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Daniel Craig renovó su licencia para matar

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James Bond. Foto: Difusión

Tras negarse a volver, el actor será el agente en la nueva película de la saga.

Que Idris Elba, que Demian Lewis, que Jason Statham... Alguien llegó incluso a postular la idea —"disruptiva", sin duda— que acabara el reinado masculino en torno a este personaje tan famoso y que la próxima película fuera con Jane y no James Bond.

Pero nada de eso ocurrió. El blondo Daniel Craig aceptó volver a ponerse el smoking y la moña para volver a decir (entre muchas otras cosas, claro): "Bond. James Bond".

Craig hace años que está diciendo que no quiere seguir siendo Bond, pero aún así sigue. Cuando se anunció que en 2019 se estrenaría la vigésimo quinta película con el personaje, no se comunicó quién sería el actor que encarnaría al Agente 007. Pero no pasó mucho tiempo —24 horas, o menos—antes que se revelara que Craig, que va a tener 50 años cuando se estrena la nueva película— estará una vez más al servicio de su Majestad.

Para Craig sería la quinta vez que interpreta al Agente 007 tras Casino Royale (2006), Quantum of Solace (2008), Skyfall (2012) y Spectre (2015). Esta última película recaudó en todo el mundo 880 millones de dólares en taquilla, según el portal especializado Box Office Mojo.

En otras palabras: hay, por lo menos, 880 millones de razones para seguir con Craig a la cabeza de la franquicia. El guión de la anunciada nueva película, que todavía no tiene título, será de Neal Purvis y Robert Wade, que han escrito todas las películas de James Bond desde El mundo no basta (1999, con Pierce Brosnan). Equipo ganador, dicen, no se cambia.

Hay que reconocerles a los dueños del personaje cinematográfico su tenacidad —y sus considerables recursos— para seguir convenciendo a Craig, un actor que nunca demostró demasiado entusiasmo por el personaje, ni siquiera cuando arrancó a interpretarlo.

Pero el disgusto de Craig por el personaje y por las condiciones en las que se realiza una producción cinematográfica tan importante como esta, solo se ha ido acrecentando con el tiempo.

Miren si no, lo que Craig dijo en una entrevista promocional en la época que se estrenó Spectre, hace dos años:

—¿Qué podríamos aprender de James Bond que nos sirva para nuestra vida cotidiana?

(Piensa). Nada.

—Pero James Bond es uno de los personajes más famosos del cine. Seguramente tenga rasgos inspiradores. ¿No?

—No hablemos de estas películas como una experiencia que te cambia la vida.

Eso fue en una de las entrevistas para la marca Red Bull. Acá, otra, para el medio Time Out:

—Interpretar a James Bond tiene mucho que ver con la apariencia: las ropas, cómo camina, el estado físico. ¿Alguna vez se cansa de todo eso?

—Es muy aburrido. Las mejores actuaciones salen cuando no estás preocupado por la superficie. Y en el caso de Bond, es lo opuesto. Hay que ocuparse de la apariencia. Es una lucha.

—La imagen más famosa suya como Bond es la de Casino Royale, cuando sale del agua en la playa. ¿Cómo se siente verse a diez años de eso?

—¡No me veo! No miro esa escena y pienso "¿No tenía tremenda pinta?" (...) Va en contra de todo lo que yo creo. [Se dirige al periodista] Nos hemos encontrado un par de veces, sabés que no soy una persona "cool". Me gustaría serlo, pero no lo soy, ni pretendo serlo. Pero como James Bond, tengo que serlo... ¿Y qué carajos significa eso?

La declaración más rotunda de Craig fue en esa misma entrevista, hace dos años: "En este momento no quiero pensar en eso. En este momento, si me preguntan por una nueva película conmigo como Bond, creo que prefiero cortarme las venas. Por un par de años, no quiero pensar en esto. No sé cuál será mi próximo paso. Pero si hiciera otra película como Bond, sería solo por el dinero". Clarito el hombre.

Ahora que se confirmó que seguirá, es de suponer que será una decepción para todos los que ya habían apostado a que habría un nuevo Bond (la revista Esquire saldrá el mes que viene con una portada que tendrá la pregunta: "¿Es Idris Elba el próximo James Bond?" y la foto de ese actor británico).

Pero también cabe suponer que quienes compraron las entradas de cine la última vez que Bond anduvo en la pantalla grande, se alegrarán de la vuelta de este actor, que le dio al personaje un rasgo iracundo, calculador y bastante frío.

Casino Royale.

Con Martin Campbell como director, Craig arrancó en una película cuya trama involucraba a un traficante de armas (Mads Mikklesen) con gusto por el juego poker. La película lleva el mismo título que la protagonizada por Peter Seller, Ursula Andress y David Niven, estrenada en 1967 y que parodiaba al personaje y al subgénero de cine de espías en general.

Quantum of Solace.

Lo más importante de esta película es que inica otra era en las películas de Bond: la de la continuidad. Como bien señaló David Ehrlich en la revista Rolling Stone, hasta este punto Bond era un personaje atemporal. A partir de esta, se aplicaba por primera vez el criterio de secuela. A Ehrlich no le gustó: "Al darle un pasado, hipotecaron el futuro de James Bond".

Skyfall.

Entra Sam Mendes como director, una elección atípica ya que se trata de un realizador de perfil más serio y con pergaminos como director de teatro. Mendes le dio más gravedad al asunto, menos humor y —algo raro en este universo machista, un villano —Javier Bardem— que aunque no lo dijera (repetimos: universo machista), era homosexual. El español brilla como villano, pero la película en sí es demasiado seria.

Spectre.

Otra vez Mendes como director, y Bond persiguiendo una misteriosa organización. Ahora, el villano es Christoph Waltz, el austríaco que se ha especializado en hacer de malo (como hizo en Bastardos sin gloria, de Tarantino). Todo muy dramático, todo muy en serio, pero la verdad es que la película es bastante aburrida. Aún así, logró una enorme recaudación. Por lo que se ve, nadie le discute nada al Dios Dinero.

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James Bond. Foto: Difusión

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