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El deporte como trampolín para sumergirse en el drama

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Tatum y Carrell encarnando sus roles de Mark Schultz y John Du Pont.
Picasa

En esta, su tercera película de ficción, Bennett Miller vuelve a basarse en hechos reales: en Capote (2005) sobre el escritor Truman Capote, en El juego de la fortuna (2011) sobre el manager de béisbol Billy Bean y en Foxcatcher (2014) sobre el multimillonario John du Pont.

En esta última, como en su predecesora, vuelve a usar el deporte como contexto para desviar levemente el punto de vista hacia el drama humano. El resultado es un film que transita momentos de thriller de misterio, otros de drama policial, otros de ficción deportiva y otros de costumbrismo.

Foxcatcher empieza mostrando la vida cotidiana de Mark Schultz (Channing Tatum), ganador de la Medalla Olímpica en 1984 en lucha libre. Lo vemos en la soledad de su casa de barrio y en el club entrenando con su hermano Dave (Mark Ruffalo) de cara a las próximas Olimpíadas de Seúl 1988. El trabajo de Miller para presentar a los personajes es austero (pocos diálogos, mucho contacto físico, sonido ambiente) y aplica muy bien la regla del menos es más. De ahí que el director se haya llevado la Palma de Oro en Cannes y que Hollywood lo haya ignorado; la otra razón, probablemente, es que la película no deja muy bien parado al gran patriota y buen americano de la historia, John du Pont (Steve Carell). Este magnate de estirpe rompe la gris pero armónica realidad de los hermanos Schultz ofreciéndole a Mark una vida de lujos en su mansión mientras lo prepara para la competencia. El menor de los hermanos acepta pero el mayor, Dave, se resiste.

Ahí se empiezan a desplegar las más grandes virtudes de Foxcatcher: los personajes, sus caracterizaciones y sus vínculos a veces simbióticos. La dirección de actores es excelente: el destaque lógico se lo lleva un Carell alejado por completo de los roles de comedia a los que nos tiene acostumbrados, con un rostro desfigurado y una composición muy lograda. Su presencia en cámara es sumamente incómoda; como la propia película, du Pont da la sensación de ser una bomba de tiempo. Tatum es un actor de potencial limitado que acá está en plan simiesco, con movimientos y actitudes casi animales por momentos. Du Pont es muy cerebral y Mark es todo lo contrario; el primero precisa un físico en el que depositar sus frustraciones y el otro un mentor al que entregarse. Encajan como piezas de un puzzle. Y por último está Ruffalo, que con menos minutos de metraje es el mejor de los tres. En una película donde lo físico es clave, su trabajo está meticulosamente medido (la postura, la forma de caminar, el movimiento particular de las manos).

Tratándose de una película distanciada de las grandes estridencias visuales (lo suyo es la sutileza, la construcción del misterio, no la burda pandemia ruidosa y vacía que domina el Hollywood de hoy), Foxcatcher presenta escenas de una potencia dramática de largo alcance. Hay momentos de particular comunicación entre personajes (Dave suele acercarse a Mark mostrándole llaves de lucha) y también de profunda incomunicación (du Pont carga con el rechazo de su madre y hace todo lo posible, incluso se somete a momentos que dan vergüenza ajena, para ganarse su respeto). Miller exprime la historia real hasta el final, narrando con precisión, y esta, a su vez, se ve potenciada con tres muy buenas actuaciones.

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FOXCATCHER (***)

Estados Unidos. 2014. Título original: Foxcatcher. Dirección: Bennett MIller. Guión: Dan Futterman, E. Max Frye, Kristin Gore. Fotografía: Greig Fraser. Música: Rob Simonsen. Con: Steve Carell, Channing Tatum, Mark Ruffalo, Sienna Miller, Anthony Michael Hall, Vanessa Redgrave.

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Tatum y Carrell encarnando sus roles de Mark Schultz y John Du Pont.

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