El próximo jueves llega a pantallas montevideanas El clan, película argentina cuyo realizador Pablo Trapero viene de ganar el León de Plata a mejor director en el Festival de Venecia.

Protagonizada por Guillermo Francella en un papel muy atípico, la película cuenta una historia real: la del "clan Puccio", una familia vinculada a los servicios de inteligencia de la pasada dictadura militar, convertida en "mano de obra desocupada" tras la apertura democrática y dedicada desde entonces en la realización de secuestros extorsivos (con frecuente asesinato de sus víctimas) en estricto beneficio propio, y no a la mayor gloria de la tiranía militar.

Del film mismo habrá que ocuparse cuando se estrene, pero puede adelantarse desde ya que funciona como un relato tenso y preciso (hay alguna ocasional dispersión, pero se trata de "peccata minuta"), concentrado en su asunto, que cuenta una historia cercana al "film noir" pero le añade una cierta dimensión social al inscribiría, acaso sin toda la profundidad debida, en un contexto político y social más amplio.

Más allá del León veneciano, la película es también un nuevo llamado de atención sobre la obra de Pablo Trapero, ciertamente uno de los más interesantes realizadores argentinos contemporáneos. Puede ser un exceso afirmar, como lo ha hecho algún colega argentino, que el cine de ese país empieza con Mundo grúa (1999) de Trapero y que todo lo anterior es prehistoria (ese dislate omite desde el cine del Negro Ferreyra a Leopoldo Torres Ríos, desde Carlos Schliepper a Soffici o Christensen, desde el mejor Fernando Ayala a Torre Nilsson, Favio, Birri, Solanas o Aristarain y varios otros), pero en todo caso sirve como hipérbole para decir que el director es alguien en verdad importante.

Pablo Trapero nació en San Justo, Buenos Aires en 1971. Realizó sus estudios cinematográficos en la Universidad del Cine, Buenos Aires y en 1999 estrenó Mundo grúa, su primera película, conmovedor y penetrante retrato de un "hombre común" que compitió en los festivales de Venecia, Rotterdam, La Habana y Buenos Aires entre otros, recibiendo numerosos premios. La película se estrenó comercialmente en Estados Unidos y casi toda Europa. Trapero presentó durante el 2001 su mediometraje Naikor, y en ese mismo año coprodujo la notable La libertad, de Lisandro Alonso.

Su segunda película, El bonaerense tuvo el coraje de enfrentar un tema "difícil" (la corrupción policial) y una considerable repercusión al presentarse en la sección Un certain regard" del Festival de Cannes 2002 y luego en otros festivales. Tras su estreno, Trapero fundó su propia productora, la compañía Matanza Cine, que produjo entre otros el documental Ciudad de María de Enrique Bellande, su propio telefilm documental Sarasa y La mecha de Raúl Perrone. Luego hizo la "road movie" Familia rodante (2004), su tercera película como director, a la que siguieron Nacido y criado (2006), donde un exitoso diseñador de interiores se veía involucrado en un horrible accidente y comienza una búsqueda interior y redentora en el rudo paisaje de la Patagonia.

Con su siguiente Leonera (2008), Trapero se introdujo en el escabroso universo carcelario, con una historia de amor, violencia y crecimiento personal a propósito de lo que significa ser madre detrás de las rejas. Con Carancho (2010) se arriesgó con otra historia que mezclaba un componente policial con algunos extremos de corrupción social a propósito de los médicos, enfermeras y abogados carroñeros empeñados en hacer dinero a costa de los accidentes de tránsito.

Tras rodar un episodio del film colectivo 7 días en La Habana (2011), Trapero volvió al cine de "atención social" en Elefante blanco (2012), protagonizada por el mismo Ricardo Darín que lo acompañara en Carancho, y que lidiaba con la historia de los "curas villeros", religiosos que se mueven en el difícil mundo de los asentamientos, las pandillas y el tráfico de drogas. El clan lo pone de nuevo en la mira con una película de buen nivel.

El jueves se estrena “El clan” la nueva de Pablo Trapero