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Batman haciéndose el gángster

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Vivir de noche

Vivir de noche [**] Estados Unidos, 2016. Título original: Live By Night. Dirección: Ben Affleck. Guión: Ben Affleck sobre una novela de Dennis Lehanne. Fotografía: Robert Richardson. Música: Harald Kloser. Con: Ben Affleck, Elle Fanning, Brendan Gleeson, Sienna Miller, Chris Messina, Zoe Saldana, Chris Cooper, Miguel. Duración: 129 minutos. Estreno: 25 de enero.

Podría haber sido un ejercicio, costoso pero respetuoso de un género tan clásico y americano (las películas de gangsters) como Aliados de Robert Zemeckis lo es de las películas de guerra.

También podía ser una revisita renovada a la cruza de aquel género con el expresionismo alemán que dio en llamarse cine negro y que tuvo rostro de Humphrey Bogart, guiones de Raymond Chandler y mirada de, por seguir en la familia, Fritz Lang.

Hay una ubicación temporal (la ley seca estadounidense, los comienzos de la década de 1930), geográfica (para el caso Boston, como antes podría haber sido Chicago) y social (la plata fácil que llevaba al delito a esa generación). Hay, además, un protagonista dividiéndose en dos pero siempre dejando ver su lado más feo. Hay un caso policial a resolver, una vampiresa y un par de villanos fuleros.

Sin embargo, algo le falta a esta excursión turística de Ben Affleck a ese mundo.

Si no puede ver el video, haga click aquí.

Primero, porque se dispara para varios lados sin poder definir un foco. La película está claramente dividida en dos y pasa de la oscuridad de una Boston violenta y sórdida en la que Joe Coughlin (Affleck), el hijo del subcomisario de la ciudad, empieza a involucrarse, como agente independiente en la guerra entre irlandeses e italianos por los negocios sucios del lugar. Allí en un tono que amaga para el lado de Shakespeare (o de Marvel), se ve su ascenso en la escala zoológica del crimen hasta terminar encargándose de las incipientes inversiones en Tampa, en la soleada Florida.

Allí empieza la larga segunda parte, en la que Coughlin está ahora acompañado por un fiel escudero de nombre pintoresco Dion Barton (de lo mejor de la película, Chris Messina) que es el único que entiende el alcance del negocio y sus contraindicaciones cuando su patrón empieza a flaquear por el lado de la culpa. Esos momentos están personalizados por una antigua novia que era amante de un mafioso y que él no se convence de que esté muerta. Un nuevo interés romántico le dará una opción distina en la vida que, a la vez, podría ser su condena.

Uno de los problemas de la película quizás sea el propio Affleck, que aquí dirige, escribe protagoniza y produce. También entre los productores figura Leonardo DiCaprio, quien aquí le podría haber dado otra carnadura al protagonista principal. Affleck parece encarar con la ductilidad actoral de un superhéroe: con el tiempo su cuerpo de torax importante, sus huesos enormes, su rostro esculpido en piedra, le ha empezado a jugar una mala pasada como actor. Si se quiere ver Vivir de noche como una alegoría sobre el héroe moderno del cine (por ejemplo en la insistencia por un vestuario tan poco apropiado), podría ser interesante pero le van a faltar argumentos para sostener esa premisa. Affleck ha sido, antes que nada, un actor limitado y acá queda clarísimo en un discurso de tono socialista que dice al borde de lo monocorde en el medio de la película .

Eso mismo parece trasladarse a su manera de dirigir. Affleck supo mostrar cierta inventiva en Argo, la película por la que ganó su segundo Oscar (para el caso como productor de la mejor película del año) pero aquí se deja llevar por una puesta en escena modesta y sin inventiva.

Eso termina derivando todo hacia el lado de lo rutinario. Y ese es su pecado.

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Ben Affleck encarna a un veterano de guerra que elige la vida de delincuente.

CRÍTICA - CINEFERNÁN CISNERO

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