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Una estafa muy prolija

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Focus (**) Estados Unidos, 2014. Escrita y dirigida por Glenn Ficarra, John Requa. Director de fotografía: Xavier Grobet . Música: Nick Urata. Edición: Jan Kovac. Con: Will Smith, Margot Robbie, Rodrigo Santoro. Estreno: 4 de febrero de 2015.

Ante los nombres tan andróginos de los personajes principales de Focus (ella se llama Jess, él Nicky), uno puede llegar a pensar que la película va a tener algo para decir sobre los roles femeninos y masculinos en la sociedad y en las películas.

A esa impresión ayudaba que la película fuera entera responsabilidad de Glenn Ficarra y John Requa que en el guión de Bad Santa y en los mejores momentos de I Love You Philip Morris, habían hecho alarde de un atractivo cinismo.

La ilusión de que acá lo vuelvan hacer dura tres minutos, que es lo que les lleva encaminarse hacia terrenos menos complicados.

Focus es un clásico entretenimiento sin pretensiones. Eso no está mal y la película funciona, en su mejor cara, como una versión alta gama de Nueve Reinas, por ejemplo. En ese sentido, que la segunda mitad de la película se desarrolle en Buenos Aires es sólo coincidencia.

Como en aquel antecedente (que es mucho mejor que esto), Smith interpreta a un estafador profesional que alista en su equipo a una novata (Margot Robbie) para dar un gran golpe. La muchacha es bastante lista y de buen ver, lo que siempre ayuda, por lo que ambos empiezan a sentirse atraídos mutuamente pero él le pone freno a la relación por razones que no se explican mucho y que dejan boquiabierta a la platea masculina. Tres años después se encuentran en Buenos Aires, donde él va a trabajar para el dueño de un equipo de Fórmula 1 que, casualmente, está de novio con aquella muchacha. Quizás nada de eso sea cierto porque recuerde, a pesar de sus lujos, sus autos caros y sus cuerpos trabajadísimos esta gente es muy taimada.

Y como en todas las películas sobre estafas (otro ejemplo clásico: La casa del juego de David Mamet), el espectador no sabe dónde está parado y de qué lado está la verdad. Es un terreno cenagoso sobre el que Focus no siempre transita con la seguridad necesaria. Para estafar al espectador hay que tener mejor pulso.

Lo mejor que se puede decir es que pasa rápido, pero eso no tiene que ser necesariamente un elogio. No escatima en lugares comunes y aunque pone a un protagonista negro, lo que puede ser tomado como una transgresión, es Will Smith, así que tampoco es para tanto. Él sí, tiene su simpatía y acá la aprovecha sin restricciones. Robbie no tiene papel para desplegar la intensidad que lució en El lobo de Wall Street.

Las estafas que muestran podrán ser perfectas pero Focus es incapaz de engañar a nadie: es cine para la taquilla. Mal no le fue.

Crítica FERNÁN CISNERO

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