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Daniel Aráoz: "Tengo mucho orgullo de ser amigo del Pepe Mujica y de Lucía"

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Daniel Aráoz en la película "Franklin, historia de un billete". Foto: Difusión

ENTREVISTA

El reconocido actor argentino habla de la película "Franklin, historia de un billete", su carrera y el paso de ser comediante al villano del cine

Daniel Aráoz en la película "Franklin, historia de un billete". Foto: Difusión
Daniel Aráoz en la película "Franklin, historia de un billete". Foto: Difusión

Daniel Aráoz llega al hotel con un pantalón, remera y bufanda negra. Lleva un gorro, también negro, con un oso amarillo dibujado. Dueño de una inconfundible voz carrasposa, Araoz acaba de estrenar en cines Franklin, historia de un billete.

"Estoy feliz", le dice el actor argentino a El País. "Hicimos la película en pandemia y tuvimos miedo, porque nuestra industria no es como Hollywood. Ellos pueden parar un año y no tienen problema, pero si nosotros paramos 10 días porque un compañero se enferma, se funde la película. Se vivió con vértigo".

Al inicio de la pandemia, Aráoz, sin trabajo ni proyectos pensó en dedicarse a otra cosa. Tener una peluquería, por ejemplo, porque si muchos lo asocian con un actor humorista, él, de oficio, es peluquero.

Aráoz encuentra una ironía en que su personaje en Franklin, Bernal, sea pelado. "Me parece que me tomaron para la chacota", dice entre risas. "Además, el director me pidió si podía ser un poco japonés, y me convertí en un villano nipón. Bernal tiene esa cosa del samurai, del tipo que decide si alguien tiene que morir o no. Es vergonzoso que exista esa realidad, que haya gente esclava del poder".

La película dirigida Lucas Vivo García Lagos, sigue el trayecto de un billete de 100 dólares, o sea el Franklin del título refiere al presidente muerto del billete de esa denominación, que va pasando de mano en mano. Entre ellas las de Germán Palacios y Sofía Gala Castiglione, como dos marginales que cruzan sus vidas con la de Bernal, el matón que interpreta Aráoz.

"Lo primero que hace el poder con este tipo de personas, que se puede llevar a una situación política o judicial, es sacarte el alma. Por eso se convierte en alguien que niega esa realidad. Y en el cine tenés que tomar esa energía para que sea creíble, sino fracasaste", dice Araoz

—En la película, Bernal mete miedo.

—A mí también me da miedo interpretarlo. Tengo miedo de tanta corrupción, falta de justicia y mentira. Aunque ahora estoy embarcado en hacer reír. Armé Master Aráoz que es una masterclass de comicidad. Quiero que la gente venga a reírse, que se le salga la mandíbula y no pueda parar de reírse. Ese es mi sueño, porque reírse es sanador.

Daniel Araoz
Daniel Aráoz. Foto: Difusión

—Es un volver a sus inicios, cuando trabajaba con Antonio Gasalla.

—Sí, aunque nunca dejé de hacer comedia. Igual es rarísimo, porque en el cine soy prestigioso como actor dramático. Me doy cuenta cómo me tratan en Biarritz, San Sebastián, o el festival de Oldenburgo donde viajé en plena pandemia y gané el premio a mejor actor. Yo les cuento que soy un actor cómico y que amo la comicidad. Dicen que es más difícil hacer comedia pero las dos caras del teatro son difíciles.

—¿Cómo fue el proceso para pasar de ser el cómico que trabajaba con Susana Giménez, a convertirse en el villano del cine?

—Durísimo. Yo soy un laburante, un obrero, y todo lo que tengo para dar lo doy. No me guardo nada porque soy un privilegiado. Puedo vivir de este oficio, mi familia come y vivimos de esto. Debería aclarar que mi familia es lo más importante del mundo. Lo demás son espejitos de colores. Mi gran logro no es interpretar personajes, sino haber construido una familia. Eso es lo que me llena de orgullo. Somos una familia de artistas, eso me llena.

—¿Qué opina de esa famosa “grieta” de la que se habla en Argentina?

—Creo que estamos en un momento muy difícil para la humanidad. Estamos renaciendo y tenemos que estar unidos. No podemos seguir discutiendo. Latinoamérica no tiene voz si no se une. Hablamos de cosas utópicas, pero África y Latinoamérica necesitan tener una sola voz, un proceso de unión muy grande. Por eso tengo mucho orgullo de ser amigo del Pepe Mujica y de Lucía (Topolansky). Aprendió mucho el Pepe en su vida, y creo que el amor que tiene, el querer vernos unidos está muy bien. El desafío ahora es pensar si podemos lograrlo.

—¿Si le digo Inolfo, aquel personaje que hacía en El mundo de Antonio Gasalla, de qué se acuerda?

—Inolfo es la época de la experimentación del grotesco. El río de la Plata tiene una gran historia cómica. Tiene una gran historia en el grotesco, en el esperpento aunque Valle Inclán y los españoles trabajaron más eso. Nosotros tenemos una propiedad en el grotesco, e Inolfo es un ejercicio de eso, llevado a Argentina. Es el borracho y tiene algo de la dictadura. “¿Quiere que le arranque la cabeza?”, decía, porque siempre era muy agresivo. Fue lindo reírnos de eso. Fue una manera de exorcizar lo que habíamos vivido.

—En Master Araóz cuenta una anécdota que ocurre en Montevideo. ¿Puede adelantar algo?

—No, tienen que venir a ver la obra. Fue mi ocaso. Prácticamente renuncié a Gasalla por mi amistad con un muchacho que conocí en Montevideo. Me quería llevar a Miami y le creí hasta que me di cuenta que estaba más loco que yo. Recordarlo es precioso pero vivirlo fue duro. Entendí que necesitaba vivir eso para aprender. Y esos aprendizajes uno los valora mucho. En ese entonces los dos estábamos perdidos y él no hizo más que ayudarme a que entendiera que estaba equivocado.

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