Crítica
Crítica a la película Yo soy Simon, que se estrenó este jueves.
No es la típica comedia romántica que el cine ha contado desde sus inicios. Yo soy Simón comienza con una declaración de su protagonista, interpretado por Nick Robinson, quien dice en off que es como cualquiera de nosotros, salvo que tiene un enorme secreto, mientras mira a un joven que está frente a su casa. Sí, es gay y se encuentra en esa encrucijada entre decirlo y mantenerlo en secreto.
Yo soy Simón, basada en el best seller homónimo de Becky Albertalli, se toma algunas libertades respecto al libro, aunque la película de Greg Berlanti mantiene la esencia inocente y bonachona, agregándole un número musical muy divertido que no aparece en el material base. Y podría considerarse como una versión moderna de Tienes un e-mail o cualquier comedia de John Hughes, ambientada en un mundo suburbano de gente blanca y de clase media.
Simon (un genial Robinson) es un joven de la secundaria, enamoradizo empedernido, aunque no conoce a Blue, con quien intercambia correos electrónicos. Así, el joven irá imaginando que distintos compañeros de la secundaria son el remitente que se oculta bajo el alias.
Junto a tres amigos, de los que están en las buenas y malas, Simon se animará a expresar lo que siente, mientras una muy buena banda sonora ameniza esos momentos.
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