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Lo que hay más allá de las lágrimas

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Verano 1993

Crítica

Verano 1993, una película de Carla Simón que vale la pena ver

Qué valentía, la de la directora Carla Simón, en querer hacer un largometraje como Verano 1993. La artista española, que aquí hace su debut en la ficción, se inspiró en su propia infancia, una en la que quedó huérfana muy joven, para transformar una experiencia trágica en una pequeña gran película.

Imagen promocional de "Verano 1993"
Tráiler de Verano 1993

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Pequeña por su escala y por el tamaño de su protagonista, pero grande por su ambición narrativa y resultado final. En Verano 1993, que puede verse en Uruguay en Life Cinemas Alfabeta, se trata al duelo, la infancia y las dificultades dentro de una familia que tiene que aprender a rearmarse para enfrentar esa adversidad gigante que es la ausencia de una madre y un padre en la vida de su hija.

A primera vista la premisa pueda sonar desgarradora, pero la película de Simón se vive exclusivamente mediante los ojos inicialmente ingenuos de Frida, la protagonista interpretada con gracia y un sorprendente dramatismo por la joven Laia Artigas. Son los ojos de ella, quien es enviada por sus abuelos a vivir con sus tíos -padres de una niña de 4 años, dos años menor que su prima-, por los que vivimos el verano del título.

En ese tiempo, Frida juega más de lo que se lamenta. Ríe y salta más de lo que llora y patalea. Pero por momentos, Frida parece entender lo que le falta y por más atención, cariño y contención que puedan proveerle sus nuevas figures familiares, hay algo que siempre faltará en ella. Y duele.

Ese vacío, Simón lo llena creando un personaje que no parece ficticio. Uno completamente despegado de toda noción que permita ubicarlo dentro de la película. En Frida, que se enoja, se entristece y se cuestiona lo que le está pasando, se mezclan las experiencias ficticias con las reales que la directora vivió y ahora busca reconstruir en un viaje hacia el pasado.

La inspiración, sumado a a una filmación que aprovecha de sobremanera el paisaje verde de Cataluña y la química innegable entre el núcleo familiar retratado, lograron una historia que se queda con uno durante días. Verano 1993 emociona, entretiene y se alza como uno los estrenos más recomendables en lo que va del año.

Más allá de que hay un trabajo muy bueno por parte del elenco adulto, las niñas son las estrellas, así como sucedía unos meses atrás con otra historia sobre la infancia: El proyecto Florida, del director estadounidense Sean Baker.

Los Oscar -a la que España apeló con Verano 1993, aunque no obtuvo nominación- también nos dejaron otro relato veraniego en Llámame por tu nombre. Y si bien el amor que primaba en esas vacaciones era uno adolescente y carnal, el de Verano 1933 es uno familiar y sanguíneo, contado con excelencia por una directora que encontró, en el cine, otra forma de recordar. Merece ser vista.

ficha

VERANO 1993 [*****]

España, 2018. Dirección y guion: Carla Simón. Producción: Valérie Delpierre, Stefan Schmitz y María Zamora. Elenco: Laia Artigas, Paula Robles, Bruna Cusí, David Verdaguer, Fermí Reixach, Montse Sanz, Isabel Rocatti, Berta Pipó, Etna Campillo y Paula Blanco. Fotografía: Santiago Racaj. Edición: Didac Palou y Ana Pfaff. Música: Pau Boïgues y Ernest Pipó. Diseño de producción: Mónica Bernuy. Duración: 97 minutos

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