Entrevista

El debut como director de Fabio Meira, Las dos Irenes, se exhibe en Cinemateca

Cuando era adolescente, el director brasileño Fabio Meira escuchó una anécdota en su familia que nunca olvidó: su abuelo tenía dos hijas con el mismo nombre.

Casi dos décadas después de toparse con esa historia y tras participar de un taller narrativo junto al escritor y periodista Gabriel García Márquez, Meira volvió a explorar ese recuerdo y decidió que lo utilizaría para su primera película como director de cine.

La ópera prima se convirtió en Las dos Irenes, un debut formidable de Meira en el que se narra la historia de una joven que descubre una segunda familia de su padre, en la que vive una chica de su edad llamada igual que ella.

Tras su pasaje en enero por el último Festival Internacional de Punta del Este y un estreno en marzo en la Sala B del Auditorio Nelly Goitiño del Sodre, Las dos Irenes podrá volver a verse en Cinemateca 18 hasta el 13 de mayo inclusive. Sobre la película, el director conversó con El País.

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¿Por qué decidiste que "Las dos Irenes" fuera tu primera película?

Tenía otros dos guiones, pero era una película que sería sencilla y con presupuesto bajo. Era adecuada para una ópera prima.

¿Qué parte de Brasil se retrata en la película?

Es Goiás, donde nací. En ese mismo pueblo, que se llama Goiás Velho, yo hice mi primer cortometraje en 2004. Volví a ir para hacer el primer largometraje. Es un lugar que tiene una luz muy especial y quería captar eso en la película.

¿Qué tan importante fue el proceso de elección de Priscila Bittencourt e Isabela Torres, las dos Irenes?

Era fundamental. La primera Irene, de la familia principal, está en todas las escenas, entonces si yo no encontraba a la actriz tenía que postergar el rodaje. Estaba seguro que estaba en las manos de ella. Hicimos un proceso muy largo de casting, de casi dos años. Probamos más de 300 niñas y de esas elegimos 20. De ahí salieron las dos niñas.

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¿Como guionista te fue difícil ponerte en la mente de una joven adolescente?

La verdad es que no. En el rodaje lo dejé muy abierto a sus interpretaciones. Las dos protagonistas nunca leyeron el guion. Empezaba a ensayar lo que iba en cada escena y dejaba a ver qué sucedía. Mucho de lo que está en la película parte de ellas, y por eso era muy importante el trabajo de casting. Necesitaba niñas inteligentes que pudieran aportar a la película y la verdad es que las dos protagonistas son muy especiales.

¿Cómo lograste esa calidez en las escenas familiares?

Hay una ventaja cuando se viaja para hacer una película. Estábamos en un hotel y convivíamos mucho, también hicimos ensayos y de alguna manera nos volvimos una familia todos los del equipo. Eso era lo importante y creo que está en la película, no solo el entrenamiento de los actores, sino también en el equipo. También tuve la ventaja de tener a Daniela Cajías como directora de fotografía. Las actrices se volvieron más cercanas a ella y así a la cámara. No la sentían en ningún momento.

¿Cómo te sentís con respecto a la película después de estos años?

Hace más de un año que estrenamos en Berlín. Ahora sigo viajando con la película. Es una película pequeña que se ganó al mundo y recorrió 40 países. Ya voy a filmar la próxima película el año que viene.