En la mente del asesino, la nueva de Anthony Hopkins.

Hay quienes lo achacan al dinero y pueden llegar a tener razón. Es la explicación más lógica para que Anthony Hopkins, por ejemplo, termine protagonizando una película tan del montón como En la mente del asesino. Hasta la traducción, el original es Solace, suena a lugar común. Debe ser la plata.

Uno de los actores más relevantes de su generación y una de las estrellas galesas de cine más importantes desde Richard Burton, Hopkins supo brillar antes y después de Hannibal Lecter, su asesino serial de El silencio de los inocentes.

Aunque venía del teatro y de un montón de grandes trabajos en la televisión británica, ese fue su primer gran personajede una lista que debería incluir a James Stevens, el leal mayodormo de Lo que queda del día, el Van Helsing del Drácula de Coppola, próceres (Picasso, Nixon, Hitchcock, Noé) y personajes que van de Diego de la Vega a Titus Andronicus.

Siempre fue un actor de presencia y carisma y el Oscar por su doctor Lecter (un personaje que repitió innecesariamente en dos películas más) era el premio a uno de sus intérpretes de los grandes.

Cuando uno ve películas como En la mente de un asesino, que se estrenó ayer es lícito pensar dónde quedó aquel muchacho. Aquí, dirigido por un brasileño venido de la publicidad (Afonso Puyart) hace en piloto automático y sin mucho combustible de un psíquico que ayuda al FBI a buscar a un asesino en serie (Colin Farrell).

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El planteo podría haber sido interesante pero no es el caso. El resultado está más cerca de un capítulo doble de CSI que de un interesante y novedoso ejercicio policial. Todo lo que piense que va a pasar, va a pasar y la dirección es apenas competente. Como la actuación de Hopkins.

Envejecer en el cine, vaya negocio complicado. Hay maneras de hacerlo: a lo Gene Hackman (retirarse dignamente), Al Pacino (elegir con algo de cuidado las películas), Robert De Niro (agarrar cualquier cosa como si no le importara un comino su carrera) o Michael Caine (ser inteligentemente selectivo).

Y también está a lo Anthony Hopkins, que tiene 79 años, aunque no queda claro qué es lo que pretende hacer.

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