas: las escenas eróticas del horrible Calígula de Tinto Brass, convertido en porno "hardcore" por el productor Bob Guccione, en la que es difícil saber qué escenas interpretó realmente ella y en cuáles fue reemplazada por una doble de cuerpo.

Entrados los ochenta comenzó a ser convocada por directores importantes como John Boorman (fue Morgana en su revisionista versión de la epopeya artúrica Excalibur, 1981) o Peter Weir (La costa mosquito, 1986). En 1985 su vida se cruzó con la del director Taylor Hackford y actuó para él en Sol de medianoche, un drama de la Guerra Fríacon Mikhail Baryshnikov y Gregory Hines. Se casaron en 1997 (y siguen estándolo), pero curiosamente volvieron a trabajar juntos solamente en una película, Love Ranch (2010), libremente basada en la historia de la oscura muerte del boxeador argentino Oscar "Ringo" Bonavena. Hackford explicó alguna vez que Helen era "una chica muy ocupada" y que tenía poco tiempo para ponerse bajo sus órdenes.

El prestigio de Mirren fue creciendo con los años, con una probable culminación en la personalísima, discutible y absorbente El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante (1989) de Peter Greenaway. En 1993 encarnó por primera vez en televisió a Jane Tennison, investigadora de Scotland Yard, en la serie Prime Suspect, uno de los mejores "cop shows" que se hayan hecho nunca, personaje que repetiría intermitentemente a lo largo de más de una década.

Madurez.

Durante los noventa y más acá, Mirren se convirtió en una de las actrices representativas de lo que suele llamarse, a veces con un dejo peyorativo "qualité británica" (cine de ambiente aristocrático, con esmeros de vestuario y reconstrucción de época) al que supo aportar casi siempre, empero, un toque de intensidad y calidad humana que merecen respeto. Es algo así como la Meryl Streep británica, acaso con la ventaja con respecto a Streep de que rara vez se la "ve actuar" (con toda su formidable técnica, a veces se nota que Meryl pone el piloto automático y no disimula del todo los calculados efectos de su labor). No es casual que Mirren haya obtenido el Oscar haciendo nada menos que de Isabel II en La reina (2006), pero tampoco lo es su versatilidad, que la lleva a combinar trabajos enjundiosos para películas importantes (pudo ser también la otra Isabel, la I, en una miniserie, o la esposa de Tolstoi en La última estación, 2009,pero también la enigmática doméstica de Tras la puerta, 2012) con labores en divertimentos como las sagas La leyenda del tesoro perdido o Red. Hasta se permitió proporcionar versiones femeninas de dos personajes de John Gielgud: Próspero (convertida en Próspera) de La tempestad (2010), una muy peculiar lectura de William Shakespeare, y el "mayordomo" de la "remake" de la comedia Arthur (2011).

Con humor

Pudo ser un chiste propio, o de algún libretista. Mirren ya había ganado su Oscar por ser Isabel II cuando filmó el último capítulo de la serie Prime Suspect. En la última escena se despide de sus colegas diciendo: "No me saluden como si fuera la reina".

"CLAVES" DEL DOCUMENTO.

La reina - 2006.

La reina Isabel II enfrenta la crisis suscitada por la muerte de Lady Di. La labor que le valió a Mirren el Osca, el Globo de Oro, el Bafta y por lo menos ocho premios más.

La última estación - 2009.

Detrás de todo gran hombre hay una gran mujer, dicen por ahí. La esposa de Tolstoi fue realmente esa gran mujer, y Mirren lo comunica adecuadamente en esta película junto al gran Christopher Plummer.

Hitchcock - 2012.

Otra gran mujer detrás de un gran hombre: Alma Reville, la sufrida esposa de Alfred Hitchcock. Ella está estupenda. Es una lástima que la película (y Anthony Hop- kins) no la ayuden más.

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Una actriz de raza cuya carrera lleva ya medio siglo en el cine.

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