CRITICA
Ambientada en un pequeño pueblo de Pensilvania en Halloween de 1968, la película del noruego André Øvredal se basa en la serie de historias escritas por Alvin Schwartz y cuenta con la producción y guion del mexicano Guillermo del Toro.
Al igual que en Escalofríos (Rob Letterman, 2015), Historias de ultratumba (Andy Nyman, Jeremy Dyson, 2017) o la serie de Nickelodeon, ¿Le temes a la oscuridad?, viejas leyendas y criaturas comienzan a atormentar a los jóvenes protagonistas.
Son tres amigos, Stella, Auggie y Chuch, junto al recién llegado, Ramón, los que despiertan una serie de criaturas fieras que comienzan a acecharlos.
Todo comienza en Halloween, cuando los chicos deciden ir a una vieja mansión abandonada donde, según la leyenda, la joven Sarah Bellows vivió recluida a causa de una malformación. Según algunas historias, ella contaba historias a través de las paredes a los chicos que se acercaban al caserón. Las historias las iba escribiendo en un libro, y cuando varios niños murieron, ella fue acusada de matarlos a fines del 1800.
Poco a poco, las historias contenidas en ese libro comienzan a hacerse realidad. Un espantapájaros que cobra vida, una mujer que busca un dedo perdido o una criatura alta y pálida, comienzan a aterrorizar a los jóvenes que no saben cómo surgen, ni cómo detenerlos. Si bien no saben cómo, el libro es la clave.
“No lees el libro, el libro te lee a ti”, dice Stella (Zoe Margaret Colletti), quien comienza a llevar la investigación sobre el libro y los temores que desata.
Cinco historias cortas reunidas en una misma trama, junto a una buena fotografía que asfixia por momentos y buenos efectos visuales completan esta historia llena de pesadillas y alucinaciones.