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Descubrir "Tiburón" con una orquesta sonando en vivo

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Tiburón en Seattle

El País en Seattle

Crónica de cómo fue saldar una deuda cinematográfica, con una banda sonora icónica en vivo

Muchos tenemos esa película que nos da vergüenza confesar que nunca vimos. Suelen ser clásicos. Pilares del cine que marcaron el antes o después de una época gracias a sus historias, inventiva visual y legado cultural. Por algún motivo, no importa cuál, esas historias se nos escaparon.

Una de las infaltables que tenía pendiente era Tiburón, la popular película de Steven Spielberg estrenada en 1975. Sí que había visto pedazos sueltos, conocía historias de su problemática producción y claro, podía reconocer la composición que aventuraba la terrorífica llegada de la estrella animal a las aguas de la soleada y ficticia Amity Island.

Para mí fortuna, en paralelo a una participación como jurado en el Festival Internacional de Cine de Seattle, en esta ciudad del noroeste de Estados Unidos se presentó, en dos noches consecutivas, una proyección de Tiburón con una orquesta sinfónica en vivo, interpretando la banda de sonido de John Williams.

Experiencias como esta de Tiburón, que tuvo lugar en el Benaroya Hall, consisten en una exhibición tradicional de un largometraje, con la excepción de que la banda sonora es removida de la proyección —que mantiene sus diálogos, sonidos y música diegética— y es interpretada en simultáneo y en vivo por una orquesta. La Guerra de las Galaxias (otra con música de Wiliams), Harry Potter y El Señor de los Anillos suelen ser presentadas en este formato alrededor del mundo.

Conducida por Lawrence Loh, la Orquesta Sinfónica de Seattle interpretó la banda sonora de Williams —uno de los compositores más célebres de Hollywood y frecuente colaborador de Spielberg— frente a un auditorio que repletó el aforo de unos 2.000 asientos.

La segunda noche del espectáculo, llamado Jaws-In Concert, reunió a un público heterogéneo, con adultos yendo para rever el clásico bajo otro formato y algún que otro joven expectante de ver, por primera vez, una película que en 2020 cumplirá 45 años. También había asistentes al evento que demostraron su fanatismo por la obra de Spielberg, con sombreros con aletas o ropa personalizada para la velada.

Lo más sorprendente de ver una orquesta interpretando la banda de sonido de una película como Tiburón —que suele enfatizar la tensión y adrenalina con la música de Williams— es lo natural que resulta la presencia de los músicos. Si uno no dirige la mirada más abajo de la pantalla, no hay forma de darse cuenta de que están ahí.

En parte, eso se debe al gran trabajo de sincronización de la orquesta y, además, al innegable talento de Spielberg como narrador. Una vez que la historia alcanza la mitad del relato (marcado por un intermedio) y los protagonistas se embarcan en busca de detener la amenaza marina, es casi imposible apartar la mirada de lo que está sucediendo arriba del barco llamado Orca.

Al tratarse de Tiburón, cuya música se encuentra entre las composiciones para cine más fácilmente reconocibles, era de esperarse que su canción inaugural (titulada “Main Theme and First Victim”) despertara los aplausos y vitoreos del público. Si bien casi todos conocen el trágico destino de la joven que abre la película en una playa, la sensación dentro del Benaroya Hall, era de alegría.

Tal vez, al no tratarse de una exhibición tradicional de cine, en la que se espera la atención y repleto silencio del público, en Jaws-In Concert los gritos, las risas y los aplausos eran bienvenidos cuando los personajes de Roy Scheider, Robert Shaw, Richard Dreyfuss y hasta Bruce (como se conocía al colosal artefacto que hacía del tiburón) hacían sus primeras apariciones.

Con el oído un poco más atento a la música y un poco menos a las imágenes, experimentar en vivo las composiciones de Williams para Tiburón también hacen notar que la banda de sonido tiene momentos más lúdicos y aventureros, que el compositor luego desarrollaría en La Guerra de las Galaxias o Indiana Jones.

De la película, a la que se le atribuye inaugurar los éxitos de taquilla de Hollywood, es difícil agregar algo que no se haya dicho antes. Fue un mojón para el cine y uno al que el paso del tiempo le pesa muy poco. Como me demostró en Seattle, "Tiburón" sigue siendo capaz de asustar, asombrar y hasta hacer reír (varias veces), incluso a un público que ya conoce la película de pies a cabeza. O de nariz a aleta, más bien.

Por mi parte, la lección de haber pospuesto la cita con Tiburón por tanto tiempo es que a veces, esperar puede traer sus recompensas, incluso en la forma de varias decenas de músicos académicos que no pueden dirigir su mirada a la película que está sobre sus cabezas. Lo importante es que suene cada vez mejor. Como los clásicos.

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