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Agente del pasado que nos enseña el futuro

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Violencia: Matt Damon vuelve como el agente Jason Bourne. Foto: Difusión

En los 13 años desde que Jason Bourne apareció en el medio del oceáno con dos balas en la espalda, un chip en el cuello y una amnesia de esas jorobadas, el mundo se ha vuelto bastante medieval.

Jason Bourne, la película, habla sobre eso. Las elites, por ejemplo, se han ampliado y lo que antes era el complejo militar industrial público-privado ahora es un conglomerado de intereses que abarca un abstracto ente gubernamental —que toma decisiones de las que el presidente debería, por lo menos, ser consultado—; cierta vieja guardia en retirada de la Seguridad Nacional estadounidense, y los megamagnates de internet con logística para manejar las masas. Del otro lado, con sus propias afinidades en ese ecosistema, hay una especie de resistencia que se maneja con comodidad online. El mundo va camino a ser The Matrix.

Enfrentado a tanto alboroto, no es difícil imaginar cómo se siente Bourne, el último sobreviviente de una guerra que ya está perimida: es como aquel soldado que aún espera en la selva el avance del ejército norvietnamita. Es en ese momento personal y social donde transcurre Jason Bourne, la que se estrena hoy en Uruguay.

Basado en un personaje creado por Robert Ludlum, a Bourne se lo acompañó durante tres películas con la cara de Matt Damon. En ese tiempo fue recuperando la memoria, intentó infructuosamente formar una familia, perdió un montón de amigos, y todo eso huyendo de agencias de seguridad rarísimas, con potestades letales queriendo usarlas contra él. Como es un agente superentrenado, ha conseguido salir más o menos ileso de las peores emboscadas que, inevitablemente, terminan en peleas filmadas con el temblequeo del cinema verité.

Esa es la marca de fábrica de la saga, era parte del encanto de la primera, Identidad desconocida, y la marca de agua aportada por su director Doug Liman y explotada por Paul Greengrass, quien sumó su propio nerviosismo en La supremacía Bourne y Bourne: El Ultimátum.

Después de un intento por llevar la serie para otro lado (El legado Bourne de Tony Gilroy, libretista de la saga), para Jason Bourne están de nuevo Greengrass y Damon, un acontecimiento que ha sido celebrado desde que se lanzó el proyecto. El encuentro entrega más de lo mismo en un paisaje bastante distinto.

Al igual que The Matrix, otra utopía funesta para la humanidad, Jason Bourne es una película de acción de interiores; la mayor parte transcurre en depósitos sucios u oficinas nuevas de paquete apenas separadas por pequeños pasadizos de aire libre. El otro mundo en el que transcurre la película es el virtual con sus mensajes encriptados, cámaras de circuito cerrado y todos los secretos a disposición del que sepa buscar. Ese otro escenario es aún un poquito más clautrofóbico.

Hay una razón para que la vida transcurra bajo techo: el mundo allí afuera es un desastre. Una de las mejores escenas de la película es una persecución por una Atenas tomada por manifestantes: el exterior es siempre amenazante porque hay una guerra de la que la humanidad es daño colateral o, en el mejor caso, extras. La intemperie es peligrosa.

Las otras escasas escenas de exteriores presentan un mundo afeado, amenazado y amenazador. Están las ciudades uniformizadas por los grafitis, la violencia latente y el letargo de un mundo hiperconectado.

En el medio de todo eso está ese James Bond del proletariado que interpreta Damon. Su mundo se derrumba y él necesita explicaciones, su mayor demanda en la serie. Para conseguirlo hay un montón de peleas filmadas al límite del confuso entrevero o una persecución extraordinaria, donde un embotellamiento no es necesariamente un obstáculo sino una excusa para reventar autos. Y en eso acá no escatiman.

Ya sin la sorpresa de la primera vez que lo conocimos, Bourne es hoy una reliquia del pasado. Para evitar que eso le pase a la franquicia y al personaje, acá se suman nuevos malos: Alicia Vikander (un personaje ambicioso con carrera en la CIA y en la saga), Tommy Lee Jones (que se limita a dar órdenes huecas y poner la cara entre aburrida y malvada de siempre), y un Vincent Cassel que mete miedo.

Greengrass es un director con inventiva para el cine de acción claustrofóbico (Vuelo 93 y Capitán Philips eran eso) y acá lo lleva a una reflexión sobre un mundo cada vez más angosto y ajeno.

Jason Bourne [***]

Estados Unidos, 2016. Título original: Jason Bourne. Director: Paul Greengrass Escrita por: Greengrass y Christopher Rouse. Fotografía: Barry Ackroyd. Editor: Rouse. Con: Matt Damon, Tommy Lee Jones, Alicia Vikander. Duración: 123 minutos.

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