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Crónica humana sobre el fondo de una crisis social

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Marion Cotillard fue nominada al Oscar por esta labor.

Es desde ya uno de los grandes estrenos del año. El jueves llega a la cartelera local (ya se lo había visto en el festival de Cinemateca) Dos días, una noche, la más reciente película de los belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne.

La protagonista (Marion Cotillard) está casada y tiene dos hijos. El matrimonio ha logrado salir de la "vivienda social" que ocupaba y mudarse a de la ciudad de Lieja, frecuente paisaje del cine de los hermanos Dardenne, y el personaje está logrando superar con cierto éxito un cuadro de depresión cuando empieza el film. Entonces llega el golpe: una llamada le informa que va a ser despedida porque en la empresa en la que trabaja hay que recortar gastos, y los trabajadores deben votar por despedirla a ella o cobrar su prima anual. A lo largo de los dos días y la noche del título, Cotillard deberá visitar a esos compañeros para tratar de convencerlos de que renuncien a ese dinero extra y le salven el empleo.

Hay quien ha pensado en una versión moderna de 12 hombres en pugna (1957) de Sidney Lumet, donde el jurado No. 8 (Henry Fonda) tenía un plazo perentorio para revertir el veredicto inicial de sus ocasionales colegas en un caso de homicidio, o en A la hora señalada (1952) de Fred Zinnemann, donde Coop tenía aún menos tiempo para conseguir ayuda.

Ese tránsito de Cotillard sirve para retratar un abanico de reacciones diversas, desde la solidaridad al egoísmo, desde la vergüenza a la prepotencia extrema, y también para comprender las razones de unos y otros: el mundo no es en blanco y negro. Esta clase media en crisis tiene sus razones: quienes tienen otro trabajo los fines de semana para sobrevivir, los que mandan a su hijo a un colegio pago, el que tiene su pareja en paro y depende de su único sueldo, los que se han comprado una casa nueva y cargan con las cuotas, el que se acaba de separar y añade los problemas económicos a sus turbulencias afectivas. Mucha de esa gente trata de salvarse a sí misma, acaso sin entender que hay situaciones de las que se sale juntos o simplemente no se sale.

Es típica de los Dardenne la preocupación por gente en problemas sobre el trasfondo de una sociedad en crisis. Los cineastas belgas aplican un estilo realista, hecho de largas escenas, con una cámara que sigue de cerca a sus protagonistas y una multiplicación de exteriores que añaden realismo. Un drama que retrata la Europa en crisis de hoy, valorizado sobre todo por la labor de la espléndida Cotillard, una mujer capaz de pasar de Edith Piaf (en La vie en rose) a una villana de Batman y convencer en ambos papeles. Y en éste por el que estuvo nominada al Oscar.

SABER MÁS

Cine atento a lo que le pasa a la gente.

Jean-Pierre Dardenne nació en el abril de 1951, su hermano Luc tres años más tarde. Ambos crecieron juntos en Liège y Seraing, dos pueblos industriales de Valonia, en la Bélgica francoporlante. Son de orígenes modestos y criados en la clase trabajadora, lo que aportará el telón de fondo de todas sus películas. En 1975, crearon su propia productora, Dérives, que produjo más de 50 documentales. A partir de 1994 será Les Films du Fleuve el vehículo de producción de sus películas. Saltaron a la ficción en 1987 con Falsch, y han insistido con un cine humanista y de "atención social" desde La promesa (1996), a la que siguieron Rossetta (1999), El hijo (2002), El niño (2005), El silencio de Lorna (2008), El niño de la bicicleta (2011) y esta película que se estrena ahora.

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Marion Cotillard fue nominada al Oscar por esta labor.

Se estrena “Dos días, una noche” de los Dardenne

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