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Comedia: con el humor como herramienta

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El próximo jueves llega a carteleras montevideanas Sin hijos, comedia argentina dirigida por Ariel Winograd y protagonizada por Diego Peretti y Maribel Verdú.

El asunto tiene que ver con un padre separado que se enamora de una mujer que no solo no quiere tener hijos sino que, peor aun, siente fobia por los niños. Se han querido ver influencias de Mi novia Polly (con su "choque de opuestos" entre Ben Stiller y Jennifer Aniston) y Un gran chico de los hermanos Weitz (con su idea de un niño, en el film argentino una niña, que puede exhibir acaso una mayor madurez que sus personajes adultos), y más ampliamente una conexión con la comedia norteamericana de los últimos años, género del que el director Winograd (Cara de queso, 2006; Mi primera boda, 2011; Vino para robar, 2013) se reconoce confeso admirador.

Antecedentes.

Quien se haya molestado en seguir con cierta atención la carrera previa de Winograd (nacido en Buenos Aires en 1977, realizador de cuatro cortometrajes protagonizados por enanos y del documental Fanáticos, 2004, antes de saltar al largo de ficción con la citada Cara de queso) ha podido constatar hasta qué punto el cineasta ha tenido en cuenta a la hora de encarar su obra a películas como El mundo según Wayne, las de Adam Sandler, Will Ferrell y Ben Stiller, o algún programa televisivo como Saturday Night Live.

Hay que señalar de todos modos que Winograd no es un ave solitaria en el presente panorama cinematográfico argentino, que parece haber redescubierto en los últimos años la comedia, género que descuidara por un largo tiempo. Un repaso de lo que se ha hecho en la materia del otro lado del río en lo que va del milenio tiene que incluir inevitablemente las películas anteriores de Winograd, pero no solamente a ellas.

Un listado seguramente incompleto abarca también parte del cine de Juan Taratuto (No sos vos, soy yo, 2004; ¿Quién dice que es fácil?, 2006; Un novio para mi mujer, 2008), con el que establece otro vínculo a partir de la reiterada presencia en sus películas de Diego Peretti, igualmente un "sospechoso de siempre" en las películas de Winograd. Versátil como pocos, Peretti puede ser un sólido actor dramático (por ahí están cosas como La reconstrucción del mismo Taratuto, y la teleserie En terapia), pero posee un tipo físico que lo hace particularmente apto para la comedia, dato que puede comprobarse en las películas mencionadas pero también en la historia de humor y acción de Tiempo de valientes (2005), la primera película relevante de Damián Szifrón, luego internacionalizado gracias a Relatos salvajes (incidentalmente, el propio Winograd jugó a la fórmula de la "comedia con suspenso" en Vino para robar).

Empleando de manera más bien amplia la etiqueta "comedia" cabe un espacio para los jugosos retratos de ambiente judeoporteño levantados por Daniel Burman, con la frecuente complicidad de Daniel Hendler (Esperando al Mesías, 2000; El abrazo partido, 2003), aunque ahí la definición más correcta sería "comedia dramática", y la segunda palabra de la ecuación se ha acentuado en películas más recientes del equipo. Y acaso pueda usarse la expresión "comedia triste" para referirse a Norberto apenas tarde, la primera obra de Hendler como director, en la que no resulta difícil rastrear influencias de Burman.

La crítica argentina ha creído detectar ciertos rasgos comunes en esas y otras películas similares: la atención a conflictos de pareja recorridos por la neurosis, cierto cuidado para definir a los personajes secundarios (en lo que constituye un enriquecimiento del cuadro global), una dosis de desencanto con respecto a la perdurabilidad de las relaciones humanas, una veta de melancolía que a menudo amortigua deliberadamente los alcances del humor.

Se ha podido señalar también una serie de diferencias, acaso generacionales, entre ese puñado de cineastas y el humor practicado por sus antepasados de las décadas del cuarenta, cincuenta y hasta un poco más acá. Ello conduce, inevitablemente, a un breve repaso de carácter histórico.

Pasado.

Con razón o sin ella, los historiadores del cine argentino suelen etiquetar como la Era de Oro de su industria a los años cuarenta y tempranos cincuenta, no necesariamente por una cuestión de calidad pero sí (había obviamente muchas más películas y espectadores en sala que hoy) y sobre todo de estrellato. Las figuras populares de la pantalla eran realmente populares, y Buenos Aires era una especie de mini-Hollywood.

Esa industria produjo una vertiente de comedia que no resulta difícil dividir en dos bloque, por lo menos, aunque a veces las fronteras se difuminen un tanto. En un extremo puede ubicarse los "capo cómicos" populares (Luis Sandrini, Pepe Arias, la incomparable Niní Marshall) frecuentemente dirigidos por el frondoso Manuel Romero. En el otro, un tipo de comedia elegante, derivada de la tradición italiana de "teléfonos blancos", ambientada en cambio en un contexto de clase media alta, mayor refinamiento en el humor y un toque de romanticismo: en esa línea se ubican fundamentalmente las películas de Mirtha Legrand, que hicieron de ella la diva indiscutible de la Era de Oro. Lo que vino después, desde las comedias de Enrique Carreras al desaprovechamiento en cine de Alberto Olmedo (en televisión era un formidable improvisador) por parte de los hermanos Sofovich fue en cambio un largo período de decadencia.

La máxima estrella del cine argentino.

Quienes solo la conocen de los almuerzos que ha presidido en televisión en los últimos cincuenta años tienen una visión muy parcial de Mirtha Legrand. La actriz, y sobre todo la comediante de films románticos en ambiente burgués era realmente una estrella, acaso la única auténtica estrella que el cine argentino haya tenido en su historia. Se la puede discutir como intérprete dramática, pero eso es otra cosa: tenía frescura y presencia en pantalla algo demostrado desde su primer protagónico en Los martes orquídeas y otros films de Francisco Mujica, en las cosas que hizo con su marido Daniel Tinayre y especialmente en las comedias del excelente y olvidado Carlos Schlieper, el "Lubitsch porteño", que fue quien supo explotar como nadie su imagen cinematográfica. Esposa último modelo (1950) debe ser la mejor colaboración entre ambos, pero no la única.

SABER MÁS

TRES EJEMPLOS ARQUETÍPICOS.


Tiempo de valientes - Argentina 2005. 

Un psicoanalista (Peretti) es condenado a trabajo comunitario y debe acompañar a un conflictuado oficial de policía (Luis Luque). Inteligente combinación de humor y acción dirigida por Damián Szifrón.

Los Paranoicos - Argentina 2008.

Un escritor que se autocensura, un amigo exitoso y la pelea por una mujer. Buena comedia dramática dirigida por Gabriel Medina, con Daniel Hendler, Jazmín Stuart, Walter Jakob y Martín Feldman.

El Crítico - Argentina 2014.

Crítico de cine harto de los clisés de las comedias románticas termina viviendo una comedia romántica. Humor autorreferencial escrito y dirigido por Hernán Guerschuny, con Rafael Spregelburd y Dolores Fonzi.

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