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Diez Mandamientos en las manos de un maestro

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Una visión católica en el mundo del "socialismo real".

Desde mañana y hasta el viernes 7 inclusive se exhiben a razón de dos por día en Sala Cinemateca los diez capítulos de la serie televisiva polaca El Decálogo, creación del fallecido cineasta Krzysztof Kieslowski.

Se trata de un trabajo televisivo de largo aliento que no se limita a inventar diez historias individuales más o menos (a veces menos) inspiradas en los Diez Mandamientos, sino que más bien utiliza las referencias al venerable código recibido por Moisés en el Sinaí como punto de partida para diez parábolas sobre el hombre contemporáneo, en un entorno que era todavía socialista y real pero cuyos alcances valen para otros contextos y otras sociedades.

La propuesta del director Kieslowski y su libretista Krzystof Piesiewicz se centra en personajes cotidianos que viven en un complejo habitacional en Varsovia, y aunque las historias son independientes (no es imprescindible conocer las demás para apreciar cada una de ellas), el conjunto se enriquece mediante una serie de claves aparentemente casuales, como ese personaje muy lateral que aparece en todas, casi siempre cerca del final, y que puede ser acaso una referencia a Dios o al Destino.

Los personajes de Kieslowski y Piesiewicz enfrentan casi siempre dilemas morales, dificultades en ponerse de acuerdo consigo mismos o con su entorno inmediato, mentiras vitales que se desmoronan al contacto con la realidad, y lo que suele denominarse un conflicto entre la "moral de la convicción" y la "moral de la responsabilidad".

Kieslowski parece un producto típico de la cultura polaca, en la que el cristianismo ha sido un elemento de identidad propia y un factor de resistencia bajo sucesivas dominaciones. El realizador comenzó a ser reconocido internacionalmente a partir de su cuarto largometraje, El aficionado (1979), primero de sus trabajos estrenado en el Uruguay, que encerraba una ácida crítica "en clave" a la burocracia polaca. Antes y después hizo otras cosas, pero su prestigio internacional se afianzaría con La doble vida de Verónica, donde reaparecerían los temas de la Gracia y la búsqueda existencial, el Doble y el Ángel Guardián, y especialmente con la trilogía de los colores (Bleu, Blanc, Rouge), en alguno de cuyos capítulos (especialmente Bleu) postulaba sin vueltas la Caridad como respuesta a los padecimientos del mundo. Algunos de esos temas estaban ya en este Decálogo que contiene algunos trechos magistrales.

A quien no tenga oportunidad de ver todos los capítulos cabe dirigirle una recomendación: elija los capítulos cinco y seis, que van el martes. El primero es un estremecedor alegato contra la pena de muerte. El otro, una tortuosa historia de amor sostenida por la excelente actriz Grazyna Szapolowska. No en vano Kieslowski convirtió luego esos dos capítulos en películas para la gran pantalla (No matarás, Una película de amor). Sabía que eran los dos mejores.

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Una visión católica en el mundo del "socialismo real".

Cinemateca exhibe “El Decálogo” de Krzysztof Kieslowski

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